Capítulo diez
Nataly
Cuando bajé al centro de la sala ya estaba todo organizado, me pareció algo raro, si no recuerdo mal, en la noche pasada la casa quedó patas arriba, como siempre, pero antes de seguir pensando en ello, un peculiar olor llenó mi fosas nasales llevándome hasta la cocina, no podía creer lo que mis ojos alcanzaban a ver, aun no podía mi cerebro compilar toda la información y ocurrencias que pasaban por mi cabeza en ese instante, ¿Cómo puede alguien hacerte pensar tales cosas, hasta el punto de llegar a perder la cordura? había un hombre de cabellos alborotados, exhibiendo su hermoso espaldar de forma alborotadora, con solo una sudadera hasta sus tobillos, podía gobernar el mundo si eso quisiera, se veía tan malditamente sexi cocinando, simplemente era tan impresionante, no soy buena calculando ese tipo de cosas, pero de lo que si estoy segura es que esos 1.90 que le calculé le quedan para matarse, parece ser esculpido a mano por los mismos dioses, ¿acaso es un dios? Un dios sexi. se veía perdido en su labor, podría perderse en mí, eso me gustaría mucho. Debo preguntarle si es un dios griego o si tal vez llegó a ser parte de los dioses del Olimpo o algo similar, porque nunca alguien podría ser así, estaría la industria del entretenimiento perdiendo dinero sin el allí, creo que ganaría dinero solo con exhibir su cara, pero, si lo hace con su cuerpo sería millonario, dio un pequeño giro hacia mí y pude ver todo eso que estaba en mi cocina, me pregunto que será la comida hoy, su mirada se encontró con la mía y me perdí en esos preciosos ojos azules como el azul de los cielos, ese enorme pecho, abdomen marcado digno de ser presumido por un gimnasio, mostraba su torso y por un segundo creí haber desfallecido, su cabello aun alborotado dejaba ver con excelencia su perfil, con esa frente al descubierto estaba segura que a su pasar dejaba amores no correspondido, nariz perfilada y cejas perfectas, hablemos de sus labios, carnosos que estilaban su color rojizo por cada lugar de ellos, aun no podía creer lo que veía, ¿acaso anoche estaba ciega? Me abría a la posibilidad de que cupido me hizo su acompañante y logró sellar mis ojos porque de otra manera no hubiera pasado desapercibido. ¿Quién tenía vendado mis ojos? El que fuera el culpable de esto juro que tomaría represaría fuertes sobre él. ¿Los dioses del Olimpo tan temprano en mi casa? ¿a qué se debe su grata visita? Puedo ayudarlos en todo, si a todo. El panorama es muy bello, pero volví en sí y me di cuenta que solo era Liam London, aquel chico que recogí de la calle la noche pasada, ¡qué lástima que no sabe ni quien es! porque con ese aspecto a lo mejor ya está casado y tiene hijos, nadie en su sano juicio lo dejaría pasar por desapercibido.
Anoche no pude admirar su belleza y sin pensarlo empecé a reírme de las imágenes que pasaban por mi mente, la soledad me estaba afectando y en estos casos tendré que lidiar con esto rápido para no sucumbir en sus encantos, ni en sus hermosos ojos y mucho menos caeré rendida ante su esculpido cuerpo, al igual que sería un error dejarme llevar por su voz, la cual causa el mismo efecto que el canto de una sirena hacia un pescador. ¿¡nada intoxicante verdad!?
Todo esto lo pensaba mientras que en la vida real de mi casa en estos preciosos instantes estaba de pie en las escaleras aún, mientras frente a mí se encontraba el pecado en persona. Al volver en sí, solo era yo viéndolo de una manera indócil y desvistente, bueno, ya no había mucho que quitarle... ¿Acaso en su hogar no le enseñaron a no andar sin ropa junto a personas que sufren de dicha ansiedad carnal?
No, estoy segura de que no le enseñaron y que bueno que no lo hayan hecho. ¡Dios mío! Si no doy de baja a este ángel caído del cielo, presiento que en minutos seremos dos los que caeremos al infierno.
- ¡Nataly! Nat... - su voz sucumbió cada escala de mi cabeza, entró en todas las partes posibles para que al final lograra dar con sacarme del trance en el que había caído por su dicha presencia. En el segundo llamado reaccioné, ¡qué bueno que los pensamientos son solo eso! si liam supiera todo lo que pasó por mi cabeza mientras lo miré se sentiría tan acosado que se marcharía de casa.
Tenía que retomar mi cordura, voy a subir a la habitación de nuevo para recogerla, de seguro estaría en el rincón más profundo de esta o quizás se había ido por el lavabo, no sé, tendría que buscarla muy bien. Después de recordar que mi cordura había tomado las pocas maletas que le quedaban en casa y había salido de la manera más apresurada de esta en el momento en que bajé de mi habitación y lo vi, decidí que debía recurrir al poco de dignidad que me queda antes de que se desintegre sobre sus pies.
- Tu... - ¿Mis palabras dónde están? ¿Quién me ha quitado el habla? ¿Por qué viene hacia mi ahora mismo? - ¿Dónde están tus prendas?
- He decidido lavarlas... me enfermaría si las utilizase en ese estado, espero no te enojes por haber usado tu lavadora sin permiso.
- Claro que sí. digo no... - Me quedé viéndole de nuevo y era inevitable cuando ya estaba a escalones de mí. Todos esos pensamientos volvieron a mí y no pude evitar sonreír, me tenía a sus pies sin poder pronunciar palabra alguna.
- ¿Qué te causa tanta risa? – preguntó, cuando percibió mi sonrisa burlona, clavó su mirada en mí, por un momento me perdí en esos ojos azules como la profundidad del mar, divagué un poco en ellos, pero no pude evitar reír de nuevo. Estaba pensando en muchas cosas, lo hacía de forma encubierta como si quisiese que no sospechara que era por él, pero hubo algo raro en él que no entendía, ¿por qué me quedó mirando de arriba hacia abajo?
- Nada. No tiene importancia y solo olvídalo. - Siguió reparándome, sentí esa intimidante mirada de nuevo, sin duda alguna el Liam de anoche esta devuelta- ¿qué miras tanto? - No se inmutó, siguió observándome y desde luego me intimidó su mirada obligándome a revisar lo extraño que había en mi cuerpo, era el pijama corto que llevaba, cuando me di cuenta de esto, él regresó su mirada para encontrarse de nuevo con mis ojos dándome a entender que era eso lo que curioseaba. Como de costumbre estoy en casa sola tiendo a andar sin que nadie me repare. ¿Dónde está la bata?
- No es algo en lo que deba meterme u opinar, pero... -su mirada quiso desnudarme por completo, físicamente estaba en pijamas cortos, pero en su mente estaba en el estado más débil del ser humano, en su mente de seguro estaría en ausencia de ropas. – Tu pijam...
-No hay comentarios sobre mi pijama porque tu estas en peor estado, y, además, soy la dueña de la casa y estoy en la libertina idea de estar como más cómoda me parezca. – moría de vergüenza en estos momentos, yo si no me sentía libre de estar en estas fachas frente a él. Mientras él si lo disfrutaba.
- No... a mi me encanta que estés cómoda... es tu casa. – volvió a mirarme y cuando mi incomodidad se hizo presente él lo notó y para romper el trance volvió su vista hacia la cocina. – He preparado el desayuno, ¿quieres probar un poco? – fue a la cocina y trajo los platos hasta la barra donde suelo comer y los dejó allí, se limitó a servir el café que aún se conservaba caliente, pero no más caliente que él en estos momentos. ¿a qué horas secarían sus prendas? Me podría esforzar para que no tengan su proceso de secado normalmente.
En este preciso instante no sabía si tomar las riendas del infierno y sentarme al lado del diablo mientras vestía el pijama más corto de mi closet y dejar que mientras desayuno él lentamente vuelva desvestirme una y otra vez o subir hasta mi habitación y tomar una ducha, cambiarme con ropa adecuada para un sábado y bajar lista para llamar a la policía o en este caso a los bomberos. ¡Este hombre es una bomba!

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CUPIDO LE TEME AL AMOR
Fiksi RemajaEl amor es un lío y es el lío en el que todos quieren estar. Es ese deseo culpable que todos llevamos muy dentro, pero no todos percibimos el mundo de la misma manera y ahí es cuando surge la catástrofe del amor. La posibilidad de unir dos mundo est...