CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE

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Nos quedamos toda la noche en la sala de espera los cuatro, los padres, Luke y yo. No pudimos dormir mucho, pero de vez en cuando algunos dormían y siempre había alguno que estaba levantado, ya sea tomando un café, preguntando por si tenían noticias o yendo fuera a tomar un poco el aire.

Nadie nos decía nada, nadie sabía nada. Era muy duro, no saber nada. Sabíamos que estaba en quirófano, y que, por lo tanto, lo estaban operando, pero no sabíamos por qué ni cuánto iba a tardar.

No me gustaba estar allí en el hospital. No me gustaban los hospitales. Ya lo había pasado lo suficientemente mal la última vez que había estado allí. Solo me quedé allí porque era Blake y de verdad me importaba. En ese momento no pensé mucho en no querer estar allí porque tenía que quedarme allí si o sí. No podía irme, me habría sentido aún peor.

Poco a poco nos iban dando noticias. Cada vez que se nos acercaba alguien estábamos impacientes. Habíamos pasado horas y nadie nos decía nada.

Nos dijeron que lo habían tenido que operar. Se había chocado con otro coche en medio de una rotonda, y la cosa no había terminado bien. Con la velocidad a la que iba, se chocó con un coche e hizo que su coche girase completamente y acabara en el centro de esa rotonda. No solo eso, pero la señal que había en el medio de esa rotonda había atravesado el coche y le atravesó el estómago y los intestinos. Básicamente, tenía una señal por el medio de la barriga que se tenía que quitar, sin tener en cuenta otras heridas que debía de tener.

La madre casi se puso a chillar cuando escuchó la noticia. Su hijo estaba teniendo una dura cirugía y no se sabía si lo iba a lograr o no.

Pronto por la mañana lo llevaron a una habitación, la número 193. Allí lo trasladaron justo después de la operación. Todavía estaba dormido. Nos dijeron que todavía no había despertado porque necesitaba recuperarse por toda la sangre que había perdido y la complicada intervención que había tenido. Estaba con nosotros, aunque no estaba despierto todavía. Nadie sabía cuándo se iba a levantar, ni si se iba a levantar.

"De verdad, iros a casa y descansad. No vale la pena que os quedéis aquí todo el día. Os llamaré cuando se despierte. Descansad." Les dije a los padres.

Era verdad, no iban a pasarse todo el día allí esperando después de no haber dormido en toda la noche. Iban a estar igual de preocupados en el hospital que en casa, pero al menos en casa no iban a verlo.

No estaba en su mejor forma. Llevaba un tubo, conectado a un montón de máquinas y varios goteros. No habría sido buena idea que estuvieran todo el día viéndolo así.

"¿Segura que no quieres irte tú?" Me preguntó su madre, todavía sin saber qué pintaba yo allí.

"Tranquila, lo necesitáis vosotros mucho más que yo. Te llamaré inmediatamente cuando tenga alguna noticia." Le aseguré.

Luke se fue a casa con sus padres, a mí me iba bien. Si no no les habría dicho que se fueran.

Me senté en la silla que había al lado de la cama, y me quedé mirándolo. Se me llenaron los ojos de lágrimas. Era mi culpa de que estuviera así, yo era el motivo y no podía vivir así sabiéndolo. Necesitaba que despertara. Lo sentía mucho, le quería tanto que no podía ver como estaba así.

[...]

Llegó la familia de Blake, y salí de la habitación a abrazarles. Todavía no teníamos ninguna noticia. Allí fue cuando les dije mi noticia. Creía, y sigo creyendo, que aquel era el mejor momento para decirles la verdad de porque estaba yo allí. En ese momento ya estaban más tranquilos, y necesitaban alguna noticia que no fuera mala.

"Blake y yo éramos novios." Les solté después de un rato.

Los padres se sorprendieron, pero también me abrazaron muy fuerte. Ellos ahora entendían lo que estaba sufriendo, antes no tenía sentido ni por qué estaba yo allí. Estaban muy contentos por los dos, pero también un poco tristes porque no lo sabían antes.

"Lo sé, pero hace poco y no queríamos decir nada todavía." Les expliqué.

A partir de aquel momento me abrazaban y tenían aún mucho más cariño. Ya me cuidaban como si fuese su hija, que ahora aún más.

Nos quedamos allí toda la noche. Los padres y Luke estaban en la sala de espera, mientras que yo estaba en la silla incómoda que había al lado de su cama.

En medio de la noche empecé a oír unos sonidos muy fuertes, como si algo estaba pitando. Eran las máquinas a las que estaba conectado. Me desperté súper rápido pensando que estaba despierto.

Entró su familia corriendo mientras llegaban también enfermeros y médicos.

"¿Qué está pasando?" Gritó la madre, ya que nadie decía nada, solo hacían muchas cosas de prisa.

Nos apartaron de la habitación, por lo cual estábamos los cuatro mirando por el vidrio de la habitación viendo lo que estaba pasando.

El personal del hospital hacía muchas cosas a la vez, veías a enfermeros que entraban y salían con diferentes utensilios y máquinas, otros que tocaban las que ya estaban conectadas a él. Todo era muy caótico. Abracé el brazo de Luke, tenía mucho miedo.

De repente el sonido paró de pitar y los médicos pararon de hacer todo lo que estaban haciendo. Nosotros nos quedamos quietos, no sabíamos que iba a significar.

Salieron todos los especialistas, dejando a uno todavía en la habitación. Entramos, para ver que nos decía. Supimos que iba a ser aquella persona quien nos iba a decir alguna cosa.

"Lo sentimos, pero no lo ha logrado." Nos dijo aquel médico.

La madre cayó al suelo, casi se desmayaba. No nos esperábamos aquella noticia y nadie se la tomó bien. Su madre empezó a gritar y llorar sin parar, y yo también me puse a llorar como nunca lo había hecho, abrazando a Luke. No podía ser verdad. No podía ser que lo hubiéramos perdido por eso, y todo había sido mi culpa. Me hacía sentir aún peor ver como de destrozados estaban sus padres, sabiendo que yo era la culpable.

Se había ido, y todo había sido mi culpa.

ENAMORADA DEL VECINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora