🎀Capítulo 15🎀

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Días antes de San Valentín

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Días antes de San Valentín...

La relación entre Marsella y Gianni iba mejor de lo que el marqués y la señorita Londez creyeron, no solo se veían cuando estaban en el pueblo haciendo sus trabajos, sino que también fuera del horario laboral.

Era uno de esos días de invierno donde el frío calaba los huesos y se necesitaban litros de chocolate caliente y mucha leña para apalear el crudo clima.

Amorina y su doncella estaban dentro del cuarto de la primera, bebiendo una taza de chocolate mientras que Canela estaba echada sobre la cama y dormitando.

—¿Y cómo vas con Gianni? —Los ojos de la muchacha se clavaron en los de Marsella queriendo saber las noticias.

—Bien. Es muy caballero y atento, me gusta mucho —sonrió emocionada.

—Me alegro mucho, Marse. ¿Y ya hubo un segundo o tercer beso?

La mujer tan pudorosa como era, solo le negó con la cabeza manteniendo una leve sonrisa.

—Vamos a tener que decirle a Gianni que se apure para que te dé varios más. Creí que el día del almuerzo en el parque te lo había dado o eso creímos ver con Massimiliano —la picó.

—No, bueno —dijo con vergüenza—, sí, nos dimos un beso, pero desde ese día en el parque no nos atrevimos a besarnos de nuevo, ¿y tú? ¿Cómo van las cosas con el marqués?

—Nunca tuve algo con él.

—El pueblo cree que pronto se casará, solo esperan que la novia seas tú.

—Massimiliano no se casará conmigo y lo demás solo son rumores. —Admitió muy a su pesar y con melancolía—. Sigamos hablando de vos y tu relación con Gianni, ¿tienen pensado ir a alguna parte el día de los enamorados?

—No hemos hablado de eso y no quiero presionarlo, estamos bien como estamos, no quiero apresurarlo o que tenga la obligación de ponerse en gastos conmigo.

—Pero es muy lindo cuando alguien a quien querés te regala algo, ¿o no?

—Sí, es muy lindo, pero tampoco pretendo que venga con un anillo para desposarme —rio ante su comentario y Amorina lo hizo también.

—Ya sé que no, pero bueno, una nunca sabe esas cosas.

Ambas volvieron a reírse y Canela levantó la cabeza en señal de alerta y comenzó a gruñir y a ladrar. Su dueña la miró y siguió la mirada de la mascota, estaba fija en la ventana, alguien había llegado a la casa.

Se puso de pie y dejó la taza a medio terminar sobre el escritorio para acercarse a la ventana y ver un coche oscuro que no conocía.

—Iré a ver de quien se trata —le comunicó a su doncella.

—Te acompaño.

Cuando las dos bajaron, Beatrice estaba hablando con la persona que había llegado a la casa y apenas se vieron, la mujer entró sin ser invitada.

Las Camelias ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora