13

895 67 1
                                    

Capítulo doce

Una rubia confundida y un aprovechador de oportunidades era todo lo que lograba constar con sensatez en la tan desequilibrada casa, y si ese era el único ejemplo de cordura. ¿En qué posición se encontraba nuestra pequeña Nataly?

Después de aquel acontecimiento caliente la chica no optó por seguir aquella conversación que solo lograba llevarla a un nivel más de inclinación al infierno.

- ¿Están saliendo? – Curioseó la rubia una vez que concluyó prorrumpir aquella situación tan incómoda en la que solo conseguían mirarse a los ojos unos a otros sin proferir palabra alguna. Nataly pareció sorprenderse una vez más por la interrogación de su amiga, pero a cotejo de Liam el seguía con toda la comodidad que exteriorizó desde la primicia, solamente no le afectaba que lo emparejaran con el amor de su vida. ¡¿A quién le afectaría tal cosa?!

- ¡No, no es lo que tú reputas! nada de lo que tu cabeza está especulando es cierto. - De la manera más directa que puede llegar a hablar una persona, Nataly respondió a tal pregunta, sin dejar en su platicar un vestigio de duda que fuera descubierta por su amiga rubia, la cual estudiaba cada uno de sus movimientos faciales para saber si esta mentía, Nataly se sentía en un maldito interrogatorio sin poder ser salvada por un abogado, la persona que podía sacarla de esto se sentaba a su lado y apenas movía un musculo, no ambicionaba inmiscuirse en aquel parloteo, y en cierta forma era lo mejor que podía hacer porque con un hablar tan filoso a lo único que llegarían sería a que ellos tenían años de relación dado a su forma de hablarle y hacerle perder los estribos de una sola palabra o incluso calentarla más que el sol con un susurro.

- ¡Relájate, Nataly! no creo que haya motivos para alterarse de esa manera. Entiendo que tienes tus guardados, que después de todo son muy buenos. Con todo tu permiso me dirijo a él. - Decía mientras tenía las manos en alto admitiendo que liam era un partidazo, era lo mínimo que podía hacer con todo el respeto que le tendría a la pareja de su mejor amiga, pero ya saben cómo funcionan los instintos, por más que se camufle en una bella dama inocente tarde o temprano saldrá flote su lujuria por los hombres guapos. Nataly moría de vergüenza al ver que no estaba siendo nada convincente en estos momentos, tema que no juzgaba con mucha rigidez a su amiga. Cualquiera que se fije en Liam y en sus fachas en este preciso instante, el escenario que estaba ensamblado desde temprano en mi casa daba para una película de recién casados. Nadie creería que estaba haciendo un maldito favor. Un favor peligrosamente sexi. - Él hace por dos o tres de mis alumnos universitarios. – con esto último la rubia logró que Nataly pasara su mirada de ella a un Liam que sonreía y disfrutaba esta situación, la dueña de la casa no estaba soportando tal inmadurez en las palaras de su amiga como para que ahora se le sumara la sonrisa coqueta de liam. La rubia tomó cancha cuando la sonrisa de liam se hizo presente, ella entendió que debía seguir elogiándolo ya que su ego se llenaba de atención. – Con solo mirarte me atrevo a decir que tu cuerpo pudo haber sido esculpido por los auténticos dioses, pareces ser un dios griego. ¿Te escapaste del Olimpo? - dijo efusivamente sin bajar la mirada de su cuerpo que aún se conservaba tapado con la toalla que Nataly le dio minutos antes. ¿podía ella mirar a través de la toalla? Nataly no conseguía discernir hasta donde podía llegar la rubia ya en estos momentos, tantos cumplidos en un segundo ya eran abrumador.

- Acertaste. –espetó sin cambiar su semblante. - De hecho, si escapé del olimpo, caí a la tierra la noche pasada y una noble princesa me acogió en sus brazos. – Añadió el desterrado, eso último lo dijo mientras se dirigía a su salvadora, Nataly esta estaba atónica de ver como dos personas podían ser tal para cual a la hora de probar su paciencia.

- Ahora parece que después de todo lees la mitología griega. – le pasó el brazo por los hombros y la atrajo más hacia ella haciendo tanta presión que la rubia empezó a quejarse. - y tu... -apuntó al "dios griego" con su dedo mientras no le despegaba la mirada. - La próxima vez que decidas dejar el olimpo, procura no caer tan fuerte, podrías perder la memoria ahora si por completo.

CUPIDO LE TEME AL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora