¡Estoy de vuelta con esta nueva parte de “Que pasaría sí...” en donde todo puede suceder!
¡La emperatriz plateada y la villana abandonada están de vuelta con este intercambio de cuerpos!
¡Disfrútenla!
ACLARACIONES:
• Penélope tiene los rasgos de Aristia —pelo plateado y ojos ámbar— y Aristia tiene rasgos similares a Jeremia —cabello rojo y ojos ámbar—.
• Penélope (Aristia en el cuerpo de Penélope) tiene acceso a la magia. El poder divino impregnado en su alma potencializa su magia tornándola peligrosa para ella. Aristia (Penélope en el cuerpo de Aristia) tiene poder divino, el cual le permite sanar las heridas difíciles. La magia impregnada en su alma potencializa los restos de poder divino en su cuerpo permitiéndole sanar las heridas sin mostrar signos de cansancio.
• César “el maldito” es el padre biológico de Penélope. Es un mercenario al servicio de la madre de Calisto. Se encuentra desaparecido.
• Elijah es el hermano mayor de Penélope. Fue secuestrado por los seguidores de Leila y su paradero es desconocido.
• El intercambio de cuerpos tiene fecha límite. Entre más se acerquen a esta las personalidades, emociones y sentimientos se mezclan. Es decir, entre más tiempo pasa Aristia siente gran “admiración” por Calisto y Penélope comienza a tener remordimiento por romper el compromiso con Ruvelis.
• Calisto tiene una actitud juguetona con Penélope —Aristia en el cuerpo de Penélope— dado que le divierten sus sonrojos.
La emperatriz plateada y la villana abandonada.
Parte III.
Sección I.
El camino de las doncellas se ha unido.
—Imperio de Castina. Sala de conferencias—
Aristia sonrió, complacida de los resultados de la situación. Gracias a su sutil amenaza a puerta cerrada en la oficina de Ruvelis, Aristia es libre de su compromiso con el emperador de Castina, es totalmente libre. En tanto salió del palacio imperial, soltó un grito de alegría que asustó a las personas que la rodean.
— ¡Al fin! — pensó Aristia sin perder su sonrisa —es momento de volver— caminó hacia el carruaje perteneciente a su familia, ascendiendo sin ayuda del cochero y sentándose frente a un pálido pelirrojo —quita esa cara, Sein— sonrió de lado —iremos a Ioka como representantes de Castina— mostró una invitación imperial con el sello de Ioka — ¿estás listo para conocer a la perra loca de Eckart? — preguntó mientras ladea su cabeza, sonriendo con burla.
...
—Imperio de Ioka. Día de inicio de la competencia de caza—
El día de Penélope Eckart inició como cualquier otro. Desde la mañana, Emily entró a la habitación de su señorita, abrió las cortinas de la habitación de par en par, permitiendo la entrada de los cálidos rayos del sol. Penélope, molesta por la repentina intromisión de los rayos del sol a su habitación, se removió en su cama, quejándose.
—Es tarde, señorita— dijo Emily —debe de prepararse si es que no quiere llegar tarde— le recordó mientras con ayuda de otras mucamas comienza a buscar el atuendo adecuado para su señorita.
Emily sonrió en tanto un vestido rojo llamó su atención. A petición de Penélope —Aristia en el cuerpo de la falsa princesa—, Emily fue perdonada por la princesa a cambio de que le ayudase a vestir, actuar y comportarse lo más parecido a la princesa Eckart. Emily accedió, por lo que escogió un hermoso vestido rojo de escote V, un par de guantes cortos color negro, elaborados con un patrón de tejido en forma de rosas.
— ¡Señorita!
Las mucamas comienzan a arrastrar a una soñolienta princesa a la sala de baño en donde una bañera con agua caliente —sin llegar al punto de causar una quemadura— le espera. Penélope despierta en el momento en el cual las mucamas se amontonan a retirarle la ropa de dormir, dejándola sin prenda alguna, y sumergirla en la bañera. Penélope observa como las mucamas lavan su cabello aromatizando el agua con una dulce fragancia a lavanda. Posteriormente al baño, Penélope sale de la sala del baño portando su bata de baño y su cabello enrollado en una toalla.
Emily le indicó a Penélope el sentarse en la silla frente al tocador. Dos mucamas se encargan de secan el largo cabello color plata de la maga ancestral mientras Emily y su compañera aplican una crema hidratante en el rostro de su señorita. Las mucamas, satisfechas con su labor, comienzan a ayudar a Penélope a vestirse, comenzando por la ropa interior hasta finalizar en el sensual vestido escarlata escote V.
Con cuidado, dos mucamas cepillan el cabello de su señorita, peinando su hermosa melena en una simple trenza de lado izquierdo, decorada con una rejilla hecha de plata simulando una enredadera con esmeraldas. Emily retiró la mascarilla del rostro de su señorita y comenzó a maquillarla con ayuda de su compañera.
Después de un largo arduo de trabajo, Penélope salió de su habitación hecha una señorita digna del título de princesa. Penélope caminó por los pasillos del segundo piso hacia las escaleras, descendiendo bajo la mirada de sorpresa de los Eckart. Si bien el escote del vestido es escandaloso para una señorita soltera que aún es menor de edad, Penélope porta un lindo chal color plata haciendo juego con el color de su cabello.
—Llegas tarde— dijo Reynold, molesto.
—Reynold— el duque de Eckart le reprendió con aquella advertencia.
Penélope suspiró, agotada —lo siento, tomó mucho tiempo prepararme— se excusó la chica, recordando la labor de las mucamas al intentar peinar su cabello con un recogido y demostrando el cuello de su señorita. Penélope misma pidió una trenza como peinado por lo que las mucamas accedieron a su petición.
—Tch si, si— Reynold accedió a no continuar.
—Por cierto, Penélope...— el duque observó su apariencia. A ojos de un padre su hija es una belleza por lo que la idea de un loco acercándose a su corderito le resulta molesta —permanece cerca de uno de tus hermanos, ¿entendido? — la tomó de los hombros —si un chico se te acerca simplemente golpéalo— le recordó.
—... Padre... ¿Eso no es irrespetuoso? — preguntó Penélope, nerviosa de la mirada y seguridad del duque ante sus palabras.
—No te preocupes por eso— el duque de Eckart sonrió —te ves hermosa, Penélope— la alabó —de solo imaginar que un lobo se acerque a mi pequeña...— murmuró por lo bajo frustrado consigo mismo.
— ¿Padre? — murmuró Penélope, preocupada por él.
—N—no es nada— el duque de Eckart se relajó —como sea...— tosió nervioso —su alteza, como organizador del evento, es probable que asista— le sonrió a su hija —procura no llamarlo “hermano” en público por favor— pidió — ¿sí? — pidió con una sonrisa.
—D—de acuerdo— dijo Penélope, accediendo —ni loca lo llamo “hermano” después de aquella amenaza— recordó la chica la noche del banquete del segundo príncipe en donde se ¿reencontró? con Calisto y lo confronto para solicitar su ayuda.
—Bien es hora de irnos— el duque le ofreció su mano.
— ¿Eh? — Penélope miró la mano del hombre — ¿acaso quiere escoltarme? — pensó mientras observaba la mano que el patriarca le ofrece.
—Penélope, ¿no quieres que te escolte? — preguntó con un tono diferente.
—... No es eso— negó Penélope — ¿debería de aceptar? — observó el rostro triste del duque —parece deprimido— miró de reojo a su alrededor y notó los murmullos de los sirvientes —gracias padre— cedió Penélope mientras extiende con timidez su mano hacia la mano enguantada del duque —lo siento, señor...— pensó Penélope mientras siente culpa al observar la sonrisa del duque —pero no soy yo quien debe de perdonarlos— le sonrió con un atisbo de culpa en su interior —después de todo... No soy Penélope— sentenció Penélope, dejándose llevar por el duque de Eckart.
...
El carruaje de Eckart inició el trayecto hacia el palacio imperial. En silencio, cada miembro de Eckart permanece sumergido en sus propios pensamientos ignorando la sorpresa y curiosidad instalada en el rostro de su princesa. Aristia nunca salió de Castina y los pocos recuerdos que permanecen con claridad en la memoria de Penélope sobre Ioka no son nada agradables. Desde huir de traficantes de esclavos hasta personas que desean prostituirla en burdeles debido a su bella apariencia a hombres que desean venderla como amante de un hombre rico y sacar provecho de ello. Penélope ha sufrido tanto desde el abandono de su familia biológica que es comprensible que guarde rencor en su corazón hacia el mundo que no la pudo proteger.
—Es hermoso...— murmuró Penélope, observando el imperio a través de los ojos de una mujer que lo ha perdido todo, incluso las ganas de vivir.
— ¿Qué es lo que tanto ves? — preguntó Reynold en un tono grosero.
—Reynold no molestes a tu hermana— pidió el duque de Eckart.
—Tch— Reynold miró a Penélope — ¿Qué es esa apariencia? — preguntó con molestia —parece que quieres llamar la atención de un extranjero— bufó, cruzado de brazos.
Desde la ocasión del ático en donde Penélope le mostró las cicatrices de su cuerpo al desvanecer el hechizo que las oculta, Reynold se ha mostrado más accesible al momento de hablar con ella, sin dejar de lado su lenguaje brusco y su forma de ser. Aun así, suelen tener discusiones como cualquier par de hermanos. A Penélope le recuerda a su hermano Carsein de Rass del imperio de Castina.
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¿Qué pasaría si?
Romance¿Lucas va a un imperio a destruirlo y en lugar de eso se apiada del lugar por conocer a alguien que no es Athanasia? ¿Aristia decide no ser una emperatriz sino una marquesa? ¿Si Carsein o Allendis encontrasen a alguien más a quien amar? ¿Athanasia d...