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La mañana finalmente llegó y con ella el sonido del despertador mató el silencio sepulcral que se había formado en la habitación del príncipe. George extendió el brazo para apagarlo y así volvió el silencio. El príncipe se estiró un poco en su cama y se sentó en el caro colchón en el que se había acostumbrado a dormir desde que tenía memoria. Tras esto salió de entre sus sabanas para dirigirse al baño y lavarse la cara y los dientes para lucir más presentable.

Hoy tendría que ir a los jardines con Dream y su padre, y sabía lo que eso significaba. Su padre antes de ser rey y casarse con su madre fue un guerrero. Pero no un simple guerrero, fue uno de los nobles más fuertes que L'Manburg ha podido tener. Conquistó a la princesa heredera al trono con sus riquezas y su clase al blandir la espada y siempre esperó que sus hijos pudieran ser tal y como él.

Quackity siempre estaba emocionado por escuchar las historias que contaba su padre en las comidas y las cenas que tenían juntos, las cuales eran escasas. Y persuadido por los cuentos de hadas de su padre decidió que sería un caballero tan magnifico como él.

Eret y él, por otro lado, siempre fueron más pacifistas que su hermano. Eret creía en un mundo donde la gente no tuviera que pelearse para sobrevivir. Donde nadie tuviese que esconderse y donde nadie fuese juzgado por ser quién es. Su hermana estaba muy decidido a cambiar el país a mejor y ahora sería George quién lo haría por elle.

George nunca se llegó a plantear como veía el mundo.

Quería la paz como cualquier ser humano decente pero también tenía a la realidad de su lado y sabía que eso era prácticamente imposible. Sabía que los humanos son incapaces de no juzgar a primera vista y que el mundo que Eret buscaba crear no era tan diferente al de Quackity, una mera fantasía.

Pero ahora que Eret no estaba trataría de gobernar L'Manburg tal y como ella lo habría hecho. Cambiaría el país para parecerse lo más posible a lo que su hermano deseaba y anhelaba.

George salió de su habitación cuando terminó de ponerse su ropa de combate. Su padre ya les había tratado de enseñar a pelear antes pero siempre acababa frustrado y gritándoles que no hacían nada bien. Sabía que esta vez no sería diferente.

Cuando llegó al jardín se encontró con Dream ahí pero al parecer su padre aún no había llegado así que suspiró con alivio y una sonrisa se formó en su rostro.

–Buenos días príncipe George– dijo Dream con una sonrisa y una reverencia.

–Ya te he dicho que te ahorres los formalismos Dream.

–Estoy seguro de lo que hago.

Y antes de que George pudiera responder su padre apareció tras ellos con una sonrisa en la cara.

–Hace un buen día para practicar un poco– dijo su padre. Y era cierto.

No se veía ni una nube en el cielo, corría una ligera brisa que hacia que el sol no fuese tan abrasante y los grandes árboles creaban una sombra incompleta con sus hojas. Realmente era un buen día, excepto por el hecho de tener que entrenar lucha con su padre. Eso le bajaba puntos al día.

–Dream, ve a por tres espadas y tres escudos al cobertizo– ordenó su padre. Dream realizó una reverencia y se dirigió al lugar indicado– ¿Estás preparado George? Sabes que no te lo voy a poner facil.

–Lo tengo claro padre.

Su padre iba a continuar con la conversación pero Dream llegó con lo que le había pedido y al parecer se le olvidó, George se lo agradeció por dentro.

–Tres espadas y tres escudos su majestad– dijo Dream entregándoselo con una reverencia.

–Oh, tan productivo como siempre. Me gusta que te hayamos contratado Dream.

Rewrite the stars - DreamnotfoundDonde viven las historias. Descúbrelo ahora