5 de Noviembre.

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Londres, Inglaterra.
5 de Noviembre.

El fin de las anaranjadas hojas volando por la ciudad, el viento sigue resoplando pero está vez es mucho más frío, indicando que el invierno a llegado, y que claro, pronto será navidad, solo un mes más por supuesto. A Hob le emocionaba la idea de pasar más festividades con Morfeo, parado en la cocina viendo el calendario y sus fechas importantes, sus ojos se iluminan cuando leyó la parte del día de hoy, casi se le había olvidado, se golpeó la frente con la palma y corrió hasta su habitación dejándose caer sobre su cama, "Morfeo", repitió constantemente dentro de su cabeza, quizá debía dormirse para poder reunirse con él, luego una idea llegó de golpe a su cabeza.

—"Morfeo" —Habló en voz alta, recordando una de las historias en las que se podía convocar al Señor del sueño con tan solo decir su nombre en voz alta, dirigió su mirada al gran reloj en la pared, 11:11 a.m., el hombre sonrió levemente, una vez leyó algo sobre esa combinación de números, pero ni siquiera podía recordar bien que era. Su vista se vió interrumpida por su amado, vestido de negro cómo siempre, con ese bello rostro tan serio y frío, sino lo conociera podría jurar que había invocado a la persona equivocada, sonrió ampliamente. —Morfeo..! —La emoción en su voz alertó al nombrado.

—¿Que pasa Hob..? —Rogó deseando que no se tratara de darle más dulces a pequeñas creaturas vestidas de sus pesadillas. Hubo cierta preocupación en su voz, ni siquiera se había molestado por ser convocado, después de todo era la forma más efectiva de aparecer frente a Hob, ya que se había rehusado al hecho de usar un teléfono celular, eso era ridículo. Además constantemente Matthew tenía vigilado al hombre por órdenes del eterno.

—Bueno, hoy habrá algo especial en Londres, cuando el sol se oculte, se que generalmente tienes que volver a la ensoñación cuando anochece pero no será muy tardado. —Se acercó a él y le tomó de las manos con delicadeza, le vió a los ojos y por milésima vez se le derritió el corazón, recordando sus días en la taberna Caballo Blanco junto a él, el mismo hombre, el mismo ser, pero totalmente (casi) diferente, además ya no tenía que suplicar ni esperar para verle, no tenía que esperar 100 años más para ver sus ojos o escuchar su voz, ahora podía solo "llamarlo" y llevarlo a dónde fuese y más.

—Hob.. no tienes que preguntar, estaría contigo en dónde fuera a la hora que sea, mis labores pueden esperar, y Lucienne me ayuda con eso si hace falta. —Besó las manos del inmortal, dando pequeños y cortos besos en sus nudillos, alzó la vista y lo besó, primero rozó sus labios contra los ajenos sintiendo un suave cosquilleo recorrer su cuerpo, luego los unió, siempre se sentía cómo la primera vez. Fué correspondido al instante, pudo sentir las manos del más alto recorrer su espalda hasta su cintura.

—Bien, a las ocho entonces.. ¿o te quedarás a hacerme compañía..? —Le susurró contra los labios en tono coqueto, aunque quiso ser discreto, sus oscuros ojos se clavaron en los azules, esas orbes que tanto amaba ver, con ese color tan hermoso y ese brillo tan mágico y único de él.

—Me quedo. —No lo pensó por más de un minuto.

—¿Puedes tener frío..? —Preguntó repentinamente mientras le alzaba el cuello de la gabardina negra, acarició sus mejillas sintiendo lo helado que estaba.

—No realmente. —Alzó el rostro y dando un paso al frente frotó su congelada nariz contra la de Gadling, el hombre sonrió al instante, Morfeo andaba ciertamente cariñoso el día de hoy, y él no podía quejarse ni un poco por eso.

—Tu piel es fría.. —Sonó serio, le acarició gentilmente, luego no había más frío en él, su piel se sintió tibia.

—No soy más que una representación antropomorfica, no suelo tener contacto con otros así que mi temperatura corporal no es algo que me preocupe medir. —Las manos cálidas de su novio seguían sobre él.

El sonido de sus alasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora