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(+18)

—Despacio.

Sabía que en días como San Valentín se hacían locuras, pero nunca pensó que él llegaría a hacer una tan grande.

Tenía los oídos tapados, los pulmones le ardían y su boca estaba seca. Muy seca. Tan seca que no reconocía su voz al hablar.

No era de extrañar. Hace mucho había dejado de reconocer su cuerpo, incluso su entorno. Demasiado desorientado como para pensar y ponerle orden a su cabeza, desconectó todos los controles y se dejó en piloto automático.

Había soltado el manubrio.

Solo podía disfrutar y sentir a Gael Sorní inmenso y cegador por todo su cuerpo.

Gael y el calor de su boca, el roce de sus caderas, el dulce sonido de sus gemidos, el agarre fuerte de sus manos, su voz sedosa al decir su nombre, su boca entreabierta, roja por todos los besos, y sus ojos brillantes y expectantes clavados en él, ahí justo entre sus piernas. Gael, que ahora asentía con una tranquila obediencia mientras volvía a delinear su labio con el pulgar con una seguridad impropia de él, pero que le hizo devolverle la sonrisa.

Vio muchas escenas de sexo, unas suaves, otras muy fuertes como la de Irreversible; esa que lo dejó con los nervios de punta y con su banda sonora vibrando en su cuerpo por semanas. También, aunque no le gustaba reconocerlo, vio porno.

Con desconfianza y el ceño fruncido, miraba con resquemor las escenas con el audio casi al mínimo, ceñudo a ratos porque todo le parecía más bien incómodo, tanto que no lograba entender cómo funcionaba toda esa performance. A veces pensaba que, si se masturbaba viendo esos cuerpos tan poco reales, podría entenderlo mejor, pero nada pasaba. De hecho, era peor, porque ya entendía que no podía verse en una situación como esa. Se quitaba la mano de encima y seguía mirando como si fuera una película de cine arte extranjera con mucho subtexto.

Sin embargo, todo lo que alguna vez le pareció obsceno y desagradable, ahora le parecía delicioso y excitante. Si Gael hubiera sido el protagonista de esas películas, como era de sus sueños, con gusto se hubiera tocado hasta hartarse.

—Adam, mírame.

Un escalofrío recorrió todo su cuerpo y otro más fuerte llegó al sentir su boca húmeda a su alrededor de su pene. Sus caderas se sintieron perfectas, su mano sublime, pero su boca... mierda, su boca le revelaba ese placer que todos buscaban con tanta urgencia. La humedad de sus labios lo hizo gemir y empujar las caderas hacia él sin mucho cuidado. Luchaba por mantener los ojos abiertos como se lo había pedido Gael, pero era débil, muy débil. Su lengua, su saliva y el húmedo sonido que hacía su boca cada vez que movía su cabeza lo convirtieron en un ciego.

¿Era eso? ¿Eso era lo que todos buscaban? ¿O solo era «el efecto Gael Sorní»?

—Mierda, Gael...

Tenía que ser solo él, porque todo era él. Siempre era él. Y esperaba que así siguiera porque no tenía ninguna intención de que otra persona lo tocara así, lo probara así.

Él, el asexual, moría de deseo por ese chico y estaba seguro de que solo era porque se trataba de ese chico.

Sintió el agarre de su otra mano en su rodilla y a tientas lo buscó para aferrarse a él. Lo necesitaba, como un bote a un ancla para no irse a la deriva. Rápido, Gael apretó sus dedos y se sintió a salvo. Con sus dedos entrelazados, abrió los ojos de nuevo. La imagen era exquisita y poderosa, demasiado para todo su cuerpo. Mierda, ¿cómo no iba a serlo si lo miraba con esos ojos color cobalto, brillantes y perversos, mientras su lengua lo recorría de esa forma?

My Chemical (Asexual) Love ✦ DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora