La emperatriz plateada y la villana abandonada. Parte 3. Sección II.

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Hola, antes de iniciar, las aclaraciones:

• Carsein ayuda a Penélope a apreciar la vida tal como es. Su relación es complicada, principalmente porque Penélope perdió la esperanza hace tiempo de que alguien la saque de ese infierno.

• Penélope no está enamorada de Calisto. Ve a Calisto como su hermano mayor y su matrimonio es un acuerdo de la antigua emperatriz y César “el maldito”.

• Calisto es el único del imperio de Ioka la verdad del intercambio de cuerpos. Siente curiosidad hacia la mujer que Vita eligió como su compañera coqueteando con ella descaradamente ya que sus sonrojos le resultan tiernos.

• Aristia comienza a sentir atracción por Calisto. En primera instancia se acerca a él por qué sabe que la ayudara con tal de recuperar a su prometida, pero la interacción mediante cartas le emocionó de alguna forma. Además, su relación se formaliza mediante encuentros inesperados que por espacio no narraré en su totalidad para dejarlo a la imaginación de todos.


La emperatriz plateada y la villana abandonada.

Parte III.

Sección II. — La sentencia de Dios.


—Imperio Ioka. Competencia de caza. Prisión de nobles—


—Papá...

La voz entrecortada de Penélope abrazando sus piernas en aquella celda causó un sentimiento de dolor en su corazón.

¿Por qué todo terminó mal para ella?

Ella solo quiere ser amada, ¿es mucho pedir acaso?

Ella es una niña que nació en el seno de una familia amorosa de escasos, pero valiosos recursos. Su padre, un mercenario con extraordinarias habilidades con la espada y un talento natural en el combate cuerpo a cuerpo. Su madre, su dulce e inocente madre con un secreto que por años ignoró por su propio bienestar hasta que su mente misma lo bloqueó al ver el cadáver sin vida de su progenitora. Y no olvidemos a su hermano mayor, Elijah, la perfecta combinación entre caballero con talento natural para la magia ancestral.

El sonido de pasos acercándose alerta a Penélope. Ella levantó la mirada, descubriendo la presencia que más disgusto le ha causado en el ducado Eckart desde su llegada. Su hermano mayor, Derrick Eckart, el futuro heredero del ducado de Eckart, el joven maestro de reputación intachable frente a los demás y la encarnación de la maldad en persona.

— ¿Joven duque?

Gracias a las memorias de la “Penélope original”, Penélope aprendió que Derrick no le gusta que lo llame “hermano mayor”, por lo cual comenzó a llamarlo por su título en todo momento. Comenzó a llamar a Reynold “sir Reynold” y al duque de Eckart en ocasiones suele llamarlo “papá”, causando conmoción en el duque de Eckart y ocasionando que Penélope se disculpe por su atrevimiento.

— ¿Dirá algo o se quedara callado? — pensó Penélope, observando al hombre con atisbo de curiosidad.

Entonces Penélope reaccionó al sentir el frío tacto de la mano de Derrick sobre su mejilla, retirando el rastro de las lágrimas que derramó con anterioridad. Como “Aristia la Monique”, su padre es quien solía limpiar sus lágrimas. Ni siquiera en brazos de Carsein de Rass, su hermano mayor, se mostró tan vulnerable como en esos momentos se siente ante el frío tacto de Derrick.

— ¿Estás bien? — preguntó Derrick, manteniendo su expresión estoica de siempre.

—... Sí— Penélope bajó la mirada con timidez ante la penetrante mirada de su “hermano mayor”.

—Ya veo— Derrick apartó la mano de ella, sonriendo para sus adentros al presenciar un momento de vulnerabilidad de su hermana adoptiva —he venido a ver cómo estas— inició —dado que padre y Reynold se encuentran trabajando en la forma de demostrar tu inocencia— prosiguió —quiero saber qué es lo que sucedió, Penélope— Derrick pausó, esperando a Penélope.

Derrick está consciente de los rumores que persiguen a Penélope desde que ella asistió a aquella fiesta de té. Desde “se volvió loca y apuntó a Gloria Kellin” hasta rumores tan absurdos como “es la amante de su alteza” o “amante de Carsein de Rass”. Por supuesto, Derrick está celoso, lo está, más está considerando el consejo de Aristia la Monique de escuchar en primera instancia a Penélope antes de juzgarla.

—... Me encontré de casualidad con su alteza— inició Penélope.

— ¿De casualidad? — Derrick frunció el ceño, molesto.

Desde la fiesta de cumpleaños del segundo príncipe, Penélope se reencontró con Calisto y su amistad se reanudó mediante cartas. El duque de Eckart, conocedor del lazo familiar entre ambos, permitió la entrada de los trabajadores enviados por Calisto al llevar ya sea una carta del príncipe heredero o un pequeño obsequio para su hija. Penélope sonreía complacida en cada una de las veces que un conejo blanco es agregado a su colección, causando dolores de cabeza en los hermanos Eckart, especialmente en Derrick.

—Sí... Me encontré con un oso e intenté atacarlo con la ballesta— explicó Penélope —debido a mi falta de inexperiencia, no medí las municiones que tenía...— pausó —al final mi ballesta se quedó sin municiones y su alteza apareció y le cortó la cabeza— continuó menos nerviosa al sentir el alivio de Derrick —me regaño por mi pobre desempeño cazando una bestia difícil de cazar— admitió con vergüenza —y de repente siluetas enmascaradas hicieron acto de presencia— recordó la chica.

— Continua— dijo Derrick, pensando que son los asesinos contratados por la reina con intenciones de acabar con Calisto y hacer del segundo príncipe el siguiente emperador.

—Su alteza me protegió de un ataque— admitió Penélope recordando los reflejos del príncipe heredero y sonriendo involuntariamente. Un tinte rosado se instaló en sus mejillas en tanto recordó los firmes pectorales de Calisto e inmediatamente negó energéticamente —y la persecución comenzó— pausó con nerviosismo —de alguna manera nos enfrentamos a ellos hasta llegar a un acantilado...

—Continua— ordenó Derrick, serio.

—... En un movimiento en falso su alteza me cubrió de un asesino que intentó ir por mí— admitió mientras su expresión comenzó a tornarse triste por segunda ocasión —y ambos terminamos cayendo al precipicio... Tan pronto como salimos a la superficie perdí el conocimiento— admitió Penélope con un tinte rosado recordando despertar entre los brazos del sádico príncipe heredero.

—... Penélope... ¿Eres consciente de la estupidez que me has dicho? — preguntó Derrick, molesto de la reacción de Penélope a la idea de Calisto salvando su vida.

—Pero es la verdad, el hermano Calisto me salvó la vida— Penélope llamó a Calisto por el adorable mote que usó de niña.

— ¡No es tu hermano es un príncipe! — Derrick levantó la voz, molesto — ¿Acaso no comprende que es peligroso si la reina se entera de que el linaje ancestral permanece con vida? — pensó Derrick, apretando la mandíbula.

— ¡Él es mi hermano! — Penélope levantó la voz. Ella mordió su labio inferior llena de impotencia — ¿Por qué el joven duque es así? ¿Realmente odia a Penélope? — pensó Penélope, cansada.

— ¡No! ¡Si ese fuera el caso jamás te hubiera abandonado en el ducado como un objeto desechado! — Derrick levantó la voz, molesto.

— ¡Él no me abandono! — las lágrimas comienzan a caer por sus bellos orbes.

—Penélope— murmuró Derrick, sintiendo un pinchazo de culpa en el pecho al ver a su orgullosa hermana derramar lágrimas cristalinas por sus bellos ojos turquesa.

— ¡Mi hermano me ama, sino fuese así no estaría con vida! — Penélope comenzó a llorar desesperadamente mientras limpia inútilmente las lágrimas —vete de aquí— frustrada consigo misma por tener el estúpido pensamiento de que Derrick ha venido a ayudarle —esperare a que Aristia sane a mi hermano para que me saque de aquí— se sentó en la pequeña cama dándole la espalda a Derrick.

Derrick intentó decir algo más decidió no decir palabra alguna y marcharse del lugar en silencio. Caminó hasta salir de la entrada de los calabozos, deteniéndose al sentir la presencia del molesto pelirrojo que ronda a su hermana adoptiva sobornando a un guardia para entrar a la zona de celdas y consolar a Penélope. El guardia aceptó y Carsein le agradeció entregándole una bolsa de monedas de oro. Carsein entró rápidamente ignorando la presencia de Derrick dado que se escondió detrás de un castillo de concreto.

Derrick, ignorando el hecho de que salió en malos términos de su conversación con Penélope, volvió sobre sus pies en dirección hacia su celda deteniéndose a pocos metros de distancia al observar la cruel escena que presencian sus ojos. Carsein de Rass, el molesto pelirrojo que trata a la princesa de Eckart con una familiaridad que le causa molestia, depositando un beso en la frente de su hermana adoptiva sin soltar sus manos. Derrick apretó su puño en tanto notó la expresión de tranquilidad en el rostro de Penélope.

Derrick intentó intervenir, pero la cabellera rojiza de Aristia la Monique entró en radar. Aristia pasó a su lado sonriendo de lado con clara burla en el gesto dedicándole una mirada que dice “te lo dije, bastardo”. Derrick entonces decidió dejarlos estar e ignorar la escena familiar de dos personas apoyando incondicionalmente a Penélope.

...

El juicio en contra de Penélope dio un giro inesperado en tanto el mismo príncipe heredero hizo acto de presencia en la sala, apoyando la versión de Penélope Eckart. Los murmullos de los nobles no se hicieron esperar en tanto el marqués Ellen soltó la pregunta del millón.

“—¿Qué hacía con su alteza sola en una zona boscosa? — preguntó sin tapujos el marqués Ellen”

Ante tal pregunta los pómulos de Penélope se tornan de un color rosado en tanto la imagen de Calisto conversando con tranquilidad con ella sobre el pasado de la verdadera Penélope y sus razones para dejarla en el ducado Eckart a pesar de que quería llevarla consigo a la guerra y protegerla con su espada, llegan a su mente. Calisto, al observar su rostro inesperadamente tranquilo intervino a su favor, expresándole que no es de su incumbencia.

Para cuando los cargos hacia Penélope se desestimaron y arrestaron a los nobles que la acusaron, Calisto perdió las fuerzas en su cuerpo y Penélope lo socorrió frente a la mirada de algunos nobles quienes observan como la orgullosa princesa parece preocupada por el sádico príncipe heredero. Por lo que al salir de la sala el rumor de un posible romance entre ellos salió de la boca de los nobles.

Penélope, por el contrario, con ayuda de Carsein —el cual le esperaba fuera de la sala en compañía de Aristia—, llevó a Calisto a su palacio. Calisto, negándose a descansar y continuar con su labor como príncipe heredero capturando presas exóticas para obsequiarlas a sus dos damas favoritas, Aristia, la mujer que le salvó la vida, y su adorable hermana Penélope.

Sin embargo, Penélope logró detenerlo de hacer una locura y Calisto accedió a cambio de que ella velase por su sueño a lo cual una sonrojada princesa accedió si con eso se quedase quieto. Y es así como el príncipe heredero accedió a descansar por tres días enteros en lo que durase la competencia de caza en compañía de la princesa Eckart —es decir, Aristia en el cuerpo de Penélope—.

De vez en cuando se ve a Penélope salir de la habitación del príncipe heredero en cuanto él lograse conciliar el sueño. Ella lo atribuyó en un principio a la guerra más después lo descubrió. La pérdida de su madre le afectó demasiado, Calisto la llama en sueños en ocasiones, por lo que Penélope solía recostarse a su lado acariciando con suavidad sus cabellos. En una ocasión incluso Cedric entró sin anunciarse con anticipación saliendo rápidamente al descubrir a la despiadada princesa de Eckart sentada en la cama con la cabeza del príncipe heredero en su regazo mientras la falsa princesa le acaricia con dulzura cantándole una canción de cuna.

...

La competencia de caza llegó a su fin. Calisto, recuperado gracias a las sesiones de poder divino de Aristia —Penélope en el cuerpo de Aristia—, se paró frente a todos y dio el anunció de los diez primeros lugares. Con cada nombre que sale de sus labios, un caballero le dedica su presa a una señorita. En el momento en el cual el nombre de Reynold sale de los labios de Calisto, el segundo hijo del duque Eckart suelta una bomba nuclear:

—Dedico mis presas a la señorita Aristia del imperio de Castina— dijo Reynold con un sutil sonrojo en sus mejillas.

Aristia palideció en tanto escuchó la declaración de Reynold. Le dedico una mirada feroz que Reynold pretendió no ver por lo que guardándose palabras groseras hacia el hijo del duque se inclinó para sonreír falsamente al gesto de Reynold. Penélope y Calisto parados uno al lado del otro, contienen la risa a la expresión de desconcierto de Carsein.

Calisto, aclarando su garganta, anunció el ganador del cuarto lugar. Derrick Eckart, el cual a diferencia de su hermano menor no dedicó sus presas para alivio de las señoritas. El nombre del tercer lugar sorprendió a los presentes de igual forma que el nombre femenino que salió de sus labios. Viunter Berdandi dedicó sus presas a Penélope Eckart por sus contribuciones al imperio causando que un aura oscura se formase alrededor de Carsein, Calisto y Reynold.

Penélope, con una inclinación, aceptó el gesto del marqués. Calisto, continuó con el concurso de caza. El segundo lugar le pertenece a Calisto Regulus, presa que dedicó a Penélope como agradecimiento por salvar su vida. Penélope le devolvió el agradecimiento con gracia y elegancia causando que varios caballeros se sonrojen al conocer una faceta diferente de la princesa falsa de Eckart.

Y finalmente el anunció de la ganadora de la competencia de caza. La señorita Penélope Eckart. Ella recibió el premio como la reina de la caza, ofreciendo su presa a nada más y nada menos que a Carsein de Rass, el cual desapareció en menos de tres segundos mientras un trío de hermanos celosos lo llevan a lo oscurito para saldar cuentas por seducir a su hermana menor. Penélope corrió tras sus hermanos deseosa de salvar la vida del pelirrojo.

Después de una escena de celos orquestada por dos furiosos Eckart y un Regulus, Penélope volvió a la comodidad del palacio imperial a disfrutar del último día en la habitación de Calisto. Penélope, a diferencia de otras ocasiones, recibió un tratamiento por parte de las mucamas que reconoció al instante. Penélope se sonrojó con sutileza en tanto las mucamas la preparan como si se tratase de la princesa heredera recibiendo al príncipe heredero en su habitación.

— ¿Princesa?

La voz del príncipe causó un sentimiento de incomodidad en Penélope. Ella reaccionó, observando con preocupación la decoración de la habitación. Jarrones de rosas colocadas en lugares estratégicos de la habitación, desprendiendo un suave aroma que relaja el cuerpo de la chica. Calisto se acercó a ella frunciendo el ceño en tanto ve el enorme corazón hecho de pétalos de rosas en el centro de la cama.

— ¿Qué mierda hizo Cedric? — murmuró Calisto.

Es cierto que quiere dar el sutil mensaje de que Penélope es una candidata a emperatriz. Es la voluntad de su difunta madre, la primera esposa del emperador, la madre de Calisto. Pero no quiere decir que le faltará el respeto siendo Aristia quien se encuentra en el cuerpo de la mujer que considera su hermana menor.

— ¡N—no es lo que parece! — gritó Penélope, avergonzada.

El adorable grito de Penélope llamó la atención del rubio. Observó a la chica de cabello plateado danzando a cada uno de sus movimientos bruscos por querer ocultar la decoración vergonzosa orquestada por las mucamas. Penélope rápidamente se deshizo del corazón en la cama retirando la sábana con rapidez, lanzando por la ventana la sábana en compañía de los jarrones. El actuar de la chica y su escandaloso sonrojo hizo reír a Calisto.

—Ella es única— pensó Calisto, observando como Penélope se disculpa en repetidas ocasiones por la decoración demasiado avergonzada como para mirarlo a la cara y hecha bolita en un rincón de la habitación.

La puerta del cuarto se abre de golpe. Un confundido Calisto y una Penélope totalmente roja miran en dirección hacia la puerta en donde se encuentra Aristia portando ropa de dormir y peinada de dos trenzas para evitar que su cabello se enrede. A un lado de ella en condiciones similares se encuentra Carsein totalmente avergonzado por la ropa de dormir tan reveladora de Penélope.

— ¡Vamos a tener una pijamada! — exclama Aristia, entrando a la habitación corriendo en dirección a la cama, saltando hacia esta y cayendo en la mullida cama.

—Lo siento, su alteza— Carsein se disculpó —no pude detenerla— miró de reojo a Penélope apartando la mirada de su escote en tanto la penetrante mirada de Calisto lo captó en la movida.

—No importa— Calisto suspiró, resignado.

Desde pequeña, Penélope ha sido un torbellino de emociones en su vida. Calisto ha extrañado a la pequeña maga desde su infancia, una situación comprensible dado que crecieron juntos como hermanos de sangre. La antigua emperatriz veló por Penélope y Elijah en cada ocasión que sus padres hacían trabajo para ella. Calisto mismo trató con una Penélope pequeña corriendo con sus pequeñas piernas detrás de él llamándolo “hermano”.

Calisto sonrió involuntariamente en tanto una serie de recuerdos de su infancia abundan en su mente. Penélope, levantándose de la esquina con ayuda de Carsein, se acercó a Calisto a la par que el pelirrojo recibió un almohadazo de parte de una irracional Aristia, celosa de la amistad de Carsein con Penélope. La falsa princesa ignorando el escandalo orquestado por los pelirrojos tomó a Calisto de la mano llamando su atención. La mirada del sádico príncipe se dirigió hacia ella en tanto sintió el tirón de Penélope, sonriendo de lado al notar cierta preocupación en sus orbes color ámbar.

—Estoy bien— Calisto palmeó la cabeza de Penélope.

Penélope asintió en silencio. Sus mejillas se tiñen de un ligero tono rosado, causando una sonrisa en el príncipe heredero. Como Penélope Eckart, Aristia se ha visto en la necesidad de mostrar cierto afecto por el príncipe heredero, sin embargo, durante la competencia de caza algo cambió en ellos. Penélope —Aristia en el cuerpo de la princesa falsa— ha demostrado tener cierta empatía por Calisto.

Como una hija que perdió a su madre de pequeña, entiende el pesar del rubio cada que mencionan a su madre, entiende el dolor cada que ve a Carsein sostener a Aristia —la falsa princesa en el cuerpo de la futura marquesa Monique— intentando enseñarle lo bueno que es la vida. Ella entiende la cicatriz imposible de borrar en el corazón de Calisto a causa de un mal padre que nunca veló por su bienestar ni mucho menos le otorgó palabras de consuelo a la muerte de su progenitora.

— ¿Penny?

La voz de Carsein llamando a Penélope la hizo reaccionar. Penélope tomó a Calisto de la mano y lo guio en dirección hacia la cama en donde Aristia se encuentra sentada con las piernas entrelazadas y abrazando una almohada, apoyando su cabeza en el hombro de Carsein. Penélope impulsó a Calisto a sentarse de igual forma que los demás, convivir con tranquilidad una noche en donde ninguno de ellos tiene que fingir ser alguien por el bienestar de su respectivo imperio.
Una noche en donde Penélope puede ser Aristia frente a su hermano Carsein. Una en donde Aristia puede ser Penélope frente a su torpe hermano Calisto. Una noche en donde Carsein puede demostrar su afecto por Aristia aun si se encuentra en el cuerpo de Penélope. Una noche en donde Calisto no es el príncipe heredero ni mucho menos el siguiente en la línea de sucesión sino simplemente el hermano mayor que ve con nostalgia jugar a su adorable hermana menor en compañía de sus amigos.

...

La competencia de caza dio fin. Penélope se levantó desde la mañana y tomó el desayuno en compañía de una soñolienta Aristia y un Carsein adormilado. Calisto, como el hermano mayor que ha vuelto a su labor de príncipe heredero, desayuno en soledad en su oficina hasta que es invadida por Penélope, Aristia y Carsein.

El resto del día, Calisto se vio en la necesidad de cancelar cada uno de sus deberes y realizó juegos sencillos en compañía de los tres adolescentes. Penélope demostró su talento nato con la magia. Aristia y Carsein observan con asombro las habilidades de la maga ancestral mientras Calisto sonrió satisfecho con los dotes excepcionales de Penélope. Posteriormente, Carsein y Calisto, a petición de las chicas, se enfrentaron a un duelo amistoso.

— ¡Tú puedes, Carsein! — animo Aristia desde el asiento debajo del árbol.

— ¡Buena suerte, hermano Calisto! — Penélope alentó a Calisto.

Las espadas de los dos cruzan entre sí. Carsein sonrió, emocionado de tener un digno rival de sus habilidades, a la vez inesperadamente contento de recibir el apoyo de Aristia en lugar del apoyo de Penélope. Calisto, con un sentimiento similar en su corazón, continuó el combate dando estocadas poderosas a un inexperto Carsein (con inexperto me refiero a que Carsein no ha ido a la guerra, caso contrario a Calisto que vivió gran parte de su vida en el campo de batalla), el cual apenas y puede defenderse de los ataques poderosos del príncipe heredero.

El combate comenzó a atraer la mirada de los trabajadores del palacio del príncipe heredero. Los caballeros, por supuesto, alaban las habilidades de su señor en el arte de la espada, a la vez se sorprenden de la resistencia de Carsein al resistir un combate prolongado con el príncipe heredero y responder a sus movimientos bruscos con estocadas veloces.

De repente, el sonido de una espada golpeando a otra y el sonido de una espada volando por los aires a causa de un impacto se escucha por todo el campo de entrenamiento. Penélope saltó de emoción en tanto observó la espada de Calisto dar un golpe crucial en la defensa de Carsein causando que la espada del pelirrojo saliese volando a causa del golpe del príncipe heredero.

— ¡Carsein! — Aristia corrió en dirección hacia el pelirrojo preocupada por él.

—Estoy bien— Carsein le sonrió —gracias por el duelo, su alteza— dijo Carsein, inclinándose hacia el príncipe heredero.

—De nada, sir Carsein— Calisto miró de reojo la expresión de Penélope.
Penélope se acercó con rapidez hacia el campo de entrenamiento. Su vestido color rosa que contrarresta por completo con el color plateado de su cabello se ensucia en la parte inferior a causa de la tierra del campo de entrenamiento. Penélope ignoró la suciedad en su vestido y bajo la mirada de los presentes toma la muñeca de Carsein comenzando a aplicar magia de sanación en el pelirrojo.

—No vuelvas a lastimarte— pidió Penélope, sanando con mucho esfuerzo a Carsein.

Como Penélope Eckart, Aristia tiene acceso a los conocimientos de magia ocultos en la mente de la pequeña maga, sin embargo, Penélope tiene poco conocimiento de la magia de sanación por lo que Aristia se vio en la necesidad de invertir gran cantidad de su tiempo en el aprendizaje de magia de sanación. El duque de Eckart observó con preocupación cómo su pequeña hija comenzó a esforzarse de más hasta causar hemorragias nasales a causa de su mala salud.

—De acuerdo, tendré cuidado, Penny— Carsein acarició los cabellos plateados, feliz de recibir una muestra de afecto de Aristia en el cuerpo de Penélope.

—Es suficiente— Calisto tomó a Penélope de la cintura y apartó a la pequeña maga del radar del pelirrojo.

—Cierto— Aristia hizo un puchero abrazándose del brazo sano del pelirrojo — ¿Cuándo te irás al ducado, Penny? — preguntó con cautela.

Penélope dudó en responder, después de todo el duque de Eckart antes de irse le dio total libertad de permanecer en el palacio del príncipe heredero y recuperar el tiempo perdido con su hermano mayor. De repente tres pares de ojos se posan en una Penélope nerviosa de la mirada penetrante de tres personas.

—Padre me dio permiso de quedarme en el palacio de forma indefinida— Penélope se encogió de hombros, avergonzada.

—Entonces pasaremos más tiempo juntos— Carsein le sonrió — ¿has puesto a practicar con la espada? — le preguntó —te recuerdo que volviendo a tu cuerpo el marqués prometió enseñarte la técnica de la familia Monique— le recordó.

—No he tenido tiempo— admitió Penélope —padre me prohibió tomar una espada desde aquella ocasión en la cual tuve un resfriado después de un día de entrenamiento— admitió con vergüenza la falsa princesa.

— ¿Qué haces entonces? — preguntó Aristia, cruzada de brazos.

—He practicado magia de sanación— dijo Penélope —no he dominado por completo los hechizos avanzados e intermedios— apartó la mirada, avergonzada de su torpe intento como maga sanadora —y hechizos básicos son sencillos de realizar, afortunadamente— Penélope rio nerviosa.

—... Se requiere de una manipulación precisa del maná para realizar un hechizo de sanación— explicó Aristia, suspirando profundamente —te costara trabajo por lo que recomiendo practicar como manipular tu maná— miró de reojo a Calisto —su alteza, ¿Por qué no le recomienda un profesor a la princesa? — le preguntó con curiosidad, recordando cómo llamarla en público.

—El emperador ya tiene un ojo en ella después de la fiesta de la competencia de caza— inició Calisto—no quiero que se entere de su linaje ancestral— miró a Aristia.

—De acuerdo— Aristia se cruzó de brazos, girando la cabeza e ignorando la mirada del rubio.

— ¿Sigues molesta por qué te abandone en Eckart? — preguntó Calisto sin rodeos.

—Que tacto— pensó Penélope y Carsein, incomodos de las miradas sobre ellos.

—No estoy molesta— Aristia bufó —es comprensible dado que soy un estorbo para su alteza a menos que sea como emperatriz— retó a Calisto con la mirada —si su alteza piensa fingir en un matrimonio sin amor por el resto de su vida, lo respetare— sonrió de lado con amargura —pero no me haga participar en él— empujó un dedo en el pecho de Calisto — ¿entendido? — recalcó en un tono autoritario.

Calisto guardo silencio a las acusaciones de Aristia. Penélope y Carsein palidecen por completo en tanto el aura del príncipe heredero cambió por completo. Los dos pelirrojos retroceden por instinto abrazándose a sí mismos aterrorizados por el aura de intimidación del rubio y la mirada retadora de la heredera de los Monique.

—Carsein, ¿no le enseñaste a no retar a un príncipe? — murmuró Penélope.

—Lo siento... Apenas pude evitar que asesinara a su majestad Ruvelis utilizando una ballesta— recordó Carsein la principal razón por la cual huyó de Castina con Aristia.

Si. Aristia la Monique convenció a base de palabras dulces y agradables —palabras frías y calculadoras— romper su compromiso mientras le sonrió con dulzura —romper el compromiso mientras le amenaza con una ballesta sonriendo con maldad en su mirada—. Carsein sintió la vida abandonar su cuerpo en tanto el marqués Monique los expulsó de Castina en tanto se enteró del cambio de cuerpos.

— ¿Qué ella hizo qué? — Penélope sintió sus fuerzas abandonar su frágil cuerpo y perdió el conocimiento en brazos de Carsein.

— ¡Penélope!

El grito preocupado de Reynold Eckart alertó a Aristia y Calisto. De inmediato, Carsein llevó a Penélope a una habitación del palacio del príncipe heredero en donde pueda descansar mientras Aristia utiliza sus poderes divinos —potenciados al nivel de una raíz de Vita a causa de la magia ancestral impregnada en el alma de Penélope— para revisar el cuerpo de la falsa princesa.

A final del día Aristia dio un diagnostico favorable. La falsa princesa de Eckart tiene un problema de control de maná, razón por la cual al utilizar un hechizo por más simple que sea pierde el conocimiento. Si utiliza magia por largos periodos de tiempo, tal como ocurrió en el banquete de apertura de caza las funciones de su cuerpo se minimizan al máximo, razón por la cual Penélope fue incapaz de escuchar su corazón al este latir tan débil que apenas y es perceptible por un oído humano. Aristia recomendó reposo por el resto del día y clases de control de maná para aprender a controlar su propio poder, potencializado gracias al poder divino impregnado en el alma de Aristia la Monique que se encuentra dentro de Penélope Eckart.

...

El tiempo, pasó. El ducado de Eckart —la mayoría de las veces el duque de Eckart y un Reynold molesto— visitan a Penélope en el palacio del príncipe heredero con frecuencia, preguntando por su estado. Aristia, en calidad de médico de pila de Penélope, suele dar respuestas cortas, celosa de la atención de su familia hacia la chica que ocupa su cuerpo.
Carsein, a petición de Calisto, está al pendiente de ambas chicas, por lo que suele tener choques de personalidad con Reynold, este último celoso de tener la atención de Aristia para él solo aun sin estar comprometidos. Aristia, ignorando la mayor parte los avances de Reynold, suele pasar el rato tomando té con Penélope y el duque de Eckart o bien jugando con los conejos que Reynold le obsequió.

— ¿Es aquí en donde te escondes?

La pregunta de Reynold alertó a Aristia. La joven de cabello rojo se encuentra en el invernadero de la difunta emperatriz. A petición de Calisto, Aristia gestiona el pequeño invernadero, pasando la mayor parte de su tiempo en el lugar jugando con los animales que Reynold le dedicó, especialmente con los conejos.

—Joven maestro Eckart— Aristia murmuró, frunciendo el ceño involuntariamente al observarlo.

Penélope ama a su hermano es cierto más está resentida con él por el trato del pasado. Si bien es cierto que como Aristia la Monique, Reynold se ha mostrado amable, atento y caballeroso, no deja de lado que la ha tratado peor que un esclavo en su cuerpo original. A pesar de eso le tiene cierto aprecio pero no puede evitar fruncir el ceño cada vez que lo ve.

—Es raro verte sin el príncipe Rass— dijo Reynold, observando a Aristia con interés.

¿Qué pasaría si?Where stories live. Discover now