Epílogo: Todos cambiamos

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Nueva York

5 años después...

Todo cambia. Y todos cambiamos.

5 años te hacen cambiar, así no lo quieras, eso me ha quedado muy claro.

El cambio siempre me dio miedo, saber que inevitablemente tenía que enfrentarme a él me hacía temblar de pies a cabeza, y es que no es sencillo adaptarse a los giros del destino que suele dar la vida. Sin embargo, fueron esos mismos cambios a los que tanto les temía los que me hicieron la mujer que soy hoy en día.

Ya no soy la jovencita de 17 años que se enamoró de un chico con el que convivió siete semanas, pero eso no quiere decir que he dejado de pensarlo. Ahora me gusta pintar en vez de dibujar y guardo conmigo un único de esos tantos dibujos que salieron de mis dedos. Hoy mi pelo está largo, teñido de un color negro que, mi abuela dice, me hace ver más joven y un flequillo que cae por toda mi frente. Para este entonces, no sonrío de verdad, y mis lágrimas parecen haber sufrido una fuerte sequía que las hizo desaparecer de mis ojos, y no por el hecho de que hoy sea más feliz, sino por la sencilla razón de que entendí que llorar no resuelve nada.

Durante estos 5 años he aprendido tanto, me he caído tanto y he sufrido tanto que me he vuelto inmune a lo que pueda depararme el destino. La Isabella que miro hoy al espejo no reconocería a la chica de hace 5 años atrás. He cambiado como nunca imaginé hacerlo, y saber esto hace que una pregunta se formule en mi cabeza todas las noches antes de cerrar mis ojos:

¿Él también habrá cambiado? ¿Jacob será alguien diferente ahora?

Quiero pensar que no, me he engañado a mí misma al imaginar que él sigue siendo el mismo chico soñador y divertido que conocí un día de mayo, me gusta fantasear con el hecho de que él sigue sonriendo con ese brillo que me provocaba que cada rincón de mi piel se erizara, incluso elijo creer que sus ojos ahora deben iluminar hasta el alma más rota con tan solo un choque de su mirada. Espero desde el fondo de mi corazón que Jacob siga siendo mi Jake, o el Jake de alguien más, pero que sea infinitamente feliz.

Claro que eso no podré saberlo, ya que para este punto he perdido la esperanza de volverlo a ver.

Después de nuestro último encuentro en el que le hice daño no he vuelto a verlo. Lo último que supe de él es que fue el encargado de realizar el diseño de un reloj que fue todo un éxito, incluso fue tanto la fascinación por su trabajo que la marca de relojes más importante del mundo decidió trabajar con él. Pero luego de eso Jacob se esfumó de las noticias, del ojo público y de mi vida. Más de una vez intenté buscarlo, por redes sociales, por correo, también una vez logré encontrar el que pensé era su número de contacto, pero cada uno de mis intentos fueron en vano. Es por eso que abandoné la idea de volverme a topar con sus bonitos ojos azules. Ya me ha dejado bastante claro que no le interesa volverme a ver y lo comprendo.

Amelia hace un año terminó por separarse de Oliver, de esto me enteré por un artículo de una importante revista. Ella ha querido acercarse a mí, aunque yo no le he permitido que regrese a mi vida de ninguna manera. Puede que sea la persona que más me ha hecho sufrir, por eso no quiero que interfiera en la vida que vengo construyendo a base de esfuerzo que yo sola he puesto.

El abuelo murió un año después que comencé a estudiar en Reino Unido, y pese a que no era mi persona favorita en el mundo, si llegué a afligirme por su partida, después de todo, fue una de las pocas personas que permaneció en mi vida por un tiempo prolongado.

Ahora solo tengo a la abuela, ella ha sido la razón por la que sigo esforzándome para ser alguien mejor, por conseguir dinero para ayudarla y por la que no he dejado caer la toalla. La abuela se ha convertido en mi motivación y la que me impulsa a seguir consiguiendo mis metas.

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