|Adelanto|

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Es incomprensible que un momento como este sea el catalizador de una revelación tan profunda, como lo es comprender que lo que hemos estado sintiendo Jacob y yo va más allá de un simple gusto, incluso es tan intensa nuestra conexión que no puedo llegar a ponerlo en palabras.

El choque del auto es inminente, y yo para este punto estoy preparada para recibir el impacto, pero nunca iba a estar preparada para lo que en realidad estaba por suceder.

El silencio se rompe con un grito desesperado que escapa de mi garganta y un fuerte revés que me lanza hacia un lado del coche. El impacto es brutal, la estancia es invadida por cristales rotos y el terrible sonido metálico del metal cediendo ante la fuerza del coche. Mi cuerpo se estrella contra mi ventanilla y la visión se me vuelve borrosa al instante. El roce de vidrios rotos contra mi piel y el retumbar de mi corazón acelerado inundan todo el aire a mi alrededor. Cada rincón de mi mente se nubla ante este segundo de caos y, aunque me esfuerzo para no cerrar los ojos, ellos se apagan.

Cuando la maldita calma regresa, recobro la consciencia en un abrir y cerrar de ojos y mis nervios se agarran al terror. Lo primero que hago es girar mi mirada hacia Jacob, lo que observo me deja sin aire. Él yace inerte a mi lado, inconsciente, con sangre por todo su rostro, víctima de haber sido el mayor afectado por la colisión. Mis manos tiemblan mientras me suelo del cinturón para luego acunar su ensangrentado rostro entre mis manos, esperando que abra los ojos.

—Jacob... —lo llamo, deseando que mi tono rompa el hechizo que lo mantiene sumido en la oscuridad —Jacob...

No hay respuesta.

Las lágrimas me nublan la vista mientras me aferro a su rostro.

—¡Jacob! ¡Jacob, despierta! —Mis palabras se mezclan con las gotas saladas que me invaden el rostro, y el silencio angustiante que llena el interior del coche parece absorber toda la esperanza. —Jacob, por favor —musito entre sollozos.

Sus ojos permanecen cerrados, como si una sombra le hubiera robado la luz que una vez los iluminó. Tomo su mano, que parece frágil, y la aprieto con fuerza. Su piel sigue caliente, pero no responde a mis llamados, en este momento comienzo a sentir el peso del miedo, temiendo lo peor.

—Vamos, por favor...

El silencio que me abraza es ensordecedor mientras mis súplicas caen en un abismo sin fin. Sin embargo, algo en mi interior se niega a rendirse. Estoy siendo superada por una determinación feroz que no es opacada por nada.

Mis manos, ya convertidas en un manojo de nervios, buscan su pulso, desesperada por encontrar una señal de vida que calme todo el torbellino que me consume. Me quedo sin aire una vez más al no encontrar nada, pero al presionar mi mano contra su pecho detecto un tenue latido bajo mi palma.

—Te sacaré de aquí —jadeo.

Entiendo que debo actuar rápido. No me importa lo adolorida que me sienta, tengo que encontrar una manera de salvarlo.

En medio de las lágrimas que continúan bañando mi rostro, busco mi teléfono y marco el número de emergencia. En los segundos interminables que espero por una respuesta le sujeto la mano a Jacob y la aprieto, incapaz de contener la angustia que me invade. Cuando finalmente una voz del otro lado de la línea responde explico la situación lo más rápido que me es posible y la mujer que toma mi llamada me dice que en dos minutos llegarán las personas que me ayudarán.

Cada segundo que pasa es un infierno para mí, en cada minuto que pasa sigo llamando al chico que tengo a mi lado, pero nada, no hay respuesta. Levanto la mirada hacia el exterior y veo luces destellantes, la ambulancia ha llegado al lugar. La esperanza vuelve a surgir en mí, como una chispa débil pero decidida.

Antes de que los paramédicos lleguen a nuestra altura, encuentro fuerzas en lo más profundo de mi ser, y una vez más, con voz temblorosa, lo llamo.

—Jake —no sé porque, pero me sale llamarlo por ese apodo que he escuchado que le dicen —...Jake, estoy aquí contigo...quédate tú también conmigo...

Un leve movimiento de sus párpados despierta cada fibra de mi ser. Pero es justo en este segundos cuando los paramédicos se meten dentro del coche y empiezan con las medidas para estabilizarlo. Un poco aturdida, salgo del auto y corro hacia donde los especialistas buscan despertar a Jacob, me arrodillo a unos cuantos pies de él, ya que uno de los paramédicos me detiene para que no obstaculice su trabajo.

—Señorita, debemos hacer nuestro trabajo —me informa el muchacho, pero yo estoy tan enfocada en que ayuden a Jacob que ni siquiera lo miro a los ojos —. También debemos asegurarnos de que usted esté...

—Ayúdenlo a él, por favor —pido en una súplica.

Alcanzo a divisar que asiente y se dirige hacia su compañero, el cual se encarga de darle los primeros auxilios al chico que esta noche ha llenado un vacío en mi interior que he sentido por años, el de no haberme sentido importante para nadie más que no fuera papá. Hoy Jacob me ha hecho descubrir que llevaba un anhelo conmigo del que ni siquiera me había dado cuenta, hasta que lo ví luchar con el coche para salvarme a mí.

En medio de este caos, me encuentro a mí misma haciendo una promesa silenciosa: juro que nunca permitiré que el sacrificio sea en vano, que voy a hacer todo lo posible por protegerlo y verlo feliz.

«Isabella, esta es mi manera de amar, extrema, arriesgada y sin ningún límite», las palabras que me dijo aquella mañana en la cocina de la casa de su abuelo se rebobinan en mi cabeza, entonces, ellas me hacen entender que nunca me he permitido amar de esa forma. Es con él con quien quiero hacerlo. 

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NOTA DE LA AUTORA:

BUENAS, GENTE ¡HE VUELTO!

Lo siento por haberme desaparecido tanto, pero he estado batallando con mi salud mental. Sin embargo, quise dejar este pequeño adelanto por aquí para hacerles saber que poco a poco voy saliendo de la oscuridad.

Gracias a lxs que siguen aquí, y también a los que decidieron marcharse. Entiendo perfectamente que no todxs esperaran por una inestable como yo, igual muchas gracias. 💜

Siete Semanas| Completa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora