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Quackity despertó en su habitación como de costumbre, bastante tarde. Al ser tan joven sus padres a penas le cargaban de responsabilidades como a su hermano y una de las ventajas que poseía era poder despertarse a la hora que quisiera.

Esta vez había sido a las nueve y media de la mañana, lo que quería decir que si se daba mucha prisa aún podría ver a George esa mañana antes de que entrase a estudiar a las diez.

Corrió en dirección a su armario con el objetivo de cambiarse la ropa en tiempo record y así lo hizo, tan solo eran las diez menos cuarto y ya se encontraba listo para salir de su habitación.

Cuando pensó que su misión estaba cumplida se dispuso a salir de la habitación pero al mismo tiempo que trataba de abrir la puerta un mayordomo realizaba la misma acción.

–Joven Quackity, los reyes le buscan– su emoción se desplomó, si sus padres querían hablar sabía que no tardarían menos de quince minutos en decirle lo que fuera que tenían en mente. Hizo un puchero para después asentir y seguir al mayordomo hacia la sala del trono donde se encontraban sus padres.

–Sus majestades, el príncipe Quackity– dijo el hombre al mismo tiempo que hacía una reverencia.

–Muchas gracias, puedes retirarte– añadió la reina. El mayordomo asintió y acto seguido se fue de la habitación dejando solo a Quackity con sus padres.

–¿Que pasa?– cuestionó Quackity algo curioso por lo que sus padres tenían que decirle. Aún tenía esperanza de encontrarse a George de camino a donde estudiaba.

–Solo queríamos preguntarte qué hiciste ayer, se nos ha informado que ningún sirviente ni caballero te vio por ningún lugar del palacio hasta altas horas de la noche acompañado de Dream y tu hermano– mencionó el rey mirando fijamente a su hijo.

Quackity, aún con su corta edad, siempre se había considerado una persona segura de si misma. Al menos eso es lo que George siempre le decía. Pero en ese momento sus piernas se encontraban temblando tal y como si fuesen gelatina. Su respiración era algo herratica y no pudo evitar un pequeño tartamudeo salir de entre sus labios antes de responder.

Estaba seguro de que está situación no era buena para un niño de a penas cinco años. Quackity sabía que tenía tareas que hacer y también sabía que debía de haberlas hecho ayer que era su día libre, pero se entretuvo tanto con Dream que lo olvidó por completo.

–Quackity, no queremos que seas tan irresponsable como tus hermanos– comenzó a decir la reina– todos en este reino tenemos responsabilidades que hay que cumplir y tú, como miembro de esta familia, también las tienes. Tus tareas son las más sencillas pero siempre encuentras la manera de arruinarlas. Así que dinos, ¿Donde estuviste ayer durante todo el día?

Quackity se mantuvo mirando un punto fijo en la pared pensando en que responder. No había hecho nada malo con Dream, tan solo se lo habían pasado bien. Pero ese era el problema para sus padres por lo que estaba totalmente sin palabras.

–¡Quackity!– gritó su padre al verle distraerse. El grito le hizo salir del trance instantáneamente y responder con lo primero que se le vino a la cabeza.

–Estaba jugando...– eso era lo último que debía decirle el pequeño príncipe a sus padres y al mismo tiempo fue lo único que salió de su boca.

Su padre suspiró con clara decepción y antes de poder decir algo su madre se le adelantó.

–No pudimos tener tres hijos más inútiles ¡No se quien se hará cargo del reino si dos son inveciles y el otro está muerto!

Ante la mención de su hermano mayor Quackity se tensó, este aún era un tema serio para George y para él.

–Quackity, esperaba más de ti. Distraerse jugando y perder un día de trabajo ha sido irresponsable de tu parte y espero que sepas que pagarás ese día con tareas extra.

Quackity asintió mientras escondía todo lo humanamente posible las lágrimas. El pequeño niño se encontraba totalmente indefenso en esa sala y con lágrimas amenazando con salir de sus ojos.

–Puedes salir hijo– dijo su madre regresando a los papeles que había dispersos por toda la mesa.

Quackity hizo caso a sus palabras y no más de dos segundos tras pasar bajo el umbral de la puerta salió corriendo hacia la habitación de George con las lágrimas comenzando a salir de sus ojos.

Ante sus padres debía actuar como alguien fuerte pero sabía que no tenía que ser igual, ni mínimamente parecido, con George.

Abrió la puerta de par en par rezando por que su hermano aún no se hubiera ido y ahí se encontraba. Mirando por la ventana junto con Dream a su lado.

Se disculpó en su interior por arruinar el momento pero nada más verlo llorar George se separó de la ventana y caminó hacia su hermano con los brazos abiertos.

Quackity se abalanzó sobre su hermano olvidando por completo la presencia de Dream. Realmente tenía confianza con ambos por lo que no le importó contar todo en voz alta sin miedo a que le juzgasen o pudiesen pensar de él.

–¿Que ocurre Quackity?– preguntó George bastante preocupado por el bienestar de su hermano.

–No quiero ser un principe– añadió el pequeño llorando– No quiero ser de esta familia.

Tanto George como Dream le miraron con sorpresa y preocupación tras estas afirmaciones.

–¿Porque dices eso Quackity?– cuestionó George.

–Mamá y papá me han gritado porque ayer estuve jugando con Dream y se me olvidó hacer las tareas ¡No es justo! Mis amigos nunca tienen que hacer tareas y siempre están jugando y yo no puedo ni salir del palacio.

Quackity siempre había sido la luz que iluminaba los días de George y ahora, por culpa de sus padres, se estaba apagando al igual que se apagó la de Eret alguna vez.

–Quackity ¿Tu que quieres hacer cuando seas mayor?– le preguntó George. El pequeño se secó las lágrimas con la manga de su camisa antes de responder.

–Quiero ser un caballero, pero papá ha dicho que es una tontería porque soy muy débil.

–Cuando sea rey, te prometo que te nombraré caballero ¿Está bien?– los ojos de Quackity se iluminaron con las palabras de George.

–¿No soy muy débil para eso?– preguntó el pequeño de todas formas.

–Claro que no lo eres, ayer cumpliste tu primera misión y te aseguro que lo hiciste perfectamente. Es más, yo podría entrenarte personalmente si eso es lo que quieres– añadió Dream con una sonrisa. Quackity volvió a sonreír una vez más. La ilusión volvía a correr por sus venas.

–¡Si, por favor!

Tanto Dream como George sonrieron al ver al pequeño tan emocionado. El príncipe miró a su caballero y sin mencionar nada le dio las gracias con la mirada. Aún cuando George no había hablado Dream pudo entender perfectamente lo que le estaba tratando de decir por lo que le sonrió de vuelta a modo de decirle "No hay porque darlas"

Rewrite the stars - DreamnotfoundDonde viven las historias. Descúbrelo ahora