11| ¿La Conoces?

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JACOB

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JACOB

Mis oídos captan un zumbido junto cuando cruzo la franja de meta, convirtiéndome así en el ganador de la carrera. Desde el momento uno supe que saldría victorioso de esto. Y es que, la determinación que poseo a veces me da miedo, aunque ha sido eso mismo lo que me ha hecho lograr todo loque me propongo.

«Eres el puto Dios de las carreras», me alabo para mis adentros al tiempo que disminuyo la velocidad hasta detenerme.

Tan pronto apago el motor de la moto me saco el casco para poder mirar a las gradas y saludar a todas esas personas que exclaman mi nombre en un mismo coro. Es en este preciso instante donde recuerdo que Isabella se halla en algún lugar de las tribunas. Sin ni siquiera percatarme de lo que hago, comienzo a buscarla con la mirada. Tras barrer el rostro de varias personas con mis ojos ellos terminan chocando con esos grandes iris color café por los que se cuela unos reflejos dorados, noto como de un momento a otro su mirada se va llenando de un miedo atroz. Logro divisas que sube una mano a su pecho y como él sube y baja a un ritmo acelerado. Entreabre la boca en busca de pedir ayuda o decir algo, pero no lo consigue, en vez de eso sus ojos se cierran y con eso su cuerpo se desploma.

Por un microsegundo me quedo paralizado en el sitio. Siento como mi fisonomía toma una expresión terrible; mis ojos se agradan como si presenciara un espectáculo aterrador, mis manos caen a mis costados y un gruñido inconsciente escapa de mis labios:

—Mierda.

Dejo el casco en el asiento de la moto y este termina estrellándose contra el piso, sin embargo, esto no me hace despegar mi interés de lo que estoy observando. Con un impulso casi estallando en mi pech salgo corriendo con dirección a las gradas. Las personas que estaban a su lado ya se encargan de ayudarla, pero ella no parece reaccionar. Salto la reja que divide la pista de las gradas y subo los peldaños a grandes zancadas, muchas personas a mi alrededor buscan felicitarme por mi triunfo, yo esquivo a cada persona que me encuentro en el camino. Me abro paso por todo el océano de gente que va de aquí para allá, llegando al fin al punto donde unas cuantas personas siguen intentando despertar a Isabella.

—¡Permiso! —Me agacho hasta tomar a Isabella entre mis brazos y al instante me percato de que ella sigue respirando.

—¡Busquen alcohol! —grita una voz desde detrás de mis espaldas.

Una de mis manos sujeta unas cuantas hebras de su cabello y lo eco hacia atrás para así poder tener una mejor visibilidad a su rostro. Lo primero que advierto es que su rostro está muy pálido, demasiado diría yo. Lo segundo es que sus labios se miran resecos y sin una pizca de hidratación.

—Hay que llevarla a un hospital —mascullo entre la algarabía.

Mi conciencia me dice que deber ser revisada por un medico cuanto antes, pero muy rápido pienso que no puedo llevarla en mi moto. En seguida caigo en cuenta que solo una persona puede ayudarme y ese es Jeremy, él es el único en este lugar que puede conducir como lo haría yo y con esto es más seguro llevarla en un auto en vez de en una motocicleta.

Siete Semanas| Completa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora