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Capitulo dieciséis

—¿Cómo pude haber sabido que es el chico que te gusta? —preguntó Liam vuelto un puñado de nervios al no poder calmar el llanto que la chica de cabellos miel no cesaba. —pudiste haberme dado una señal para no ser declarado un completo imbécil—indicó una vez desvaneció sus rodillas en la pequeña alfombra del brillante suelo, frente a la chica sentada en los muebles de color azul turquesa que albergaban en su sala, mientras la tomaba de las manos y disimuladamente limpiaba las lágrimas que se desmoronaban de sus ojos, los cuales conservaba abultados y de un color ligeramente rojo por el constante llanto.

—¡No eres un imbécil! —exclamó entre sollozos.

—¿Por qué no soy un imbécil? ¿Por ser liam o por besarte? — preguntó mientras aun secaba sus lágrimas y lograba calmarla, no creía estar seguro del efecto que había logrado dejar que Samuel causara en ella, todo por haber creído hacer las cosas de la manera correcta y en el momento adecuado.

—Por besarme —indicó mientras clavaba su mirada a la alfombra por la constante timidez que sentía al haberle confesado que su beso no había sido para nada inoportuno.

—Entonces, me alegra que solo liam sea un imbécil—sonrió por haberse ganado el cielo. —un imbécil muy afortunado de tenerte. —limpió la última lágrima que lograría salir después del desgaste emocional.

—¡Gracias! —exclamó cuando logró darse cuenta que la mejor vista de la sala no estaba impregnada en la alfombra sino delante de ella.

—¿Por qué? —preguntó liam mientras abandonaba la postura arrodillada contra la alfombra para viajar al mueble turquesa aun sin soltar sus manos.

—Por no dejarme ver como una imbécil en frente de la persona que creí —inclinó su mirada y observó como una de sus manos subió a su mejilla y recorrió dando leves caricias— que sentía algo por mí.

—Él se lo pierde. —sus miradas encontraron nuevamente — y me alegra que sea así. —no pudo evitar soltar una sonrisa de satisfacción ante tal confesión.

—ya, pero..., ¿cómo es posible que actuara durante años como si en realidad sintiera algo por mí? —preguntó como si supiese que liam podría responder a su pregunta con total claridad y dando contextos de cada situación vivida.

—Tal vez, malinterpretaste sus acciones—profirió liam.

—En ese caso...

—En ese caso, yo me aseguraré de que no malinterpretes mis sentimientos—indicó mientras se levantaba del mueble y se dirigía a la cocina — porque yo no planeo ser tu amigo. —dio una última vista mientras se perdía en la cocina en busca de un poco de agua para que a Nataly se le pasara la amargura del momento, y estaba seguro de que había dejado en claro que sus acciones no eran para nada distintas al coqueteo.

—No quiere ser mi amigo—balbució Nataly para ella una vez recibió el mensaje de coqueteo directo.

Algo estaba por florecer, cualquier cosa por fin se iba a dar, dejando de lado todos los prejuicios y las lecciones de vida se estaban alineando dos mundos en medio de una tormenta y un sinfín de impedimentos que eran tan filosos como para hacer brotar sangre. Pero solo era el comienzo para saber que en realidad vale la pena, faltaba saber que tan soportables eran y qué tan resistentes podían llegar a ser a la hora de saber las verdades que se ocultan en la oscuridad bajo una túnica blanca, verdades que quieren ser expuestas y que al no serlas podrían llegar a ser tan cortantes como el cuchillo de un carnicero, tan hirientes como las palabras de la muerte y tan desesperantes como saber que no iras al reino de los cielos; Tan delirante como saber que nada puede ser como antes y que ya lo hecho, hecho esta; y sin la reversa que se puede dar cuando vas en un auto y tan asfixiante como no poder mirar el final del túnel. Tan cansado de estar tan cansado de luchar.

CUPIDO LE TEME AL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora