🎀Capítulo 22🎀

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Las Camelias

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Las Camelias

Unas horas más tarde, almorzaron y luego se fueron con precaución al marquesado. La nueva pareja aquel mismo día acordó que Marsella y Beatrice fuesen las encargadas de desparramar el rumor de un pronto compromiso entre la señorita Londez y el marqués de Imperia y Savona.

Cuando Amorina quedó a solas con su ama de llaves fue muy directa con lo que le preguntó.

—Vos trabajaste para la abuela de Massimiliano, ¿verdad?

La mujer quedó sorprendida ante aquella interrogación.

—Sé que eras su dama de compañía y las dudas que tenía, se me disiparon cuando fue Massimiliano mismo el que me contó de vos, aparte de las cartas que encontré en su dormitorio.

—Tu abuelo quiso que trabajara aquí cuando tú tomaras posesión de esta residencia, y sí, fui la dama de compañía de la marquesa, era muy buena, y la ayudé cuando ellos dos se enviaban cartas —confirmó sin darle vueltas.

—Entonces sabías también lo de la idea de separar el collar, ¿verdad?

—Sí, lo sabía también.

—¿Y no creíste que era un disparate algo así?

—No, me pareció bastante romántico —admitió—, sobre todo, sabiendo toda la situación y las cosas por las que tuvieron que pasar, de alguna manera estaban decididos a que su nieto y tú se conocieran.

—Hicieron una locura, pero fue hermosa. Haber pensado en nosotros, fue muy lindo —expresó Amor con una sonrisa.

—Espero que me perdones por no habértelo dicho antes.

—Tranquila, tus razones habrás tenido y no tengo nada que perdonarte, Beatrice. No has hecho nada malo.

—Se lo agradezco niña Amorina, tienes valores de familia y bondad como los que tenían tus abuelos.

—Gracias, Beatrice —declaró con una sonrisa.

Media hora después, la chica recibió un mensaje de Massimiliano avisándole que acababan de llegar al marquesado.

El día fue muy tranquilo, incluso la reunión que tuvieron con los empleados de la textilería a través de una videollamada para ver cómo iban las cosas y lo que hacía falta arreglar y comprar, lo fue.

Dos días posteriores, el rumor corrió como la pólvora, no solo ambos pueblos y ciudades lo supieron, sino que también el rumor llegó a la revista.

«El Marqués se comprometerá con una plebeya y no con una mujer de título»

La noticia llegó a cada rincón, hasta a los oídos de la baronesa. Adelaide supo que debía de hacer algo para que Massimiliano fuera solamente de ella.

Pidió un coche para que el chofer la llevara enseguida al marquesado, necesitaba hablar seriamente con Carlo.

La baronesa se había instalado a las afueras de Imperia, en un modesto y lujoso chalet, solo con la intención de terminar casada con Massimiliano y así poder ampliar su riqueza, aparte de tener al soltero que la mayoría de las mujeres quería. Estaba muy segura de que iba a ser suyo.

Las Camelias ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora