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Jacob no ha sido el primer chico que me ha besado, tampoco creo que sea el último, pero hay algo diferente en este beso

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Jacob no ha sido el primer chico que me ha besado, tampoco creo que sea el último, pero hay algo diferente en este beso. Hay algo dentro de mí que me advierte que el choque de nuestros labios no solo va a terminar en un simple beso del que nos olvidaremos con el paso de los meses. Pero por ahora no quiero descubrir ese "algo", ahora lo único que quiero es dejarme llevar y que sean nuestros labios encontrándose los que nos muestren qué es lo que ocurrirá luego.

Apoyo mi mano en su cuello y lo atraigo hacia mí sin ponerle ningún obstáculo a su lengua para que se enrede con la mía, pronto siento el sabor a alcohol de su boca siendo compartido a la mía , no obstante eso no me hace apartarme, más bien me gusta. Sus manos de un momento a otro se deslizan hacia mi cintura, halándome más hacia su cuerpo para que así no haya ni un solo centímetros que nos separe. Siento como el deseo se intensifica en mi interior, así que abro más la boca y él posee mis labios sin control alguno. Nuestras bocas se mueven con urgencia, buscando el contacto uno con el otro, y yo no hago otra cosa que dejarme llevar por la necesidad que se arremolina en mi vientre.

Voy subiendo la mano hasta arrastrarla por su pelo, del cual tiro con suavidad y esto provoca que él pase su mano hacia mi nuca y sin romper nuestro contacto empieza a caminar dentro de la habitación. Para este punto el beso que empezó siendo un simple roce se ha convertido en uno húmedo y profundo. No me contengo y un gemido se me escapa y termina contra su rostro.

-Jaco...

Sin dejarme terminar, sus labios regresan a los míos. Escucho la puerta cerrarse a sus espaldas y yo parezco estar ardiendo por dentro. Cierro mis ojos y me uno a la intensa danza de su lengua, ella juguetea en un ritual de fuego del que ninguno de los dos quiere salir perdedor. Siento ligeros escalofríos de pánico y placer cuando mis piernas tocan el filo de la cama y entiendo que no queremos que esto acabe, no todavía. Me estrecho contra él y le muerdo el labio, justo donde tiene el piercing, noto como un gruñido sale de su garganta, y, Dios, quisiera guardar ese sonido en una grabadora y guardarlo para mí.

Él se separa unos segundos para arrastrar aire a sus pulmones y es todo peor, ya que sus pupilas dilatadas se entierran en mí. Los ojos le brillan con intensidad, pero al verlo morderse el labio que yo acabo de morder se me olvida como respirar. Su cabello oscuro parece absorber la luz de la habitación. Lo tienen alborotado. Pero lejos de restarle atractivo, ese desorden le da un aire jodidamente seductor. Los mechones le caen sobre la frente, enmarcando su rostro anguloso y resaltando su intensa mirada.

-Acuéstate -ordena de forma autoritaria.

El tono de su voz produce llamaradas en mi vientre.

Termino haciendo justo lo que él me pide. Me subo a la cama, me saco los zapatos y me acomodo. No pasan ni dos segundos cuando él se saca la chaqueta que cubre sus brazos y la lanza al piso. Luego se sube a la cama y atrapa mis labios en un nuevo beso. Al principio me besa muy lentamente, pero luego el frenesí se desata entre nuestros labios.

Siete Semanas| Completa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora