27| Te alejarás de ella

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Gracias por tomarte el tiempo de leerme. ❤️

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JACOB

Mis ojos se abren con esfuerzo y me llevo una mano a la frente, como si eso fuera a calmar el dolor que me taladra la sien. Me despierto aturdido y confundido sin recordar muy bien qué fue lo que ocurrió ayer. Siento mi cabeza palpitante y la boca tan seca que llego a pensar que alguien ha colocado calcetines dentro de ella durante toda la noche.

—¡Carajo! —me quejo a la vez que me incorporo en el lugar donde estoy.

Todavía aturdido, tiendo la mirada a mi alrededor para darme cuenta que dormí en el mueble de la casa del abuelo. Todo es borroso y fuera de foco para mí. El sol se filtra a través de las cortinas de la ventana cerrada, derramando una luz dorada en todo la sala y haciéndome sentir aún más nauseabundo.

Tomo unas respiraciones hondas y lentas en busca de recuperarme, y es entonces que las imágenes comienzan a proyectarse en mi cabeza. Recuerdo haber bebido. Demasiado, para ser sincero. Había perdido la cuenta de cuantos tragos terminaron bajando por mi garganta y lo descontrolado que me encontraba. Flashazos de imágenes donde me veo tambaleando por el bar, hablando demasiado fuerte y pidiendo más alcohol es lo próximo que recuerdo. Aun y cuando me esfuerzo por recordar cómo llegué a casa no puedo hacerlo, lo más probable es que haya conducido en ese estado.

Intento levantarme del mueble, pero el mareo me gana y termino cayendo. Me tapo la cara con las manos y gimo. La resaca me va a matar y para colmo no consigo recordar en su totalidad lo que pasó ayer. Hay algo que me dice que mantuve una conversación con alguien. Pero, ¿con quién? ¿Qué dije? En cuanto abro mis ojos todas esas preguntas parecen ser contestadas, hay una sábana tendida en el piso, ella cayó cuando me levanté, deslizo la mirada al apoyo del mueble y veo una almohada.

«Isabella», me digo con una alerta metida en la cabeza.

Ayer decidí beber por una sola razón y esa fue Isabella. Después de que la escuché hablar con Ava y aceptar la cita doble que ella le propuso algo en mi interior se aceleró y luego de salir de la casa, caí en cuenta que ese sentimiento eran celos. Pero no tengo derecho a sentir celos por ella. No es mi novia ni estamos saliendo para que yo me sintiera de esa manera. Isabella solo es mi hermanastra, con la que he compartido unos cuantos momentos y ya. Mas sin embargo, no vi otra salida que ir a ahogarme en las botellas de vodka que venden en el bar del pueblo, esa fue mi escapatoria para dejar de pensar en ella. Aunque fallé.

En este momento me siento furioso conmigo mismo por haberla dejado sola y por no haber logrado dejar de pensar en ella, porque sí, incluso con docenas de vasos de alcohol en mis venas seguí con su rostro metido en mi cabeza.

No tengo ni la menor idea de lo que le dije ayer, y me temo que puede haberle confesado lo de mis celos, si eso ocurrió estoy perdido, jodidamente perdido.

Como puedo, me levanto y al estar a un paso de comenzar a caminar a la habitación la voz de alguien llega a mis oídos.

Tsunami, aquí tienes tu comida.

La voz viene desde la cocina, tal parece que estaba tan enfrascada en mis pensamientos que no había notado que Isabella se encuentra en la cocina. No muy coordinado con los pasos que doy consigo llegar a la cocina. Me paro en cuanto atravieso el umbral que conduce a la cocina, de donde se proviene la voz. Isabella está a unos escasos metros de mí, tiene sus ojos puestos en Tsunami, el cual devora el plato de croquetas que ella le ha dado, pero al percatarse de mi presencia alza sus ojos a los míos y nuestras miradas se conectan.

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