Capítulo 14

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Aunque ya era costumbre, el cielo había vuelto a nublarse. Los días de sol eran escasos en la frontera, incluso cuando el invierno había regresado a su guarida, y la primavera asomaba tímidamente el hocico. No había vuelto a nevar desde hacía días, pero el tiempo había convertido la nieve que se acumulaba en los rincones en duras masas de hielo que los soldados golpeaban con sus rastrillos, intentando despejar los caminos para su regreso a casa.

Desde la ventana de aquella habitación, en el punto más alejado del cuartel, el cielo parecía un lienzo en blanco, uniforme como una cúpula de hielo. Después de cerca de un mes en aquella tierra de nadie, Bastián empezaba a encontrarle el encanto a aquel paisaje desolado. No sabían mucho sobre Escir por los largos años de conflicto. Incluso así, todavía quedaban registros de hacía casi medio siglo, de personas que habían llegado a pisar la capital.

"Frío en la piel, verde en sus miradas, vastos prados en los cielos y mares ondulantes, aliento de las hadas", ese era un pequeño poema que su abuelo había garabateado en su cuaderno de esbozos, detrás del dibujo de lo que parecía ser una estatua de piedra en una fuente, al borde de un acantilado. El anciano no era ni de lejos tan buen poeta como dibujante, no. Pero siempre que le había preguntado por ello, se había limitado a sonreír misteriosamente. "Cuando conquistes Escir lo entenderás", le había dicho, revolviéndole el cabello, con una sonrisa orgullosa en la cara. "Nunca verás nada como el aliento de las hadas".

El humo del cigarrillo se fundió en la brisa fresca que entraba suavemente por la ventana, haciendo ondear las cortinas, también blancas. En la mancha gris que se difuminaba, pronto sobresalió una mota negra; más allá del humo, un grajo se elevaba hacia el cielo, como una gota de tinta sobre un lienzo impoluto. Bastián había escuchado que los escirios podían nombrar tres mil tonos de blanco. Y aunque lo consideraba una exageración particularmente absurda, después de conocer al prisionero, el vorniense se esperaba cualquier cosa.

¡Nit! —gritó una voz entonces, sobresaltando a Bastián por la sorpresa, que soltó el cigarrillo entre sus dedos—. ¡Nit, nit is ymat! ¡Ascit, nit!

Se giró velozmente, y detrás de él, el escirio se sacudía violentamente con los ojos cerrados. Bastián se acercó a su lado, su mirada baja, observando las pestañas húmedas del prisionero, que se retorcía en su cama haciendo sonar las esposas que lo ataban a esta. De los labios del escirio salían palabras silbantes y ahogadas, y el acento marcado le señalaron que se trataba de su idioma natal. Pero la voz era un quejido ronco y grave, rasposo. El capitán se inclinó sobre él, y viendo que en sus pesadillas el rubio se clavaba el metal de las esposas en la piel pálida y amoratada de sus muñecas, se apresuró a detenerlo.

—Calma, escirio, o joderás todavía más tus heridas —intentó decir el vorniense, tratando de sostener sus manos para que no siguiera peleando. Sin embargo, como si su contacto quemara, el rubio casi dio un salto fuera de su cuerpo y gritó, completamente aterrorizado.

¡Nit, nit! ¡Ascit, nit! —rogaba en sueños, y entonces sus párpados cerrados se abrieron repentinamente.

Bastián suspiró, creyendo que por fin se calmaría una vez comprendiera que solo había sido un mal sueño, pero no fue así. El escirio soltó un jadeo ahogado, gritó de nuevo y luchó por alejarse de él, aún dentro de su pesadilla, incluso si ya no dormía.

—¡Aléjate! —aulló el joven soldado, lo suficientemente despierto como para pasar a hablarle en la lengua que ambos compartían, pero con el furor del pánico haciendo temblar su cuerpo—. ¡No te acerques, no te acerques! ¡Fuera!

—¡Escirio, espera...! —exclamó el capitán, y el prisionero peleó bajo las sábanas de la cama, pateando y tirando enloquecido. Bastián se metió en la refriega, intentando inmovilizarlo antes de que empeorara sus lesiones. Él mismo se alteró cuando vio un destello rojo en las muñecas, y las llagas en su piel volvieron a abrirse—. Joder, te vas a...

El Réquiem del CisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora