𝗱𝗲𝗰𝗶𝗺𝗼 𝗾𝘂𝗶𝗻𝘁𝗮 𝗽𝗮𝗿𝘁𝗲

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Harry se remueve en la cama, al girar un poco siente la fría tela bajo su mano.

Su ceño se frunce ante el tacto, se supone que Louis debería estar a su lado pero al sentarse firme con su espalda recargada sobre la cabecera nota la ausencia de este.

Dirige su vista hacia el suelo, recorriendo cada rincón, enfocando su visión, en busca de una señal de su novio.

Confundido decide bajar de la cama, al colocarse sus cómodas pantuflas se percata que las del castaño también se han ido, lo cual es extraño ya que si Louis hubiera salido solo llevaría su usual par de vans.

Un extraño sentimiento se instala en la parte baja de su estómago, lo cual es ridículo recordando el lugar en el que está, pero simplemente no puede evitarlo.

Al salir de la habitación un delicioso aroma llega a su nariz, persuadiéndolo de caminar escaleras abajo.

Es cuando se encuentra entrando a la cocina que se encuentra con el mayor intentando preparar el desayuno, en realidad una sorpresa ya que él se ha encontrado cocinando la última semana.

Alison se encuentra sentada sobre el gran muebla mientras sus piecitos, los cuales llevan puestos las pantuflas de su padre, se mueven de un lado a otro.

—Buenos días, precioso—. Habla el ojiazul mientras mantiene su vista fija en el sartén que ahora cocina un par de omelettes.

—Buenos días... Para los dos—. Harry sonríe ante la imagen frente a él.

La pequeña que previamente se encontraba tan concentrada como su padre ahora ha volteado para verlo y con una sonrisa comenzar a abrir y cerrar sus manitas, dándole a entender que quiere ser abrazada.

El rizado estira sus brazos pero su sonrisa desaparece, cambiando su expresión a una en la cual sus ojos están entrecerrados y su mandíbula ligeramente tensa.

Louis jura haber visto incluso cierta vena saltar de su frente. Sostiene la espátula con fuerza sin saber la razón de la repentina molestia de su novio.

—Louis. No puedo creer que en verdad tengas a la nena ahí sentada, podría caerse o quemarse por accidente—. Balbucea rápidamente mientras avanza hasta cargar a la castaña.

Louis solo puede abrir sus ojos un poco más ante la preocupación del ojiverde, no lo había considerado, el pensamiento abandonando su mente al ver lo bien que se ve con su hija entre sus brazos.

—Vamos, amor. Nunca le ha pasado nada—. Responde encogiéndose de hombros. Una de las cejas del menor se levanta de repente—. Digo, no lo vuelvo a hacer.

—¿Hicimos ruido? —Pregunta la niña inclinando su cabeza, dejándola descansar en uno de los hombros de Harry.

—No, linda. ¿Por qué lo preguntas? —Pregunta confundido.

—Papi dijo que nosotros no debíamos hacer ruido para no despertar a mamá—.Contesta ella tallando uno de sus ojos con el dorso de su manita.

El compositor entonces deja caer sus ojos en su novio, quien sonríe aún con un poco de masa para hot cakes en su mejilla.

Claro, se olvidó de mencionar la enorme pila de estos sobre la mesa, la mayoría sin ninguna forma y semi-quemados, pero eso solo lo hace sonreír más.

Harry camina hasta quedar frente al cantante, rueda un poco sus ojos antes de inclinarse y dejar un inocente beso sobre sus labios, no pasa mucho tiempo para que sienta una de las manos del contario tomando lugar en su cintura.

Así ha sido la vida de los tres durante las últimas dos semanas. Tenían una rutina establecida incluso antes de hacer oficial su relación, dar el paso solo hizo que Louis insistiera más en que Harry se quedara a dormir, el otro sin poder negarse cada vez.

𝗧𝗵𝗲 𝗧𝗼𝗺𝗹𝗶𝗻𝘀𝗼𝗻𝘀 [𝗟.𝗦]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora