Después de recuperar la insignia de Felt, resulta que Subaru es el quinto candidato perdido de la selección real. Al ver que Subaru y Emilia no quieren separarse, Roswaal propone que Subaru y Emilia se casen para tener una ventaja política.
El primer vistazo que tuvo la Duquesa, y buena parte de los presentes en la sala del trono, de aquel desconocido quinto candidato fue…
A paso firme y seguro, como se esperaría de un noble de alta cuna, un joven de cabello negro vistiendo un fino traje de gamuza azabache. Una elección de guardarropa apropiada para la ocasión, que en teoría debería garantizar el respeto de los aristócratas más quisquillosos. Era imponente, pero el color y los detalles purpura de su ropa solo hicieron resaltar sus ojos maliciosos, parecidos a los de un yakuza.
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Pese a las miradas afiladas de los presentes, Subaru avanzó con una expresión serena. Gracias a la fuerza que le daba, quien se sujetaba con elegancia a su brazo izquierdo…
La hermosa semi-elfa de cabello plateado, la primera persona que le mostró amabilidad en este mundo diferente, su gran amor y esposa, Emilia. Quien lucía una versión oscura y más ajustada de su ropa habitual. A los ojos de Subaru se veía como toda una reina, pero para cierto sujeto que no dejaba ir su yelmo, era la viva representación de una「Reina Demonio」, del tipo coleccionable que encontrarías en un gashapon durante la temporada de Halloween.
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Al frente de la pareja, dos encantadoras doncellas dispersaban flores sobre la alfombra escarlata, que decoraba el camino hasta el Trono Real.
Unos pasos atrás del llamativo sequito, el Marqués Roswaal caminaba con la consternación marcada en su rostro. Probablemente era la primera vez que él no era lo más resaltante en este lugar, aunque fue él mismo quien sugirió y diseñó el vestuario de los Natsuki.
—Me siento un poco fuera de lugar aquí~. Bueno, que se le va a hacer —dijo el mago.
—Vaya, esto sin duda es todo un espectáculo —murmuró la candidata Anastasia. aquel comentario no pasó desapercibido para el entrenado oído de la Duquesa Karsten, quien asintió en probación.
Los nobles susurraban, con expresiones de miedo y desprecio dibujadas en sus rostros. Tal muestra de discreto desdén llamó la atención de Emilia de mala manera, aunque esperase desde un principio que algo como esto pudiera ocurrir, no dejaba de ser desagradable para ella. Pero esta vez no estaba sola, tenia a su esposo para darle fuerzas en cada momento.
