Imperia
Residencia del marqués
Massimiliano se encontraba en la entrada de la casa, esperando por Amorina, quien al parecer estaba llegando unos minutos tarde. El hombre vestía de gala, el traje era un frac en color negro con camisa blanca y chaleco negro, con una pajarita del mismo color, llevaba por debajo del frac una banda amarilla cruzada de hombro a cintura, y portaba un par de medallas por el tipo de rango que tenía en las ciudades. Su padre apareció y se acercó a él.
―¿Nervioso?
―No, no es la primera vez que estoy en una reunión así.
―Esperas a alguien entonces.
El hijo miró de reojo y con seriedad a su padre.
―Posiblemente.
―No esperes que llegue quien no está invitada ―acotó con desinterés.
―Tiene una invitación especial del marqués... dudo que no se presente ―sonrió de lado y miró al frente.
Ante el asco que sintió al escuchar la respuesta de su hijo, se giró en sus talones y entró de nuevo para estar con los demás.
Unos pequeños faroles de coche se vieron no tan lejos de allí y Massimiliano se puso nervioso. Se mantuvo derecho y con los brazos detrás de su espalda para esperar por ella. Sabía que era Amorina, lo presentía.
Cuando el guardia de seguridad la demoró en la entrada, le mostró el sobre con el sello en lacre del marqués y abrió las rejas. Al avanzar, ella le dio las gracias desde el interior de su coche y condujo hacia la entrada principal de la residencia.
Estaba muy nerviosa y tenía un revoltijo de sensaciones tanto en la boca de su estómago como en todo su cuerpo. Inspiró y soltó el aire de a poco. Aparcó el pequeño coche junto al de los demás y el Marqués bajó las pocas escaleras para recibirla. Abrió la puerta del coche y él le extendió la mano para ayudarla a bajarse.
Cuando se vieron a los ojos, él bajó la vista al collar.
―¿Cómo es posible que tengas tú el collar? ―Quedó petrificado―. Yo tengo el colgante. Mi nonna me lo dejó junto a una carta.
―No entiendo ―negó con la cabeza sin comprender―. Mi abuelo me dijo en la carta que tenía el collar que me lo entregaba como regalo la marquesa de Imperia y Savona.
―Mi nonna... ―expresó con sorpresa.
El hombre la observó con atención y luego miró el collar de nuevo, cuando continuó hablando levantó la vista hacia ella.
―¿No crees que... que nuestros abuelos quisieron esto?
―¿A qué te referís? ―preguntó quedando con la boca seca y no queriendo escuchar lo que las demás le habían dicho también.
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Las Camelias ©
FantasiAmorina viaja a Italia para hacerse cargo de la residencia que le deja su abuelo, pero cuando llega, descubre que el collar mágico que tiene la conduce a su verdadero destino, y consigo, deberá develar varios secretos que oculta la familia Invernizz...