47| No te vayas

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—Quiero dibujar a Tsunami.

Jacob alza un segundo su vista hacia mí y noto cómo le gusta mi idea. En el azul de su iris se filtra un brillo que lo delata.

—Pagaría millones por ese dibujo.

Un áspero suspiro emerge desde lo más profundo de mis pulmones y me tumbo a su lado.

—No lo haría por dinero, Jake, si dibujo a Tsumani es por lo hermoso que es.

Nuestra confianza se ha fortalecido a tal grado que el chico de cabello negro con un particular sentido del humor se encuentra acostado en la cama de la habitación que he estado ocupando por las últimas semanas y yo estoy acostada justo a su lado. Jacob continúa admirando mis dibujos, desde un rato ya no ha dejado de observarlos.

Él está acostado boca arriba con los dibujos entre sus manos, mientras que yo estoy tumbada boca abajo con los codos enterrados en el colchón.

Incluso al no estar viéndolo directamente puedo percibir como ladea su cabeza por encima de su hombro y pone todo su interés en mi perfil.

—¿Por qué no me has dibujado a mí? —pregunta sin rodeos.

Claro que lo estoy dibujando solo que él no lo sabe.

Algo sorprendida por su pregunta, me pongo de lado, con la mano me sujeto la quijada y lo miro a los ojos. Aun cuando los latidos de mi corazón se disparan, le mantengo la mirada.

—¿Por qué te dibujaría? —lo reto con otra pregunta.

Mi contraataque lo descoloca un poco, pero hace su mayor esfuerzo por ocultarlo con una sonrisa pícara que casi me hace perder el juicio. Para que mi corazón sufra aún más, se lame los labios y arquea una ceja.

—Isabella, los dos sabemos que te mueres por plasmar mis labios en un papel. —Se ríe con una risita impregnada de ego; sin embargo, hay tanta diversión en su voz que sonrío. Sin dejar de mirarme deja los dibujos a un lado y antes de que logre siquiera pestañear, él se acerca a mi rostro y quedamos frente a frente —. ¿Sabes dónde yo quiero plasmar mis labios? —sisea mientras nuestros ojos siguen encontrándose.

Sus labios están cerca, muy cerca y yo no tardo en poner toda mi atención en ellos. Se ven seductores, tanto que sin darme cuenta me saboreo los míos.

—Yo sé justamente donde quiero que los plasmes —respondo con la misma confianza con la que él habla.

Sus ojos recorren cada rincón de mi rostro hasta que aterrizan en mis labios.

—Pídelo, pídeme donde los quieres y justo allí los tendrás —dice, posando sus dedos mis labios. Su aliento acaricia mi piel y con ello descontrola los latidos de mi corazón.

Su mirada se nubla de deseo y casi estoy segura de que la mía también. Estoy deseando sentir sus labios sobre los míos, que me posea como nunca más nadie lo ha hecho. Mi cuerpo y corazón se han dejado embriagar por el encanto seductor de Jacob.

Entonces, en un acto desesperado, envuelvo mi mano alrededor de su cuello y al estar a unos escasos milímetros de besarlo, él se niega a cumplir mi deseo al poner resistencia, aunque su respiración para este punto ya es mucho más agitada.

—Si no me lo pides no haré nada —gruñe.

Le gusta tener el control y a mí me encanta que lo tenga.

Sin soltarlo trago saliva y pido justo lo que quiero:

—Quiero tus labios por toda mi piel.

Mis palabras despiertan una sonrisa perversa en sus labios. Sin poner más resistencia, se libera del vendaje de su mano derecha y sella mi boca en un beso tan fuerte y explosivo que gimo en signo de sorpresa, pero no hago nada más que profundizar nuestro contacto. Entreabro los labios y su lengua se abre paso dentro de mi boca. Ahora estoy atrapada entre el colchón y Jacob, con la necesidad de tener más de él y con la fuerza de este beso que me mantiene anclada al presente que quiero que sea eterno. Una vez Jacob interrumpe el beso, se aparta lo suficiente como para poder mirarme a los ojos y en ellos vislumbro una ferocidad desconocida que me excita de una manera exquisita.

Siete Semanas| Completa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora