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Capitulo dieciocho

—Iremos al hospital—dijo Nataly por enésima vez a Liam— ya no voy a aceptar un no como respuesta.

—Te he dicho que ya no es necesario—sabiendo que las respuestas del hospital serian ilógicas.

—¿Por qué cuando se trata de tu salud no es necesario? —profirió una ya tan alterada Nataly —¿acaso no te preocupa ni un poco? — preguntó a Liam que se encontraba sentado en los muebles después de un día de trabajo.

—Claro que me preocupo, pero el hospital no arreglará nada—trataba Liam de explicar a Nataly, la cual ya estaba al borde del llanto tras pasar días pidiendo a Liam que fueran al hospital después de presenciar el incidente pasado.

—un chequeo basta para saber qué pasa con tu espalda...

—No iré al hospital. —dijo con determinación Liam mientras miraba al vacío que crecía en la sala o en cualquier lugar en donde tocaban el tema de la salud, no tenía el valor de mirarla a la cara.

—¿Crees que a mí no me duele verte así? —brotó una lágrima de sus ojos y la limpió con dureza—¿crees que no me dolió verte perder el conocimiento en el patio trasero? —su voz se quebró— no me explicas que pasa, ahora eres más callado, me preocupa tu salud, pero ni tú te preocupas por ti...—sus lágrimas ya eran incontenibles.

—Me... duele. —dijo Liam mientras clavó su mirada en la alfombra de los muebles. —duele como el infierno—susurró mientras una lagrima caía de sus ojos. Nataly caminó hacia él y lo abrazó. —Quiero decirte tantas cosas... pero tengo miedo.

—¿Miedo a qué? ¿De qué tienes miedo? —preguntó Nataly aún abrazándolo.

—Tengo miedo a perderte... tengo miedo a que no entiendas.

Una vez de haberse apoderado los temores de chico que creía estar seguro de sí mismo, lograron patearlo y dejarlo débil, luchaba su instinto contra sus sueño y anhelos. Y al parecer con su propio cuerpo no podía pelear.

Una vez ya sentados había tomado la decisión que le diría todo sin tapujos. Merecía saber con quién había estado viviendo y cuál era la cara más dura de la moneda. Ya era hora de saber las debilidades que lo hacían más humano o quizás un poco más ángel.

—Hay algo más que solo Liam London, y es la parte que me hace sentir superior a todos. Es la parte que quizás me gusta más de lo que soy— dio una pausa ahogada— y esa parte... no ha logrado salir durante meses.

—Puedes dejar salir esa part...

—Cuando esa parte no sale de adentro de mí, no logro estar conforme y duele... duele tanto que quisiera rendirme, pero te veo...—la mira a los ojos y le acaricia la mejilla —te siento... y quiero ser un poco más fuerte.

—Conmigo puedes ser fuerte. Quiero conocer todas tus faces.

—¡Soy cupido! —esperó captar toda su expresión tras su confesión tan fuerte.

—Y yo soy afrodita, diosa de la fertilidad— le extendió su mano y rio.

—¿Te hablo en serio y tú decides bromear? — preguntó Liam una vez soltó su agarre.

—Y cómo quieres que tome el que me digas sin más que eres cupido, cuando claramente ambos sabemos que es un mit...

—¿Un mito? No soy un mito. ¿crees en los ángeles? — le preguntó

—Si—respondió escéptica— creo en ángeles, pero es porque decidí hacerlo, mantengo mi fe hasta que algo me demuestre lo contrario.

—Entonces cree en mi —volvió a tomar sus manos— cree en mí.

—Muéstrame que te hace ser cupido, y dejo mis creencias atrás— ahora ella creía en la posibilidad de que en sus palabras hubiera algún acertado.

—Soy Liam London—dijo una vez la voz se le quebró— mi edad es un poco incierta al contar en el tiempo que se vive precisamente en la tierra, de donde vengo el tiempo pasa más rápido, así que te diré que soy un chico de 24 años. —Nataly escuchó con detención, decidió confiar en sus palabras aun con la zozobra de que su novio estuviese perdiendo la cabeza. —fuiste la primera humana que vio mi rostro, corrí el riesgo dos veces de ser castigado cruelmente por mi padre por tan estúpido acto. Eres la única que puede verme como en realidad soy, porque esto es ¡Liam London! Loren ve una cara distinta a la que tu vez todos los días, quizás por eso es que siente que has ganado la lotería, porque soy perfectamente su gusto en hombres, en el trabajo ven una cara distinta a la que tu miras cada que te despiertas... porque justo ese es el tipo de empleados que el propietario buscaba para atraer clientes. —Nataly se aterrorizó una vez escuchó que Liam perdía la cabeza—aquella noche que caí del árbol, solo lo hice para llamar tu atención, y es verdad que peleé con mi padre, y lo hice porque no quiero hacer más de cupido. Es verdad que no tenía un hogar, pero es porque estoy lejos de casa y en ese entonces, tu no sabías que eras mi hogar. Eres mi última misión, y eso es lo que he logrado terminar, una vez te enamores, he terminado el trabajo, pero no podía ver cómo te enamorabas de otro que no fuera yo.

Creo en el amor verdadero, así como alguna vez creí que no existía, creo en el amor muto, así como una vez los consideré como los más débiles e incapaces de amar, las figuras más mediocres y poco realistas, diciendo que somos los seres más superiores en cuestión de todo, pero me enamoré de ese mundo donde habitan ellos, y, sobre todo, me enamoré de la chica más genial que pude haber conocido—para este punto Nataly estaba entre si creer o solo fingir no haber escuchado tal tontería— se de Samuel... sabía que te gustaba, también sabía que irías a verle la noche del incidente en el árbol—Nataly soltó sus manos rápidamente, cuando logró ver su reacción supo que no lo entendería— supe que existía otra chica en su vida, así que aplacé el dolor hasta después de que creí que lo habías superado.

Para mi estar como un humano es simplemente perfecto, me gusta esta forma de vivir sin tener que cargar con esas grandes y enormes alas, no sé a qué se debe mi deseo por los humanos, pero creo que no puedo calmarlo, así como no puedo evitar que mis alas salgan a flote. Disfrutaba hablar contigo sobre cupido, aun sabiendo que solo creías en la mitología, y que siendo solo eso no lograbas estar de acuerdo con sus quehaceres, de ahí surgió el miedo a que no entendieras que todo lo que hacía lo creaba por ti —me detuve a observar esa mirada neutra que había en toda su expresión, no decía nada, pero sus ojos de aterrada lo decían todo... ¡maldita sea que diga algo! Su silencio es el miedo que mi alma no quería sentir, cayeron lágrimas de sus ojos y solo bastaron segundos para que esa acción se repitiera en los míos. — Solo quería buscar una solución a mis problemas, y creí en el destino que podría unirnos como ahora mismo lo hace. Aunque duela sé que por ti vale la pena todo, incluso si es sufrir, estaría dispuesto a llevar toda carga que se ponga en frente, al fin pude estar a tu lado y dejarte ir no vale lo que he pasado y no es de valientes y aquí estoy enfrentando una situación que me dará un castigo a mas no poder — tomé su rostro entre mis manos y lo alcé para que me mirara a los ojos— pero es lo que quiero. –

CUPIDO LE TEME AL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora