Olympia y Erik habían visto nacer a su preciosa niña en 1978. Era una niña completamente saludable, llena de amor y vida, la luz de sus corazones
Habían acordado cortar el contacto por el bien de su hija, pues si por alguna razón interceptaban la carta y alguna vez iban por ellos, no serían solo ellos quiénes estarían en riesgo, serían ellos y su pequeña
Así que tenían 5 años sin saber nada del mundo fuera de Polonia y por ellos estaba bien
Ese día Olympia salió al bosque a buscar a Nina porque Erik estaba apunto de llegar de trabajar y todos cenarían juntos
La encontró frente a frente con un ciervo, Nina estaba riendo
—Mami, hablo con los animales —Le dijo emocionada
Olympia quedó sorprendida, siempre supieron que era probable que Nina fuera mutante, de hecho era más que probable, era un hecho, pero no esperaban que su mutación se manifestara tan pronto. En Erik se había manifestado a los 11 y en Olympia a los 9
Aún así, extendió la mano hacía su hija y la hizo entrar para la cena, ella y Erik hablarían después de ese asunto, tal vez era momento de regresar a Estados Unidos y que Nina estudiara en la escuela, estaba segura de que Charles los recibiría con gusto
—Qué tal esta mi hermosa y bella esposa? —Cuestionó Erik entrando por la puerta de su acogedora casa
—Estoy muy bien, qué tal esta mi apuesto y amado esposo? —Cuestionó ella acercándose a él y abrazándolo por el cuello, él la rodeó por la cintura
—Mucho mejor ahora que te veo —Afirmó Erik pegando sus rostros
—Amor, hay algo de lo que tenemos que hablar
—Claro, lo que mi esposa desee
—Papi, papi, hablé con los animales hoy —Entró corriendo Nina a la sala
Erik de inmediato volteó a ver a Olympia y al ver que ella asentía supo que eso era de lo que su esposa quería hablar
Erik soltó a Olympia y se preparó para recibir a Nina en sus brazos y cargarla
—Eso hiciste?
Nina asintió con la cabeza, totalmente emocionada
—Esta genial mi pequeña genio
—Gracias papi —Y lo abrazó del cuello
Esas pequeñas escenas entre Nina y Erik eran un abrazo al corazón para Olympia, porque después de tanto por lo que habían pasado, ahí estaban, escondidos en su pequeño pero gran lugar del mundo, viviendo la vida que querían, merecían y necesitaban vivir. Ver la sonrisa de felicidad pura de Erik cada día era el motor de Olympia, de su Erik, aquel que no vivía de venganza, aquel que siempre estuvo ahí, que solo necesitaba estar a salvo con su familia
—Mami, ven al abrazo —Pidió Nina
—Sí, amor, ven al abrazo —Le siguió Erik
Olympia no tardó en unirse a sus dos personas favoritas, a los dos amores de su vida
Cenaron entre risas y miradas llenas de amor, en un ambiente lleno de paz. Esa noche le tocaba a Olympia acostar a Nina, así que Erik recogería la cocina mientras tanto
—Me gusta mucho ese libro —Murmuró Nina, más dormida que despierta después de que Olympia le leyera la versión infantil de blancanieves
—Descansa mi pequeña —Dijo Olympia dándole un beso en la frente, se levantó para comenzar a irse, pero Nina tomó su mano
—Mami, haces el truco? —Le pidió
Olympia asintió con la cabeza y en la palma de su mano se formó una esfera blanca de luz, no hacía nada más que entrener a su hija, era la forma más básica de su poder y para Olympia era todo, porque amaba la manera en la que los ojos de Nina brillaban al verla
—Ahora yo también tengo un truco —Sonrió Nina
—Así es mi amor, y es uno muy bello
—Gracias mami, descansa
—Descansa mi niña
—Espera
—Qué pasa?
—Te quiero mucho
—Yo te quiero aún más
—Puedes decirle a papi que lo quiero?
—Claro que sí
—Gracias, mami
Entonces finalmente cerró los ojos, Olympia cerró con cuidado y en silencio la puerta tras ella cuando salió y bajó a la cocina con Erik
—Nina dice que te quiere —Le informó y él sonrió con ganas
—Aún no puedo creer como después de todo lo malo que hice la vida me premio con una hija tan maravillosa
—Tal vez porque esa hija sacó lo mejor de ti —Le dijo Olympia sentándose en su regaso y abrazándose a su cuello
—Y lo mejor de ti
—Qué haremos sobre su mutación?
—Le enseñaremos a controlarla —Respondió de inmediato Erik— Por mi experiencia, se te da bien
—Por un momento pensé que podríamos ir a Estados Unidos y que estuviera en la escuela —Confesó Olympia
—Quieres regresar? Si quieres regresar lo haremos de inmediato
—No lo se, soy feliz aquí, pero pienso en Nina, en si le vendrá bien estar rodeada de más niños mutantes, se que a mi me ayudó
—Lo sé, yo también quiero lo mejor para ella, pero no sé exactamente qué hacer. No tuve padres mutantes, no sé cómo hubiera sido mi vida de tenerlos
—Tienes razón —Acordó Olympia— Creo que sigo teniendo ese estúpido instinto de correr a que Charles me de las respuestas a todo lo que desconozco
—Es una suerte que ahora podamos encontrar las respuestas nosotros juntos —Dijo Erik apretando un poco el abrazo
—Una gran suerte
—Bien, entonces, qué te parece si todas las tardes, después de la escuela, van al bosque a explorar qué puede hacer y cuando llegue, yo puedo mostrarle cómo evitar que sus emociones influyan directamente en su mutación
—Me parece perfecto señor Lehnsherr
—Que bueno señora Lehnsherr
Erik se levantó de la silla aún sosteniendo a Olympia, que se había sujetado fuertemente a su cuello para no caer
—Ahora, esposa mía, te gustaría ir a la cama y probar darle un hermano o hermana a Nina?
—Me encanta la idea, esposo mío
Erik llevó cargando a Olympia hasta su habitación y con cuidado la dejó en su cama, comenzó a repartir besos por todo su cuello y cuando Olympia comenzó a quitar la camisa de Erik, la puerta se abrió
De inmediato Erik se bajó de Olympia y acomodó su camisa
—Qué pasa mi bebé? —Le preguntó Erik
—Tuve una pesadilla, puedo dormir con ustedes?
Ellos compartieron una mirada divertida, sabiendo que esa noche ya no iban a tener sexo, pero su hija dormiría en paz
—Claro que sí, mi bebé —Dijo Erik— Siempre que quieras
Hola!!! Espero que les este gustando. No olviden votar y comentar. Gracias por leer y nos vemos el viernes
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Inside my DNA | Erik Lehnsherr |
FanfictieErik Lehnsherr, el mutante lleno de odio y venganza Olympia Madden, la mutante llena de esperanza y emoción Casualidad, destino, ya no importaba, porque ellos dos ya se habían encontrado y las piezas habían comenzado a girar