||𝟏𝟐

687 98 21
                                    

Y O O N G I 

Cuando Jimin dio una breve explicación de lo que contenía su detalle pude imaginar cualquier cosa menos un organizador para mi escritorio. Recuerdo que en años anteriores me habían dado algunos, pero todos terminaban en la basura porque no encontraba un lugar donde ponerlos y eso solo me agobiaba. Esta vez fue diferente, no es porque sea de Jimin o esas cosas (bueno, tal vez tenga un poco que ver) pero el diseño y los detalles que se mostraban enseñaban la dedicación que le había colocado. 

No era un organizador como cualquier otro, tenía la forma de una pequeña casa que al quitar un seguro se abría y mostraba los compartimientos que eran decorados a detalle. Su diseño estaba basado en el hogar que ambos habíamos construido en Minecraft, tenía desde las lámparas hasta las piedras con las que habíamos arreglado la entrada luego de casi morir y volver aparecer en la zona de las tortugas. Las plantas habían sido realizadas a base de cerámicas y llevadas a la perfección a la realidad. 

El interior no restaba nada, cada habitación había sido personalizada y construida a la perfección. Estaba el pequeño cofre donde guardábamos lo importante hasta la pequeña biblioteca con la mesa de encantamientos que habíamos tratado de hacer. Por las estructuras y la composición que había llevado a cabo se notaba que Jimin si había entendido a la perfección las cosas que fueron enseñando en los talleres en los que parecía estar centrado con su música. Mi cerebro no lograba entender cómo es que Park Jimin, el omega que siempre se la pasaba rayando una hoja, dibujando o perdido en algún lado, había hecho tal estructura de manera impresionante. 

Incluso había colocado a la rana que habíamos adoptado y los honguitos con los que había decorado la cocina. 

— Esto es... — trate de describir todo lo que llegaba a mi cabeza, más los pensamientos parecían haberse apagado. 

Jimin dejo de ver el regalo y paso a jugar con sus manos. Por su aroma pude sentir su miedo, sus nervios. No, no quería que se ponga nervioso, no quería que esté mal. No tenía que hacerlo luego de haberme regalado algo tan hermoso y valioso. 

— Muchas gracias, Park. — y aunque mi tono fue algo seco, mis ojos dejaban a ver todo el debate interno que podía haber dentro mío. Era un mar de emociones que detestaba. 

Trate de sonreírle y él tomó la acción como una libertad para levantarse y arrojarse a donde estaba. Trate de empujarlo cuando sentí la incomodidad por tener un contacto físico tan directo, más mi lobo exiguo que lo dejara en paz por la tranquilidad que nos generaba su peste de chocolate y fresas. 

— Sal de encima de mí, maldición. — gruñí cuando la presión sobre mis brazos se incrementó.

Con sus mejillas algo rosadas Jimin se levantó y acomodo unos mechones que se habían metido en su visión; fue extraño ver como pareció perderse en la forma que sus rulos se formaban cuando lo enrollaban con su dedo. Tanto Seokjin como Jungkook se encogieron en hombros, como diciendo "nosotros tampoco sabemos nada". Sin decir nada me levanté y sacudí el pasto que se había metido en mi ropa. Mire la pantalla de mi celular segundos después y tome mi mochila juntos a los regalos. Basto un gesto para llamar la atención de mis amigos, a excepción de Jimin que se centró en ver otras cosas que no tenía nada que ver; al parecer noto la presencia de los tréboles.

— Oye, Park. Ya vamos al auto. — lo llamé cuando todos estábamos listos, pero él seguía sentado. — Levántate o te dejamos atrás.

𝐒𝐎  𝐖𝐇𝐀𝐓 ||  𝐘𝐎𝐎𝐍𝐌𝐈𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora