Sus Ojos Azules.

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_ Bueno, a muchos se les dilata las pupilas, también las mejillas comienzan a enrojecerse, en ocasiones las manos tiemblan o comienzan a sudarles las manos, y por último se ponen nerviosos y la voz les tiembla para hablar. Se acercó un poco más a mí.

_ Bueno, eso no me pasa a mí, así que estoy bien. Cuando termine de hablar me levante para lavar mi plato.

_ Bueno, eso te pasará a ti en algún momento de tu vida.

_ No lo creo, ya tengo diecisiete años y aún no me he enamorado. Dije mientras subía las escaleras hacia mi habitación.

Caminé hacia mi balcón, tomé mis binoculares para ver a las aves que se posan en el árbol, al enfocar comenzó a caer nieve y un frío se apoderó de mi cuerpo, en ese momento entendí que no las vería hoy, ya qué por culpa del frío ellas suelen migrar y las entiendo, nadie quiere morir congelado ¿Pero ahora que debo hacer durante este invierno? Mientras pensaba escuche a alguien decir mi nombre, cuando mire hacia abajo vi a mi mejor amiga Alejandra, al verla la salude y ella lanzó hacia mí una bola de nieve, la cual recibí en mi rostro, lo bueno fue que cerré mis ojos para que no me entrará nieve en ellos, al abrir mis ojos la mire enojada mientras quitaba la nieve de mi cara.

_ No tienes nada mejor que hacer cierto, Alejandra.

_ Como lo sabes.

_ Solo me di cuenta de ello. Dije al tomar aire.

_ Me conoces mejor que nadie, Agatha baja.

_ ¿Para qué?

_ Para hacer algo con esta capa de nieve.

_ No, gracias no quiero.

_ Hay, vamos, no seas aburrida. Dijo al lanzar otra bola de nieve a mi rostro.

Eso hizo que me molestará más, tomé mi suéter negro y bajé las escaleras a toda prisa, para darle una lección a Alejandra y entienda que nadie puede tocar mi cara y mucho menos de esa forma.

_ ¿Adónde vas? Preguntó mi madre al verme bajar a toda prisa.

_ Solo voy afuera, Salí de mi casa y al verme ella me lanzó una bola de nieve, pero esta vez la esquivé.

_ Tus reflejos si sirven Agatha.

_ Eso creo. Dije al mover mis hombros hacia el frente.

_ ¡Oye, ya viste al chico que ahora vive en frente de tu casa!

_ No puede ser que mi mamá y Alejandra lo hayan visto y yo no. Dije al apretar mis labios.

_ No, no lo he visto y tú lo viste.

_ No, yo tampoco lo he visto. Dijo al lanzar otra bola de nieve directa hacia mi hombro izquierdo.

_ Ok, si tú quieres guerra, guerra tendrás. Dije al tomar una bola de nieve.

En ese momento comenzamos una pelea con bolas de nieve, duramos tres minutos en eso, hasta qué mi madre abrió la puerta.

_ Niñas, ya es hora del almuerzo, entren para que coman por favor.

_ Si señora. Dijimos en unísono, para nosotras es normal que Alejandra se quede a comer en casa, mi madre la ve como si fuera su segunda hija y yo la veo cómo una hermana.

_ Gracias Denice, la comida está muy rica como siempre.

_ De nada Alejandra y cuéntame, como está tu madre.

_ Ella está bien, limpiando todo lo que consigue.

_ A tu madre le gusta mucho la limpieza.

_ Si ella es así.

Un Amor Por Conocer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora