Dulce pesadilla

62 8 3
                                    

—¿Qué te dijo tu mamá? —le pregunto la rubia al ver al chico entrar en su habitación.

Percy rio nervioso.

—Ella lo sabe —dijo sentándose junto a la rubia mientras pasaba distraídamente sus brazos sobre sus hombros.

—Dioses —murmuró la ojigris con el rostro totalmente rojo— ¿cómo volveré a mirar a la cara a tu madre?

Él chivo volvió a reírse al recordar la conversación.

—Mi mamá sabe dónde está la carta que estábamos buscando —aclaro con un tono de burla— y ella ya la leyó.

—¡Idiota me asustaste! —exclamó golpeándolo con una almohada—, pensé que Sally sabía sobre nosotros.

El chico rio estruendosamente burlándose de la rubia.

—Eso también ya lo sabe. ¿Acaso creíste que no se daría cuenta? —dijo recostándose sobre la cama y pasando un brazo bajo su cabeza—. No hemos sido precisamente discretos.

—Entonces Sally debe estar algo molesta con nosotros —murmuró la chica un poco apenada al saber que la madre de su novio ya tenía conocimiento de los juegos divertidos que ella y el chico tenían por las noches.

—No está molesta. En realidad, ella trató de darme esa charla tan incómoda, pero al final solo me dijo que esperaba que estuviéramos siendo responsables, porque, aunque un mini Percy sería totalmente encantador como yo —dijo señalándose—, dijo que aún éramos muy jóvenes para ser padres.

—¡Oh dioses! Esto es peor de lo que imagine —exclamó la chica cubriéndose el rostro.

—Te imaginas un mini Percy idéntico a mí y que además herede mi enorme encanto —murmuró el chico pensativo.

Annabeth lo miró desconcertada y con el entrecejo fruncido.

—Ya todos tienen suficiente contigo, no me imagino un niño igual a ti... sería un proverbial dolor de cabeza igual que tú.

—Oye, eso fue cruel.

—Lo sé —murmuró sonriendo.

—¿Annabeth? —dijo con seriedad.

—Si —respondió mientras pasaba sus manos entre el desordenado cabello azabache de su novio.

—Quiero un bebé —se sentó en la cama frente a ella—, creo que como semidioses no sabemos cuánto viviremos así que deberíamos aprovechar el momento y...

—¿Estás hablando enserio o es otra de tus estúpidas bromas?

Él la miró con seriedad.

—¿Tú qué crees?

Ella se recargo sobre la pared y cerró los ojos mientras suspiraba ligeramente sin saber que su adorado novio la observaba con una sonrisa burlona plasmada en el rostro.

—Que bueno que piensas así —dijo aun con los ojos cerrados—, por que hay algo que quiero decirte.

—¿Qué vas a decirme? —preguntó apartándole on mechón dorado del rostro.

—Qué tu deseo se hizo realidad —se llevó la mano al vientre—, solo espero que este bebé no sea tan molesto como tú.

Percy la miró estupefacto.

—Estás tratando de decirme —se detuvo cuando las palabras no salieron—, que estás embarazada.

Annabeth continúo pasando sus manos sobre su estómago.

—¿Tú qué crees?

—¡Oh dioses! —exclamó el chico saltando fuera de la cama— yo solo estaba bromeando, nunca imagine que... —paso sus manos por su cabello—. Dioses que vamos a hacer.

Annabeth comenzó a reírse.

—¿Dime qué es tan gracioso en esto para ver si yo también puedo divertirme?

—Tú eres el gracioso —se levantó de la cama—. Era una broma idiota no estoy embarazada.

Él la observó estupefacto mientras ella aún seguía riendo.

—¿Tú...? Joder Annabeth, me asustaste.

—Eso te pasa por hacerme esas estúpidas bromas y esto es solo para que veas que no puedes hacerme caer tan fácil.

—Eres perversa.

—Ya deberías de haberte acostumbrado.

—Si, verdad.

***

—¿Percy estás ahí? —preguntó mientras se internaba entre las sombras—. Percy... Sesos de alga.

Siguió caminando sin saber a dónde iba y con la incertidumbre golpeando fuertemente en su corazón. Varios minutos pasaron hasta que distinguió una silueta que al acercarse poco a poco reconoció.

—Percy te estado buscando —dijo un par de pasos de distancia.

—Detente —dijo sin que ella pudiera verlo ya que él se encontraba de espaldas—. Ya no te acerques más.

—¿Pasa algo? —dijo respetando su petición.

—Quiero que te vayas. Vete y no vuelvas más.

—¡¿Qué?!, ¿por qué?

—Solo vete ya —murmuró con dureza— no quiero que estés aquí.

—Lo siento, pero no me iré... es evidente que algo malo te pasa —dijo dando un paso hacia él— y no voy a dejarte solo. Recuerda que podemos enfrentarlo todo siempre y cuando estemos juntos.

Él sonrió fugazmente sin que ella pudiera verlo.

—Es que ese es el problema ya no podemos estar juntos Annabeth.

Aun en contra de lo que él le había dicho ella se acercó hasta estar justo detrás de él, puso su mano en su hombro.

—Percy ¿dime qué está pasando?

Él giró lentamente hasta estar frente a ella levanto su rostro para al fin mírala y entonces ella retrocedió un paso.

—¿Percy...

—Vete Annabeth —dijo mientras apretaba sus manos volviéndolas puños—, vete antes de que ya no pueda contenerme.

Ella miró hacia aquellos ojos que antes solían ser tan verdes como el mismo mar y que ahora parecían estar teñidos por la misma sangre. Levantó su mano queriendo tocar aquel rostro que amaba, pero él no se lo permitió.

—Te he dicho que te vayas, vete ya —murmuró y entonces al escuchar el dolor en sus palabras fue que ella decidió huir.

Huyo, pero no por temor a él si no para no hacerle más daño y causarle más dolor del que ya sentía.

Corrió y mientras lo hacía sentía como si estuviese dejando la mitad de su propia alma junto a él.

Se detuvo cuando ya no pudo más, cuando el dolor que sentía en el pecho era demasiado fuerte como para continuar. Cayó de rodillas derrumbándose contra el piso.

Su dolor era asfixiante casi como si le hubiesen arrancado parte del corazón.

Alguien tomó su mentón levantando su rostro.

—No debí dejarte ir —murmuró ese desconocido que lucía justo como él—. No puedo dejarte ir —la tomó de los hombros levantándola en el proceso—. No dejaré que te vayas nunca.

—No me hagas esto —pidió.

—Lo siento.

—No Percy, no.

No.

—No —gritó al despertar.

Percy despertó algo sobresaltado por su grito.

—Tranquila, ¿qué pasa?

Annabeth solo lo observó sin responder aún recordando esa horrible pesadilla. Miro sus ojos verdes y entonces al fin pudo tranquilizarse.

—Estoy bien solo fue una pesadilla.

Una dulce pesadilla.

La herencia del dragón | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora