El ambiente en el hospital estaba extrañamente tranquilo, por lo menos en el piso donde estaba Ela. Hacía un rato solo escucharon el sonido de varias sirenas de ambulancias y seguido los pasos presurosos de algunos médicos y enfermeras.
Aidée estaba vigilando el sueño de su hija, a pesar de los ojos cerrados su rostro no reflejaban la paz que se esperaba, su ceño estaba ligeramente fruncido y eso no era normal en ella. Miró nuevamente a su nieto y se dio cuenta que sus rasgos eran más parecidos a los de su padre, evidentemente no iba a tener el cabello negro de este lado de la familia. Solo esperaba que también sacara los ojos verdes de su madre y hermanas, esos ojos que ella amaba tanto, los de su esposo.
Una enfermera llegó a verificar las vías de ella y sonrió al ver al bebé durmiendo en la cuna a su lado.
– Hay mucho movimiento hoy, cierto.
– Si, estos días nadie los quiere. Demasiada lluvia y ese accidente, hay varias clínicas y hospitales atendiendo los heridos.
– Pobre gente, de seguro en sus casas los están esperando y no sabrán nada. Ojalá no haya muertos.
– Eso es lo peor, si hay víctimas fatales. Al menos tres personas que se sepa. – En ese momento la piel de Aidée se erizó y no supo por qué. En todo caso ya verían en el noticiero de las siete lo que pasó.
La enfermera se retiró y dejó a las dos mujeres que recién habían dado a luz con sus acompañantes y los bebés. La otra mujer era muy joven una chica que parecía tener no más de dieciocho años, estaba con su compañero, un muchacho igualmente joven.
Solo unos minutos después Ela se despertó, su madre tenía en brazos a un inquieto Esteban, que, enrojecido, parecía querer llorar. Se acomodó en la cama y con un gesto de sus manos pidió a su madre que le diera a su bebé. Solo fue cuestión de acomodarlo en su pecho para que este reclamara su premio.
Estaba anocheciendo cuando llegaron dos de los hermanos de David. Su sola presencia hizo que Ela pusiera toda su atención en ellos. Se veían desencajados, como si hubiesen estado llorando. Luis Carlos y Leonel no sabían cómo actuar o qué decir. En un momento el mayor de todos salió de la habitación con Aidée y Ela los miró extrañados.
Luis Carlos que se había quedado con ella solo miraba a su pequeño sobrino y le tocaba los pies, no miraba a Ela, solo hacia sonidos hacia el bebé y ella que ya estaba muy preocupada por la ausencia de su esposo empezó a sentirse cada vez más nerviosa.
– Luisca, dime que está pasando. Estoy muy preocupada por David, no entiendo que le pudo haber pasado para que no esté aquí. – La calma que la caracterizaba estaba desapareciendo, durante todo el día había estado preguntando y nadie le decía nada, en un momento, su madre, vencida por su insistencia le dio el celular y ella marcó, pero la llamada no conectaba, el teléfono celular de David estaba apagado. Por más que insistía no cambiaba el resultado.
– Tranquila, Ela, todo va a estar bien. – Dijo su cuñado con la voz rota y la mirada acuosa.
– Mamá, Leonel. – Llamó desesperada Ela y ambos entraron apresurados a la habitación – Díganme que está pasando, sé que algo sucedió, no me oculten nada, por favor. – Susurró lo último sintiéndose sin fuerzas.
Los tres se miraron y Aidée caminó hasta ella, le agarró una mano y abrazó con la otra. Sus cuñados la observaban. Sus miradas eran cada vez más húmedas y eso hizo que en ella también se hicieran presentes las lágrimas.
Por un largo minuto nadie fue capaz de decir nada, solo se miraban, Leonel negó y Luis Carlos solo agachó la cabeza dejando salir un sollozo, al final, sin palabras, Ela comprendió para donde iba todo y una lastimera negación salió de su garganta.
– Hija, David... David...
Una enfermera entró y preguntó por qué el llanto y fue más duro el golpe, porque en ese momento su cuñado pronunció las palabras que no quería oír. Lo dijo y la enfermera la miró con entendimiento. Un momento después una médico acompañaba a la misma enfermera y trataba de darle palabras reconfortantes. El llanto de su hijo se hizo más y más fuerte y su abuela no fue capaz de hacerlo callar. Aun así, ella se negaba a aceptar el veredicto del destino.
Tuvieron que sedarla y mantenerla de esa forma por las siguientes horas, solo a la mañana siguiente cuando despertó y se le miró un poco más calmada se le habló del tema.
– Él venía en un taxi para el hospital, – Explicó Leonel – estaba lloviendo, la autopista tenía tráfico y según se ve en las cámaras a uno de los carros que iba adelante se le explotó un neumático, varios carros chocaron y otros se salieron de su carril, lastimosamente mi hermano quedó atrapado, sus heridas eran muy graves, no pudo llegar al hospital. Ela él venía por ustedes, estaba feliz, me había llamado un rato antes para avisarme que ya Esteban venia en camino. ¡Esto es tan injusto!
Ela lo escuchó, pero se negaba a aceptar que fuera de David de quien estuvieran hablando, él no podía, simplemente no podía estar muerto, su hijo acababa de nacer y todos lo necesitaban, ella lo necesitaba ¿Cómo podía ser la vida tan injusta?
A partir de ese momento todo pasó como a través de una pantalla. Fue llevada hasta su apartamento, el funeral lo hicieron en el pueblo cuatro días después, porque él amaba su tierra Las niñas se aferraban a ella y dormían todas juntas en la misma cama.
Un día, en medio de esa niebla en la que se había encerrado, observó a dos hombres elegantemente vestidos que requerían su atención. Eran funcionarios del banco donde habían hecho el préstamo para comprar el apartamento. Lo único que pudo entender era que el banco siempre le colocaba un seguro a cada cliente para que este compensara en caso de ser necesario, al final se quedó con la noticia de que no debía pagar más, el seguro cubriría el resto del crédito así que desde ese momento ella era libre los pagos.
Cada día se levantaba como autómata, alimentaba a su bebé, pero no de ella sino con una botella y leche de fórmula, se había secado y no pudo darle más que un par de veces, los médicos le dijeron que fue el estrés o la impresión, en todo caso, no pudo alimentar del pecho a su hijo. Su madre la acompañaba cada día, se había mudado con ella y estaba tratando de mantenerla de pie.
¿Cómo se puede ser feliz cuando tu otra mitad no está y no pudiste despedirte, porque simplemente te fue arrebatado y no pudiste tener tu felices para siempre?
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Espero lo hayan disfrutado!!!
ENJescano1717- 0320112022
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Déjame quererte
RomanceJorge Armando Mishaan, ha asumido el control de las empresas de la familia, todo debería estar bien para él, pero no, nada está bien, al parecer todo ha perdido sentido y él siente que su vida no tiene sentido. Su matrimonio se ha desvanecido y a pe...