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Capítulo cuatro

- Señor, ¿se siente usted bien? —fue lo primero que se me vino a la cabeza en ese jodido momento, me referí de esa manera de él porque traía un buzo que cubría la mayor parte de su rostro, pero es alto así que me imagino que tendrá su cantidad de edad, con esto no quiero decir que todos los altos son mayores, pero fue lo primero que se me vino a la cabeza, no pueden juzgarme en un momento así y más con mi altura en la cual todos podrían ser mayores que yo, además, al parecer tiene problemas psicológicos, ¿qué hacía allí arriba con semejante tormenta? ¿Acaso quiere atrapar un resfriado? En todos los casos si él quiere morir no es culpa mía, cada quien con sus problemas y no es que tienda a ser así, pero creo que sería peligroso para mi ayudar a una persona en este estado.

LIAM

-No me siento bien. -fingí un fuerte dolor en mi cabeza y tobillo y volverla a ver me punzó también el corazón. -

- Si no se siente bien es su problema, además, ¿no cree usted que está mal de la cabeza? no le preguntaré que hacía allí porque todos tenemos nuestros asuntos así que no me entrometeré en los suyos ni en su camino, solo me iré a resolver los míos. -hizo el ademán de irse, tiré de su mano, se sintió tan bien, en medio de esta terrible tormenta, ¿cómo podría conservarlas aun cálidas? quedamos frente a frente, pero la fuerte lluvia ya había terminado con mi estilo de cabello haciendo que este cubriera la mayor parte de mi rostro dificultándole verlo, apenas alcanzaba a ver el contorno de mis labios al hablarle. Esta chica solo medía 1,60 y no quedaba en nada para mi altura la cual si seguía creciendo llegaría pronto a los 1,90.-

- No te vayas, ¡ayúdeme! no tengo a donde ir, ¡no sé qué hacer! -fingí entrar en pánico, todo sea por terminar la misión y por cumplir con mi promesa. -

- Lo siento, no puedo ayudarte, tengo algo que hacer y lo considero de vida o muerte, ¡escúchame! No es por menospreciarte, pero lo que tengo que hacer es más importante que tú, además, ¿no te parece que estás demasiado grandecito para perderte? – dijo, tratando de encontrarse con mis ojos los cuales aún se conservaban cubiertos con mis cabellos, ¡vaya! esta chica sí que tiene agallas, me está insultando y quiero seguirle su juego-

- Se lo estoy pidiendo de corazón, ¡por favor ayúdeme! ¿Es necesario que me arrodille para usted? – todo esto lo hago por el corazón, ¡wao! yo el gran cupido rogándole de esta forma a esta chica por un bien para ella, Arturo, ¡esto ya es injusto! Necesito hacerla sentir como si ella fuera la mala del paseo, así accederá lo sé. -

- Bien, ¡como sea! ¿Qué quieres? ¿Pretendes que te del paraguas y me vaya mojando y buscando un resfriado? Porque te digo que si estás pensando en esa te jodiste. – esta vez de verdad iba a irse, la sujeté fuerte del brazo haciéndola volver donde había estado reciente, estaba colmado de la paciencia, ¿no le parece que ya rogué suficiente? ¿Qué más quiere? ¿qué tengo que hacer? esta exaltante niña no quiere ceder a nada, no le basta con que yo le ruegue, me hice todo tipo de preguntas y terminé sonriendo. -

- ¡Ayúdeme! -exclamé mientras sostenía su brazo, bajé la capucha de mi cabeza y eché mi cabello para atrás, no sé qué quería probar con esto, no podría reconocerme, no había manera, nadie en este mundo podía hacerlo. - ¡señorita! Creo que perdí la memoria y no me acuerdo de nada, ya no sé qué hacer, ¡ayúdeme! Estoy a punto de perder la cabeza. -volví a exclamar con desesperación y con esta estrategia si cederá a ayudarme, pero la pregunta es ¿Por qué diablos no soy actor? -

- ¡Está bien! Suélteme, déjeme seguir, necesito hacer algo muy urgente. - solté su brazo, pero ella siguió su camino dejando toda mi actuación atrás, no quise usar otra vez la fuerza solo me limité a seguirla. - ¡No me sigas! - Gritó ella frustrada dejando caer su paraguas, me apresuré a recogerlo y a taparla de nuevo, me adentré a el paraguas y ella pudo notar una vez más la altura que nos llevábamos y procedió a hablar. - ¿Si te ayudo hasta mañana, me dejarás la puta vida en paz? - ¡pero qué grosera se ha vuelto! salen palabras fuertes de su boca, pero no aterroriza a nadie con ese tono de voz y yo al parecer había encontrado lo que buscaba Y PUDE SONREIR UNA VEZ MÁS-

- Solo quiero estar en un lugar cálido, creo que voy a morir si sigo en este estado. - dije, y está claro que no moriré por un clima así, no soy tan sensible como lo son ellos, nunca prometí irme mañana, nunca dije sí, soy un jodido incumplido lo sé. -

- ¡Bien! pero dime, ¿qué hacías en aquel árbol? -Ella dijo que no le importaban mis problemas, pero ahora me interroga. A ver... ¡qué inventamos! -

- Hoy he tenido un pequeño accidente debido a las fuertes lluvias y terminé muy confundido, la única opción que tuve para resguardarme de la lluvia fue trepar hasta aquel árbol del cual más tarde resbalé y volví a hacerme daño, no quería tomar un resfriado. ¿Me ayudará? – Escuché como a regañadientes dijo ¡solo hasta mañana! una sonrisa de satisfacción se asomó a la comisura de mis labios, la sonrisa de alguien que sabe que no se irá de esa casa hasta que sus problemas no estén resueltos, desde que ella me deje entrar ya no es ella la que decide cuando debo irme, ahora gobernaré yo, una vez más pude sonreír y se notaba que estaba disfrutando esto, disfrutaba poder estar a su lado sin restricciones. -

- ¡Maldita sea! baja un poco más el paraguas. – se apresuró a coger el cabo del paraguas tomando también mi mano que sostenía este de igual manera, no corrí mi mano y percibí una vez más el calor de sus manos, ella me miró en señal de que le cediera el paraguas, pero yo me hice el tonto y decidí no entender sus señales y tocarla un poco más entrando así en un juego de miradas, ella decidió no bajar su mirada y yo soy un jodido competidor olímpico. Pasé de mirar sus ojos a observar sus labios, subí a sus cabellos desordenados y mi mano tuvo el impulso de ordenarlos detrás de sus orejas y pude notar su incomodidad, pero también pude apreciar mi atrevimiento y el querer que fuera mía, ella soltó el paraguas y giró su cuerpo en dirección a su casa, ¿no me preguntarán como sé su dirección? Nuestra dirección, sonreí y la seguí calculando sus pasos y asegurándome de que su pequeño cuerpo no tomara un resfriado.

La seguí todo el camino a su casa, me hacía demasiadas preguntas las cuales no tenía ni el menor ánimo de responderlas porque no quería mentir más, pero me limité a llenarla de mentiras a mas no poder.

Nataly aceptó llevarlo a su casa aplazando un compromiso tan importante como lo era Samuel, este problema no era tan relevante, pero ella es humana y esas súplicas o le azaraban o le llegaron al corazón, era pesar hacia aquel hombre que se veía tan lamentable y decidió ayudarlo o su instinto le decía que debía hacerlo, está claro que Liam interrumpió su declaración, pero detrás de todo esto había una segunda intención, para Liam una misión nunca llegaba a ser difícil, pero Nataly si lo era, él solo pensaba en como haría después con ella porque era demasiado obstinada, pero no tanto para meterse en sus planes de dejar de ser cupido y encontrar el amor.

Al llegar a casa la lluvia había cesado solo un poco, ambos llegaron mojados porque el paraguas no era lo suficiente grande para dos personas y más con la altura que conservaba liam, Nataly sacó las llaves del bolsillo de la chaqueta deportiva negra que llevaba para refugiarse de la lluvia la cual también terminó empapada, por suerte su teléfono había quedado en casa de lo contrario se habría vuelto nada, cuando estuvieron adentro Liam repartió ojos a toda la casa dando una sensación de asombro, como si nunca en su vida hubiese estado allí cosa que también era una de sus tantas mentiras hacia Nataly, ella sin mucha confianza arregló una habitación para Liam y lo dejó ahí, sabía que era una maldita loca idea dejar un completo desconocido en casa, pero no sabía qué causaba su repentina decisión, igualmente iba estar alerta con él porque si no pretendía nada esta noche no iba a poder hacer nada porque a la mañana siguiente se iría.

LIAM

- ¡Espera! ¿Cuál es tu nombre? - dije, quiero hacerme el inocente en este caso y crear un ambiente en el que ella piense que todo para mi es desconocido y escuchar una vez más su nombre de sus labios. -

- Soy Nataly Collins, ¿por qué lo preguntas? - me respondió con dos piedras en las manos, ya estaba con los nervios de punta y su miedo era notable, pero yo sería la última persona que le haría daño en este mundo de bestias. -

- ¡No! solo es una simple curiosidad, ¿acaso no puedo saber el nombre de la persona que me salvó? – dije, una vez más me tocó fingir un estornudo, me miró con preocupación y eso exactamente era lo que yo buscaba y aquí iba ella de nuevo buscando a ayudar al desconocido. -

- Parece que tienes un resfriado, quédate aquí buscaré una solución. - Antes de irse me reparó y luego habló. - Te prestaré el buzo de un... -este Samuel ¿qué le hizo? mira mi ropa y eso la hace pensar en él, que fastidio. - ¡AMIGO! para que no estés en este estado. Aunque te quedará un poco pequeño ya que mides más que él y creo que en el estado que estás no debería importarte. – Maldito Samuel, ¿¡que has hecho!?


CUPIDO LE TEME AL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora