Capítulo 10

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No había tenido un buen sueño. Había vuelto a ser uno de aquellos sueños pesados y lentos, que lo despertaban con la mente embotada y con la sensación de cansancio expandiéndose por sus extremidades. Sabía que lo habían asaltado las pesadillas. Sentía la ansiedad y la impotencia burbujear en la boca de su estómago, en su garganta, pero no recordaba el contenido de su mente. Siempre que el médico le daba esa maravillosa medicina que dormía su dolor, despertaba de ese modo. Cansado, pero tranquilo. Sin sobresaltos. Era mejor así.

Sin embargo, los efectos no duraban demasiado: una vez más, el dolor vago empezó a despertarse y a causar estragos. El mal sabor de boca, metálico y pastoso, lo hizo hacer una mueca, mientras intentaba incorporarse, con las cadenas en sus muñecas arrastrándose por el suelo.

Seshan había estado teniendo problemas para dormir desde que se encontraba en manos de los vornienses. Le era difícil conciliar el sueño, sin importar que hubiera o no silencio y tranquilidad en la fría soledad de la celda. Y aunque el buen doctor y sus pastillas milagrosas le obligaban a cerrar los ojos, las pesadillas siempre acababan arrastrándolo de regreso a aquella prisión oscura. Y cuando la dosis no era suficiente, el escirio se encontraba en un estado de somnolencia eterna que lo agotaba poco a poco, tentándolo, pero demasiado lejos como para agarrarlo.

Afortunadamente, aquellas pocas horas de sueño lo habían hecho sentirse mejor. Menos afiebrado, tal vez por la comida, tal vez por el frescor o por las medicinas, o la tranquilidad a su alrededor. Aunque no se había tratado de un sueño dulce, sí había sido lo suficientemente profundo como para enredar sus pestañas y entorpecer su mente.

Por eso, cuando la puerta se abrió con un potente tañido metálico, Seshan apenas pudo levantar la mirada. El eco del intenso golpe resonó por toda la prisión, pero el escirio no estaba en condiciones de perderse en la reverberación. Sus ojos le dieron la bienvenida al recién llegado.

Aquel capitán había regresado antes de lo que pensaba. Juraría que se había ido hacía apenas unas tres o cuatro horas. O tal vez en realidad habían pasado muchas más. El médico había bajado poco después que el capitán, como una sombra, queriendo atender cualquier daño que hubiera recibido en su visita, incluso si en aquella ocasión el vorniense se había limitado a hablar. Le había dado algo para dormir, pero no tenía la sensación de que hubiera pasado mucho tiempo. ¿Tal vez la dosis había sido demasiado pequeña? ¿Tal vez se estaba acostumbrando?

Con el coraje inconsciente que había ganado los últimos días, el escirio abrió la boca para decir algo, pero mordió su lengua y parpadeó, aturdido por la máscara de piedra que endurecía las facciones del vorniense. Algo había sucedido, y quiso saber de qué se trataba. Parecía grave. Sin embargo, no tuvo tiempo para volver a pensar en abrir la boca siquiera; Bastián atravesó la celda en tres zancadas y lo agarro del brazo, arrastrándolo hacia arriba.

—Felicidades, escirio. ¿Estás satisfecho? —siseó el capitán, y el prisionero solo alcanzó a pensar en la maldita fuerza del tipo, que lo había levantado con un único brazo, y no en el dolor agudo de sus costillas rotas—. ¡Siempre con trucos, ¿cierto?! ¡Eres todo un escirio!

Seshan tardó unos segundos en procesar sus palabras. El dolor lo hizo reaccionar, la sensación de ardor en sus pulmones cuando el oxígeno no conseguía entrar; Bastián lo estaba apretando contra la pared, sus puños agarrando su cuello con más fuerza que la que debería, y él no sabía cómo reaccionar. Torpemente, intentó llevar su mano sana hacia su cuello, buscando aflojar el agarre del hombre, que dolía y no le permitía tomar más allá de un hilillo de aire. Luchó contra la sensación ominosa en su mente, tratando de comprender de dónde salía aquella repentina reacción por parte del soldado, apartando recuerdos oscuros en su mente que no podía dejar que lo controlaran. Por encima del latir pulsante en su sien, todavía confundido, habló.

El Réquiem del CisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora