Noche de Halloween.

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Londres, Inglaterra.
31 de octubre.

El sol comenzó a esconderse entre las nubes, los tonos rojos y anaranjados adornaron los cielos con un hermoso atardecer, noche de Halloween en Londres, y ahí estaban ambos, humano y eterno, sentados en el sillón frente a la ventana esperando pacientemente a la llegada de los pequeños traviesos a pedir dulces, Hob miró a Morfeo de reojo, había algo extraño en él.

Se puso de pie y caminó a lo largo de la sala, acomodó los platos llenos de dulces junto a la mesita a un lado de la puerta y suspiró pesadamente, la imagen de Morfeo dándole dulces a los niños le hizo sonreír torpemente, preguntándose si eso saldría realmente bien.

—Y bien, ¿Usaremos los disfraces? —Habló el de piel morena tomando de los hombros a su novio, se inclinó para darle un beso en la cabeza, había una sonrisa difícil de borrar en sus labios, la idea de pasar Halloween con él era tan emocionante.

—No lo creo Hob. —Casi sonó cómo un quejido, alzó la cabeza para verlo, ambos cruzaron miradas, en los ojos de ambos había amor. El señor del sueño ladeó la cabeza y a Gadling eso le pareció tan adorable, un "hombre" de apariencia tan fría se veía tan cálido ante los ojos del inmortal.

—¿No..? —Acarició sus cabellos con cariño, preguntándose cómo le hacía para mantener ese peinado. —Está bien, quizá el próximo año. —esas palabras solo significaban una cosa, compromiso, más tiempo juntos, en este punto de su vida Hob no podía imaginar un futuro sin Morfeo, ¿Él hacía lo mismo?, Frunció los labios y eso llamó la atención de el de azules ojos.

—¿De verdad quieres que los usemos? —No sabía lo que pasaba por su mente, no lo deseaba, creyó que su gesto era por decepción y no por un pensamiento fugaz de amor. —Lo usaré, si quieres. —Se puso de pie y le abrazó con lentitud, lo rodeo de manera protectora, no quería decepcionarlo solo por no usar un disfraz, usarlo no le haría mal a nadie y el orgullo ya no aplicaba con su amante.

—Si, si quiero. —Le besó en los labios y se apartó de él casi de inmediato, tenía que aprovechar el cambio de idea, subió corriendo las escaleras, solo pasaron unos segundos y bajó con las cosas, se veía tan emocionado que por más que quisiera Morfeo no podría rechazar la idea de usarlos. —Te verás bien, lo prometo, ¿si? —Dejó las cosas sobre el sillón. —Los niños te van a adorar, es Halloween, puedes ser tan aterrador cómo desees. —Le extendió las telas oscuras, el negro es sin duda su color.

Dudó por un momento, preguntándose que es lo que estaba haciendo, un eterno, el señor de los sueños y las pesadillas a punto de ponerse un disfraz y darle dulces a unos niños solo por "diversión", tomó las telas entre sus manos.

—Hob.. ¿sabes cuál es el origen de "Halloween"? —Preguntó con interés, muchos humanos celebraban cosas sin saber el porque o de donde provenía tales cosa, incluso a veces celebraban cosas que no deberían celebrar, cómo sus propias conquistas y masacres. Era hasta cierto punto gracioso.

—Por su puesto que sí, los celtas y todo eso, no soy tan viejo cómo tú pero tuve tiempo de aprender.. y de buscar en Google. —Una sonrisa divertiva apareció en sus labios y luego en los de Morfeo, siempre encontraba la manera de hacerle sonreír y eso le gustaba al eterno. —Algún día deberíamos ir a Irlanda, aunque he escuchado que su inglés es espantoso, no malo, claro, sino, difícil de entender y bueno.. aprender irlandés suena difícil. —Revisó su propio disfraz y lo extendió sobre el sillón.

—Eso dicen de los ingleses, y tú tienes un lindo acento.. —Morfeo diciendo algo cómo eso era una verdadera sorpresa, Hob se emocionó sin más, volteó a verlo y pensó en lo mucho que lo quería, aún no podía creer que era el mismo hombre al que vió en esa taberna por primera vez, y viceversa.

El sonido de sus alasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora