13. Jaque

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Era una ola confusa de sensaciones. Era calor, frío, angustia y dolor.
Los gritos de furia de la muchedumbre eran tan crepitantes cómo las llamas que los invadian a su alrededor.

El miedo era constante en su sangre, y su casi muerto corazón latía por impotencia.

Algo era seguro: su hija ya no tendrían un lugar al cual llamar hogar.
Estaba su pequeña profundamente dormida, su inocencia y edad no comprendía la crueldad del mundo exterior, del peligro en que estaban ahora los tres.

La madera tronaba, el fuego se acercaba, y las vigas de la habitación se desmoronaban más rápido cada vez. La habitación se estaba cayendo a pedazos al igual que el castillo entero.

Lo que más tenían en el mundo se estaba terminando: tiempo. La cuenta regresiva ya había comenzado. Debían hacer algo en ese preciso momento.

«...¿Cielo?...»

«...ocúltate...yo arreglaré esto...»

Un beso, un abrazo o una caricia siquiera. No hubo nada. Sólo una suave y fugaz promesa de volver a verse.

«Todo estará bien.»

Otra vez esa frase.

La ventana se rompió en miles de fragmentos por una piedra desde el exterior por la mano de quien la mataría.
Se ocultó detrás con su hija en brazos, su esposo había bajado tratando de apaciguar a los aldeanos.

«...Pero que grave error...»

Los pasos del extraño hacia crujir la madera como alguna vez ella hizo crujir los huesos de muchos. Está vez ella era la presa.
Sin más en que pensar ocultó a la pequeña en su cuna, el fuego no la alcanzaba y menos el escombro de los muros.

Solo fue en cuestión de "tiempo" para que él las encontrara, y fue un grave error irse en contra de la pequeña hija de los Dracula.

Él no tenía piedad; casi parecía un siniestro juego de quién aguantaba más la fuerza del otro: ella o el humano.
Si lo empujaba, su mano izquierda con la ballesta tiraría del gatillo y su hija estaría muerta, o ella se rendiría y su mano derecha del individuo clavaría la estaca en su pecho y de cualquier manera atacaría después a su hija.

El llanto de la pequeña la distrajo creyendo que el fuego la había alcanzado, pero ese insignificante segundo bastó para que su fuerza disminuyera y la estaca atravesara su pecho.

Con todo el dolor del mundo, ese pedazo de madera ardía en sus entrañas. No pudo evitar soltar un grito, los escalofríos se disiparon como la niebla y la caída fue dura. Y profunda. Muy profunda.

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Al recordar el dolor, ahogó un grito y de un salto se levantó con los puños cerrados lista para seguir la pelea.
Había sido una pesadilla.
Tenía la respiración entrecortada y agitada.

- ¡Woah! ¡Alto! Tranquila colmillitos. - Drácula apareció frente a Martha y le detuvo con una mano un golpe de gancho derecho que le iba a dar.- Tranquila, soy yo.

La vampiresa respiro profundamente, relajó ambos brazos que le temblaban, estaba mejor. Cayó sentada de nuevo a lo que parecía un ataúd.

- ¿Me dormí? ¿Por cuánto tiempo?- preguntó al vampiro a su lado mientras se frotaba los párpados con las palmas de las manos.

Hotel Transylvania - We'll Meet AgainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora