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Me escapó del festín de los dioses, harta de las miradas venenosas de la diosa Hera, la insistencia de mi padre a entablar conversación conmigo y los consejos no requeridos del antiguo hacedor de los 12 trabajos. Los dioses, espíritus y sátiros están concentrados en el salón del palacio principal, todos disfrutando de la fiesta. Dejando así el resto de la ciudad olímpica vacía. Así que es fácil para mí escabullirme e ir de un lado al otro, fisgoneando a mis anchas por los hermosos castillos de concepto abierto de los dioses.

Sí, está mal entrar en la casa de alguien sin preguntar. Pero ellos me utilizan de entretenimiento, así que no creo que tengan la moral para quejarse de mí echando un vistazo.

Y mientras haga los doce trabajos, soy intocable para los demás dioses. Así que tampoco pueden castigarme.

— Una semidiosa entrando sin invitación a la casa de un dios.— Una voz masculina hace que mi sangre se congele, escucho el débil movimiento del agua y me giró en su dirección.— Esto no me había pasado desde el tiempo de oro de la antigua Grecia.

Estoy temblando, no sé si de la vergüenza por ser atrapada, fisgoneando en los castillos…

O por qué atrapé a alguien que estaba dándose un baño.

— Perdóneme.— Hago una reverencia exagerada. Mi voz tiembla.

— No pedí que te disculparas…— El hombro se recuesta levemente del filo de la bañera. Una bañera, pero es tan grande como una piscina.— Es bueno verte de nuevo.— Susurra apenas.

Había estado evitado mirarlo por educación, pero sus palabras llaman mi atención y busco su rostro.

La habitación hecha de mármol y oro tiene una iluminación tenue, solo hay unas pocas velas aromáticas y apenas puedo ver un torso masculino fuerte emerger del agua lechosa. Bueno, es un hombre, eso es obvio, pectorales y abdomen marcados, su piel posee un tono bronceado dorado, se ve suave y cremosa. Mechones de su cabello caen sobre su pecho, es marrón claro y se ve sano y brilloso. La lujosa bañera (piscina) que incluso tiene una fuente, una fuente, tiene vista a un enorme balcón abierto con todas las estrellas más hermosa en su rango de visión.

Algunas cortinas transparentes se mecen con el suave viento, lo que no tiene sentido por qué la fuerza del viento a esta altura sería enorme.

Supongo que el Olimpo no obedece a las leyes de la física. Magia.

— Incluso en esta bochornosa situación. Hija de Zeus— Su voz aterciopelada llama mi atención de nuevo, sacudo mi cabeza y desvío la mirada al darme cuenta de que lo estuve viendo fijamente durante mucho tiempo. — ¿Buscas un lugar tranquilo donde beber? —Pregunta.

—Yo, no…— Me relamo los labios, nerviosa y desvío la mirada.— ¿Quién eres?—Pregunto confundida.

Me habla como si me conociera, pero estoy segura de que nunca me había topado con él. Nunca.

—Me conoces, fui yo quien maldijo tu alma.—Me responde con simpleza

Un escalofrío me recorre la espalda, retrocedo torpemente y la botella de hidromiel en mis manos se cae.

El alcohol de los dioses me salpica las piernas y se desparrama en el suelo.

—¿Eros?— Algo dentro de mí se estremece y sacude. Es raro, pero mi respiración se acelera y mi corazón parece estallar en mi pecho.

— El mismo —El sonido del agua cuando se mueve llena mis oídos.

Sus alas se extienden tras su espalda de forma magnífica. No soy capaz de ver su rostro, está bien oculto entre las sombras de la habitación.

ONE SHOTS|• Nico di AngeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora