Capítulo 2.

7 1 0
                                    


Ojeras de tres centímetros me rodeaban los ojos, mis dedos estaban helados y entumecidos de usar el mouse del ordenador y tenía más cafeína en el cuerpo que sangre, vamos que estaba como acostumbraba al terminar los proyectos. Ya era viernes y pasadas las tres de la tarde, solo restaba descansar un poco para poder estar mañana en una sola pieza.

Mientras me duchaba no dejé de pensar en si James, alguna vez me volvería a hablar. Pasaron dos días más y ni una noticia de él.

Muchas veces me pregunté qué hubiera pasado si aquel día que lo acompañé borracho a casa solo lo hubiera dejado en el sofá dormido; pero no, tuve que quedarme, cambiarlo de ropa y ver cosas que una simple amiga no hubiera visto; tenía claro que los sentimientos de James eran diferentes y aun así cuando me tomó la mano y me dijo: "Gema" decidí quedarme y darle algo más que consuelo de amigos.

"Soy un puto desastre" – mientras le daba vueltas una y otra vez a lo que había pasado – "una egoísta, eso soy."

Hace poco más de un mes atrás...

– ¿Lauri? Despierta, qué pasó – James me despertó y parecía confundido, no lo culpo, yo estaba completamente desnuda en la misma cama que él, en su apartamento. – Dime que no pasó nada.

"Mierda, mierda, mierda"

– ¿No pasó nada? Lauri, por favor, dime que no pasó nada.

–No pasó nada – "nada que no quisiera que pasara" pensé.

Él se sentó en la cama, con las manos alrededor de la cabeza y solo podía pensar en lo increíblemente bueno que estaba, se le podían notar cada una de las venas de sus brazos y los músculos de su espalda...

"¡Diablos, estoy enferma!, es James, él mismo con el que comía palomitas viendo Star Wars y se burlaba de mis citas"

–Recuerdo poco más de ti ayudándome a meterme a la cama, me duele la cabeza. A partir de ahí todo se vuelve oscuro.

–Ayer bebiste mucho.

–No es solo eso, ¿verdad?

Por primera vez lo vi llorar y me sentí como una basura, ese chico que tenía al frente había sido mi amigo desde la adolescencia, me había cuidado, había golpeado al primer chico que me rompió el corazón, reparaba mi bici siempre que se lo pedía y que había hecho yo, pues no se me pudo ocurrir nada más que acostarme con él mientras estaba más borracho que una cuba.

Me envolví en las sábanas como si fuese un vestido y me puse de rodillas de frente a él, le sequé las lágrimas y lo abracé. Lo tuve entre mis brazos y alcancé a ver al chico que siempre había conocido y sentí su dolor como mío.

Una vez calmados los dos y ya vestidos, yo estaba recostada en el sofá y James preparaba algo en la cocina.

–James, tengo que confesarte algo – encontré algo de valor – la verdad es que... yo estaba borracha también... y

– ¿Y?

Mentí, lo peor fue que me creyó, cuando sabía que yo nunca bebía de más.

–Estaba borracha y algo pasó entre nosotros, pero esto no tiene que cambiar nada James, fue mi culpa.

James se quedó helado, no articulaba palabra alguna, hasta que algo se atrevió a decir:

–Mierda, Lauri, eres una niña, eres mi amiga, lo sabía, en el fondo sabía que había pasado algo más – tomó aire pesadamente – No quería presionarte, ni admitirlo, pero....

Quiero que te quedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora