~~1689~~

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Londres, Inglaterra, 1689
Taberna Caballo Blanco

Muchas cosas pasaron en ese tiempo, plagas, enfermedades y más, los rumores, cuentos y chismes pasaban de boca en boca de oído en oído a lo largo de la taberna.
—¿Le sirvo algo señor? —Preguntó la camarera.
—No, gracias, espero a.. —Dijo Morfeo, pero antes de terminar la frase la puerta azotó mostrando a Hob seguido de un guardia molesto tratando de detenerlo.
—¡¡No me toquen!!, ¡maldito idiota!, ¡quítate! —El hombre parecía disgustado, ya no parecía tener la fortuna de hace 100 años, se veía más viejo y desaliñado.
—Vuelve a comer estofado con los demás indigentes. —Le reclamó el hombre que lo sujetaba con rudeza.
— Déjalo, es mi invitado. —Exclamó el señor del sueño de inmediato, su áspera voz hizo que el guardia se detuviera y lo soltara sin siquiera preguntar.
Hob Gadling se veía ofendido, jaló la silla y se sentó frente a Morfeo, empezó a comer y beber cómo si llevara mucho tiempo sin alimentarse, sintió que seguramente se vería ridículo ante los ojos de su extraño.
—¿Sabés cuanta hambre puede sentir un hombre?, ¿si no muere, pero no come?.. Lo perdí todo —Finalmente se detuvo y alzó la mirada, lo vió por tan solo unos breves segundos pero no pudo sostener la vista, estaba avergonzado. —Mis tierras, mi oro.. y... A mi Eleanor —Su voz se quebró ligeramente. —Murió en un parto, el bebé también —Sus ojos brillaban de tristeza, con las lágrimas contenidas, le habría encantado saber que pensaba el hermoso hombre frente a él en ese momento pero no tenía tiempo para eso, estaba destrozado.
—Mi hijo Robyn murió en una pelea de Taberna a los 20 años.. después de eso no salí mucho, intentaron ahogarme por brujo. Había vivido 40 años ahí, me confié, apenas salvé el pellejo y poco más, luego todo empeoró.. y siguió empeorando —Sus ojos se veían cada vez más tristes y el eterno solo podía mirarlo con atención y en silencio.

—Odié cada endemoniado segundo de los últimos 80 años, ¿Lo sabe?
—¿Aún desea vivir? —sus ojos se veían tristes, con un ligero brillo en ellos, o quizá solo era el fuego y las luces.
—¿Está loco? —Su voz tembló, parecía que estaba a punto de rogar por su muerte —La muerte no vale la pena, tengo tanto por qué vivir —Una sonrisa que parecía imposible hace unos minutos se formó en sus labios, ante eso el hombre frente a él se vió ligeramente sorprendido pero ¿Feliz?
—¿Podemos pedir?, Estoy a punto de comerme la mesa? —Hob estaba realmente hambriento. Estar con él de nuevo le devolvió la esperanza, quizá jamás lo admitiría en voz alta pero luego de su último encuentro el dolor y las heridas que había dejado Morfeo en su corazón fueron parte de la razón por la cuál había perdido todo, estaba deprimido por no verlo.

El sonido de sus alasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora