Capítulo 15.

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–Cariño, por qué no me dijiste nada – mi madre estaba sentada en el borde de la cama mientras yo recogía mis cosas para irme.

– ¿En serio te gusta Dante? ¿Cómo, desde cuándo...?

–Mamá, te parece si dejamos esta conversación para luego – ya lo tenía todo listo.

–Está bien, yo... no sé qué decirte – parecía sorprendida – cuando llegaron juntos al cumpleaños de James, sospeché algo... pero ahora que los vi, parecían...

– ¿Qué mamá? – le dije esperando algún comentario fuera de lugar.

–Enamorados – dijo y escucharlo en voz alta se me hacía extraño.

–Tranquila mamá – me puse un poco nerviosa – solo estamos saliendo, cuando regreses de tu luna de miel te contaré mejor.

–Vale – me despedí de ella y salí casi corriendo por las escaleras, estaba intentando escapar del interrogatorio de mi madre y de los propios latidos de mi corazón.

Dante estaba esperándome.

– ¿Estás bien? – me preguntó.

–Sí, ¿tú?

Afirmó.

Conocía bien el camino por el que Dante me llevaba, íbamos para mi casa.

–Creí que me llevarías a tu casa – le dije.

–Necesito pensar, estarás mejor en tu casa, de seguro estás cansada.

Por unos cuantos minutos permanecimos los dos en completo silencio, hasta que llegamos al frente de mi casa.

–Dante, ¿qué te pasa?

–Creo que os dos deberíamos pensar en lo que queremos realmente, pensar en lo que es mejor para cada uno y lo oportuno es pensarlo ahora, después nos haríamos más daño.

–Lo que dices suena correcto – hice de tripas corazón y traté de ser racional, justo como lo que él estaba actuando – pero no estás siendo coherente con donde estábamos hace apenas unas horas.

–Lo sé, yo... – hizo una pausa y recostó la cabeza al volante – estoy confundido.

– ¿Conmigo, por lo que sientes por mí? – puse mi mano en su pierna, lo que escuchaba me estaba doliendo, no quería revivir las mismas inseguridades de James.

–No, no es eso – me miró fijamente – no me confunde lo que siento por ti, si de algo estoy seguro es que te quiero, te deseo y quiero repetir hasta que los dos queramos lo que hemos hecho estos últimos dos días.

–No te estoy entendiendo – el corazón se me empezaba a agitar.

–Sabes que te prometí que no preguntaría que pasaba entre tú y James – el corazón me dio un vuelco – y no imaginas el esfuerzo que esto me ha costado...

–Dante...

–Espera, –me interrumpió – me repetía que te preocupabas por él, de la misma forma en que lo haría yo y que tu mayor problema era con Gema.

Los ojos se me comenzaron a llenar de lágrimas, de miedo continuado, por donde iba Dante me aterraba.

–Lauren, yo, no te voy a recriminar nada, no voy a suponer teorías de enamorado celoso histérico, tú no te lo mereces... y hoy, cuando James estuvo frente a nosotros, viví a lo que más miedo le tenía, me sentí desplazado, estaban ustedes dos uno frente al otro y me sentí cómo si sobrara, como si pasara algo más que me estaba negando a mi miso imaginar.

–Dante – el intentó interrumpirme, pero no lo dejé – ¿Qué quieres saber?

–No sé, siquiera sé si quiero preguntar... solo... necesito pensar.

Esa fue la despedida más extraña que he vivido cada movimiento en mi parecía incómodo. Así que me limité a asentir y a salir del coche. Entré al edificio y sentí a Dante marcharse, por un segundo imaginé que esta última conversación no había pasado y estábamos juntos acurrucándonos en mi cama.

Dante no había querido preguntar nada y una parte de mí que no quería contar en voz alta mi enredo con James, se lo agradecía. Pero la otra parte de mí, la que había despertado él, siendo tan cariñoso y atento sabía que le debía una explicación, que estaba siendo terriblemente egoísta y cruel.

La casa estaba tal y como la dejé, volver a entrar fue revivir mi noche con Dante, la nota que me había dejado estaba en la nevera con un imán; me pareció que hubiera sido lindo ver su cara al verla ahí, después de todo se había alegrado al ver que tenía una foto con él. Mientras me bañaba y organizaba un poco la casa no dejaba de pensar en la forma en la que le contaría todo a Dante, evidentemente habíamos dejado una conversación a medias y eventualmente tendría que enfrentar mis fantasmas. Tendría que asumir mi responsabilidad, fui yo quien de cierta forma había empezado todo esto, la primera que buscó a James y la que insistía cada vez que nos veíamos, yo estuve enamorada de James.

Mi relación con James, si le podía llamar relación fue prácticamente unilateral, yo siempre estuve consciente de que si algo nos ataba no era más que la desesperación de mi amigo y mis sentimientos por él. Era el hombre que más admiraba después de mi padre, me sentía protegida por él y le tenía plena confianza. Me sentía como una adolescente, era como una fantasía, enamorarme de mi mejor amigo era como vivir en una película y me dejé llevar. El instinto de proteger a James me hacía actuar como la persona que tenía el control, quería cambiarlo y extirparle a Gema de la cabeza porque me sentía emocionalmente superior, tantos años dejando que él me cuidara y por fin era yo la que podía cuidar de él. Tantas cosas y al final destrozamos esa amistad infantil.

Mientras me obligaba a dormir mi cabeza no dejaba de pensar en Dante, cómo se fue metiendo debajo de mi piel, como cada paso que di con él me hiso sentir a su par, como un igual. En la forma en la que cada mirada me hacía sentir nerviosa, aun cuando James estaba en el mismo lugar y justo ahora estaba perdiéndolo. Cómo podía extrañar algo que apenas acababa de comenzar.

Quiero que te quedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora