Capítulo 12.

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Salí un poco antes del trabajo, Kami había terminado todo y se fue a descansar a casa, se lo merecía, yo me comprometo a echarle un segundo ojo a todo para estar más tranquilas, así que lo dejé todo listo para mañana y me ofrecía manejar para ella para que no tuviera que esforzarse.

–Pero tendrás que regresar en metro – me dijo Kami.

–Oh, no importa, me encanta el metro – era verdad pero así también podría escaparme antes y nadie preguntaría.

Ya estaba en casa, la casa de mi amiga no era tan lejos y pude regresar corriendo. Cómo se me había ocurrido invitar a Dante a una cita en mi casa, recién me daba cuenta de todo lo que implicaba eso, tendría que ordenar, limpiar y cocinar algo.

Estaba tan nerviosa que ignoré hasta los mensajes de mi mamá recordándome la lista de cosas para su boda. Realmente no me llevó mucho tiempo ordenar y limpiar mi piso es pequeño con una sola habitación y el salón tiene cocina americana, mientras ordenaba preparé una lasaña, con la receta secreta que Fede me había confiado, modestia aparte, me quedaban deliciosas, estaba apostando por lo seguro. Dante no tardaría en llegar y yo estaba lisa y algo nerviosa, también quería preguntarle algunas cosas que no me habían quedado muy claras cuando los escuché hablar y sobre Gema, tenía muchas preguntas en mi cabeza.

Siento el telefonillo, son las veinte horas justo, me pregunto si ha llegado a tiempo o tal vez estaba esperando abajo, cualquiera de las dos teorías me resultaban sumamente divertidas.

–Soy Dante – me dijo desde el portal cuando contesté al telefonillo.

–Vale, sube.

Mientras subía apagué el horno para que fuera enfriándose la lasaña, casi se me resbalan de las manos el móvil cuando Dante tocó la puerta, estos nervios de mantequilla terminan traicionándome, lo presiento.

–Hola, Lauren – me tomó de sorpresa verlo tan informal, traía un jersey beige debajo de la chaqueta y una bufanda igual a una que tenía James, mis pensamientos también me traicionaron.

–Hola – le di un beso en la mejilla y no sé si fue impresión mía pero lo sentí tensarse un poco.

Ya estando dentro me sonreía mientras miraba mi casa, creo que le gusta más que a mí. Volvió a tomar la misma fotografía que la última vez que vino en las manos.

– ¡Me encanta esta foto!

–A mí también – la verdad era una de las mejores, todos estábamos radiantes, James estaba a mi izquierda y tenía su brazo por encima de mis hombros, estaba riendo mucho y Dante a mi derecha tenía la cabeza ligeramente inclinada hacia mí y yo estaba enojada, pero me veía muy graciosa.

– ¿Recuerdas lo que te dije ese día?

Negué con la mirada, evidentemente no tenía idea de lo que me decía.

–No pasa nada – dijo mientras ponía la foto en su lugar. – Te dije sonrieras tanto que me ibas a romper la cámara.

Por un momento me quedé mirándolo.

–Ya recuerdo, fuiste un capullo – riéndose se despatarró en el sofá, se veía tan inocente, increíble que después de conocernos durante tanto tiempo estar en este punto me haga sentir tantas cosas que no entiendo.

–Me gusta mucho tu piso, a pesar de estar en el centro de la ciudad.

–Se nota que te gusta – me senté a su lado.

– ¿Siempre notas cuándo me gusta algo? – ahí va, sentí como se me subió el color a las mejillas.

–Cuando decidí mudarme al centro lo hice pensando en la comodidad de no desplazarme mucho – cambié la conversación, mientras el me clavaba sus ojos verdes.

Quiero que te quedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora