La historia jamás contada

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—Soy Vald Tepes, el hijo del Dragón, un vampiro, el primer vampiro en pisar la tierra.

—Eres Vald el empalador —exclamó recordando una vieja clase de historia con Annabeth—, eres ese despiadado asesino.

—Efectivamente soy Vlad el empalador, pero no soy el monstruo que tú crees Perseus.

—Seguro no lo eres —él entornó los ojos.

—No lo soy —reafirmó ignorando el sarcasmo en las palabras de Percy—. Una vez fui humano. Fui el líder de un pueblo al que amé y fui leal hasta el último aliento. Tal vez puedas identificarte con eso —exclamó mientras se lleva la copa a los labios—. La lealtad fue mi mayor cualidad, pero también fue mi perdición.

Percy permaneció en silencio mientras analizaba cada una de sus palabras y expresiones.

—Hace siglos un pueblo confió en mí para ser salvado, yo era su Príncipe, todo en lo que podrían confiar. Amaba a mi pueblo y luche con todas mis fuerzas para protegerlo del ataque de los turcos —sujeto su copa con rabia—, pero mi fuerza no fue suficiente contra ellos y cuando vi la sangre de mi pueblo teñir la tierra bajo mis pies jure que me vengaria, que haría pagar a los turcos por ello y que no permitirá que ninguna gota de sangre transilvana sería derramada más por su causa.

—¿Ser un... monstruo fue su salvación? —le cuestionó el ojiverde.

—Convertirme en vampiro me otorgó la fuerza y destreza que necesitaba para vencer a los turcos. Sacrificar mi alma fue un precio justo por la libertad de mi pueblo.

—Simplemente te sacrificaste por los demás, sin pensar en ti o en lo que perderías.

—¿Perder? Lo único que yo podía perder era a mi pueblo, a mis amigos, mi familia, a mi esposa. ¿Por qué te cuesta tanto entender mis razones? —le pregunto al ver la duda plasmada en su rostro— acaso no estás aquí sacrificandote por tu madre y hermana. Tú mejor que nadie deberías de entederme. ¿No serias también capaz de hacer todo por proteger lo que amas?

—No nos compares, porque tú y yo no somos iguales. Yo jamás haría las atrocidades que tú cometiste.

—Somos más parecidos de lo que crees, ambos dispuesto a sacrificarse por el mundo que amamos, dime en que nos hace eso diferentes.

—¿Qué yo no soy un monstruo como tú?

—Pues lamento decirte que pronto lo serás.

La herencia del dragón | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora