La luz del atardecer se cuela por la ventana de la habitación, creando una atmósfera cálida y embellecedora. Jacob y yo seguimos enfrascados en un intercambio de miradas que lejos de aminorar la tensión entre los dos, la eleva a niveles exorbitantes. Entonces, cuando estoy dispuesta a tomarlo del rostro para atraerlo hacia mí, es él el que se acerca. Nuestros labios están a escasos milímetros de tocarse, y ya el aire se encuentra cargado de fervor. Una especie de electricidad fluye entre los dos. Mi corazón late fuerte y apresurado.
—¿Quieres que te bese? —pregunta con su embriagador aliento sobre mis labios.
«Estoy loca por que lo hagas», me digo en mi mente y tengo que morderme la lengua para no soltarlo en voz alta. Estoy a punto de pedirle que lo haga, cuando el sonido de un móvil interrumpe todo. Jacob baja la mirada hacia su bolsillo que es de donde proviene el sonido y yo opto por separarme de su cuerpo, sintiendo como el momento mágico se hace añicos. Jacob al notar mi actitud decide colocarse de pie y busca el teléfono en su bolsillo. Tan pronto lo saca, descuelga y contesta.
—¿Qué pasa? —pregunta con notable irritación.
Hago mi mayor esfuerzo por dejar atrás el momento que acabo de vivir, pero los latidos de mi corazón me siguen recordando que Jacob quiso besarme, y lo más loco es que yo deseaba que lo hiciera. Para intentar despejar la mente evito mirarlo, pero es lo próximo que dice lo que llama mi atención.
—Sí, ella está aquí conmigo.
Quien sea el que lo está llamando quiere hablar conmigo, por supuesto que debe ser Ameli. Por un segundo pienso en pedirle que no me pase el celular, sin embargo, no soy más rápida que él y ya cuando volteo él me ofrece el aparato.
—Quieren hablar contigo.
Bajo la vista al teléfono dudando en si coger o no la llamada. Acabo por aceptar.
—¿Hola?
—Hola, Isa. —Para mi sorpresa no es la voz de Amelia la que se oye del otro lado de la línea, es la de Ava.
Suspiro aliviada y sonrío de lado sin poder ocultarlo.
—Hola, Ava, ¿cómo estás?
—Estoy bien, ¿y tú?
Adquiero una postura un tanto erguida para ponerle más atención a la conversación.
—Bien, gracias por preguntar.
Hace una breve pausa en la que se toma el tiempo de inhalar de una forma peculiar.
—Isa, necesito un gran favor tuyo —suelta y el tono en el que lo dice provoca que enarque una ceja. —Necesito que me digas que sí, por fa —agrega.
Lo que dice y como lo dice acapara todo mi interés y de repente ya estoy sentada en la cama.
—¿Estás bien, Ava?
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Siete Semanas| Completa ✔️
Ficção AdolescentePara Isabella Davies, la vida no ha sido nada fácil, a la corta edad de diecisiete años la han acompañado más desgracias que fortunas. Su madre la abandonó cuando era tan solo una niña de diez años. A pesar de las adversidades se aferró al amor de s...