Capítulo 4

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Ahí estaba yo, hiperventilando.

¿Qué estaba pasando conmigo? Tal vez es un estado post-estrés por la presentación del proyecto. Mejor pensar eso que la otra posible respuesta, la de colapsar por toda la tensión sexual-romántica entre James y yo, bueno, romántica por mi parte, eso me había quedado claro y tensión desconocida-paralizante por Dante, eso último no puedo asegurarlo. probablemente solo fueran los nervios.

– ¿Lauri, puedo pasar?

Era James, me mojé un poco la cara.

–Sí.

– ¿Estás bien?

–Sí, solo debe ser la carga de estrés – estaba de espaldas a James, solo le veía por el espejo que tenía de frente.

Mi cara estaba húmeda, el maquillaje un poco corrido, indudablemente no era mi mejor momento.

–Tranquila, dice Dante que lo has hecho bien, de hecho estaba impresionado.

–Gracias – no sabía qué más decir.

– ¿Seguro que es solo eso? – me puso la mano en el hombro y se puso a mi lado.

¡Diablos! Por qué tenía que ponerme las cosas tan difíciles.

–Sabes bien que no es solo eso – hice énfasis en "solo".

–Lauri...

– ¿Qué? ¿Acaso te es imposible imaginar que pueda sentir algo por ti?

–No, estás confundida es mi culpa, lo siento.

Dio dos pasos atrás.

–Tú y tu estúpida manía de disculparte y responsabilizarte por las emociones ajenas.

Acorté las distancias y continúe hablando, había abierto un tema sensible y ahora no podía parar.

–Yo me hago responsable de lo que siento –James bajó la cabeza, le puse la mano en el pecho mientras le hablaba – responsabilízate de ti mismo y asume que reprimes lo que sientes.

–Asume que tú también sientes algo... – le dije, pero parecía más una súplica.

–Lauri, no es momento de hablar esto ahora, vamos a salir de aquí, Dante nos está esperando... – lo interrumpí y lo besé.

Llevaba días esperando para besarlo nuevamente, sus labios estaban húmedos, olía a menta y jabón. Él me respondió, como siempre lo hacía, sus manos se enredaron en mi cabello, sé que le gusta porque siempre lo hace. Junta ambas manos en mi nuca y me dan escalofríos, él está luchando consigo mismo, pero lo está disfrutando.

Hasta que me separa de él, está sorprendido, no logro descifrar si es por mí o por su reacción.

–Tenemos que detener esto.

– ¿Por qué? – digo con el poco aliento que me quedaba.

–Porque he vuelto con Gema

– ¿Qué? – me dejó helada.

–Esta vez va en serio, yo no soy este tipo de persona y tú mereces alguien mejor. Alguien que solo te quiera a ti.

– ¿Y lo que quiera yo, a quién quiera yo?

–Tienes que admitir que lo que sea que pasara entre nosotros está mal, siempre ha sido cariño de...

–No digas amigos, por favor, ¿a qué amigo le metes la lengua hasta la garganta?

Me toma por los hombros. Me deja sin palabras, me siento como una muñeca entre sus brazos, sin voluntad, sin vida.

– ¡Lauri, basta! – me ordena, tantas veces le pedí que fuera firme con sus sentimientos y cuando siento que por primera vez está siendo firme, resulta que es dolorosamente cruel.

Quiero que te quedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora