🎀Capítulo 25🎀

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Un mes después

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Un mes después...

Faltaban dos días para que Massimiliano se casara con una mujer a la cual no amaba y estaba deshecho, no solo porque la argentina le había dicho que no quería continuar con la relación sino porque quedó con la soga al cuello cuando Adelaide lo amenazó con intentar hacerle daño a su debilidad, Amorina.

Angela y Carlo veían a su hijo resignado a un matrimonio sin amor y a pesar de que su padre al principio era reacio a que tuviera una relación con una plebeya, supo conocerla mejor y entendió que la chica era la ideal para su primogénito. Había dejado de lado las diferencias sociales, el poder y lo que, de alguna manera representaba el apellido de la joven en la ascendencia de su esposa.

Carlo se acercó a su mujer, viéndola tan decepcionada como triste también, a pesar de que estaba preparando algunos arreglos florales para la recepción nupcial que sería en el marquesado, no podía negar lo frustrada que se sentía.

—Creo que, esta vez tampoco ganó el amor —admitió su esposo con la mirada en ella.

—¿Esta vez tampoco? —preguntó alzando las cejas y observándolo con atención.

—Tu madre no se terminó casando por amor y, tú y yo en algún momento tampoco nos quisimos —su confesión la tomó por sorpresa.

—Nunca creí que me dirías eso.

—¿No te parece que es la verdad, Angela? Nuestro matrimonio al principio no fue de flores, nos llevábamos bastante mal hasta que de a poco aprendimos a respetarnos, a querernos y a amarnos.

—Y luego tú dejaste de tratarme como solías hacerlo.

—Supongo que nunca es tarde para enmendar el error, ¿no te parece? Pienso que, hace bastante nos estamos llevando bien de nuevo.

—En eso tienes razón, menos cuando a ti se te ocurrió invitar a Adelaide a la fiesta de bienvenida para el nuevo marqués, tu hijo, y desde ahí todo se volvió un desastre —declaró con seriedad.

—Lo sé y traté, y estoy intentando hacer las cosas bien, desde hace tiempo. Acepté que Massimiliano tuviera una relación con Amorina porque sabía que iba a tener a mi hijo en contra si no la aceptaba, aun así, la jovencita me dejó ver que no es ninguna interesada y que lo quiere, o lo quería bien a nuestro hijo.

—Y ahora no puedo creer que se está por casar con una mujer a la cuál no ama solo porque lo amenazó —contestó la mujer y la barbilla le tembló al recordar las palabras que le había dicho Mass.

—¿Lo amenazó? —Frunció el ceño sin entenderla—, ¿cómo y por qué?

—Hace un mes atrás, después de la inauguración de la restauración de la textilería, llegó aquí exigiendo verte y la recibió Massimiliano, creo que tenía intenciones de verte con el objetivo de que tú hicieras algo a favor de ella.

Las Camelias ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora