Capitulo 9 Calcetas

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Eris Farrera

Hoy tampoco vino a clases y está sensación de incertidumbre y preocupación me consume día a día. Ya han pasado dos semanas y no se nada de ella desde aquel día cuando negó conocerme.

¿Pero porque negarme?

Ese hombre tuvo que ver con que ella reaccionara así. Estoy segura. Verlo le causó temor, fue lo que pude ver en sus ojos. Había preguntado a algunos superiores pero ninguno supo darme información.

—La nueva ya no volvió ni por la silla —escuché el comentario de Alaina.

Me saco de mis pensamientos internos mientras miraba la butaca vacía.

—Tal vez enfermo —dije con simpleza y centrarme en unos apuntes.

—Tal vez —se encogió de hombros. Y guardo silencio por unos segundos mirando por la ventana—. ¿Viste la camioneta que traía su papá? — preguntó con intriga.

—¿Lo viste? —pregunté también. En ese momento toda mi atención se poso en ella.

—Claro como no notarlo —habló obvia—. Esas no se ven por aquí —añadió asombrada—. Debe tener mucho dinero. Mucho —asumió.

—Eso fue lo que dijo Rita también —respondí pensativa.

—El señor no está de mal ver —dijo entre dientes.

—Alaina —mencioné su nombre como regaño.

—¿Qué? —exclamó—. Solo digo lo que vi —soltó a la defensiva.

—¿De que hablan? —intervino Rita.

—Del padre de la chica nueva —le respondió Alaina.

—¿Y que tiene de bueno? —Rita encarnó una ceja.

—Todo —aclaró con detenimiento. Alternando la vista entre ambas.

—Alaina —volví a regañarla.

—Relájate Eris —dijo Alaina. Sus labios se ensancharon en una sonrisa divertida—. Solo es un comentario. No es para tanto.

—No es que me moleste. Solo que no me gustaría que dijeras lo mismo de mi padre a mis espaldas —rebatí.

—Claro que no diría algo así de tu padre —recalcó en un mal gesto.

—Cálmate Eris. La chica ni siquiera está presente como para poder escucharnos —defendió Rita.

—Exacto. Ese es el punto. Ella no está aquí —puntualice el no. Cómo advertencia. Estaba sumamente molesta con las chicas por sus comentarios. O más bien porque Luna me interesaba más de lo que creía.

***

Para empezar no sabía dónde vivía. Ni siquiera un número telefónico al cuál contactarla.

La siguiente semana llego y ella aún no volvía al instituto. Ese día supe que tenía que hacer algo ya mismo. Tenía que saber que había pasado con ella. Si volvía a preguntar a la directora su respuesta sería la misma. Me diría que esa era información confidencial de las alumnas. Ya lo había intentado muchas veces y siempre evadía responder con esa excusa. Entonces al no obtener respuestas, me arme todo un plan en busca de algo que pudiera darme respuestas. Una vez supe que la directora estaba fuera de su oficina disfrutando del desayuno, me escabullí en su oficina, como toda una agente en cubierto. O así más o menos me sentí. Lo principal era encontrar los archivos de alumnas donde cada una tiene un registro de teléfono dirección y datos adicionales. Al entrar no supe por dónde empezar, eran demasiados estantes con archivos de todo tipo. Pero después de analizar todo caí en cuenta de que no me sería tan difícil porque los archivos estabas ordenados por fecha y grupo. Me apresure a buscar el archivo de la clase “A”. Hasta que lo encontré. Revise hasta dar con el que decía Luna Grace. 17 años, dirección y un número telefónico. Aún costado del documento me intrigó cuando leí familiares. Padre: Maximiliano Grace. Y solo el aparecía en ese apartado. No había registro de la madre. Apunte la dirección y número telefónico en la parte de muñeca con un lapicero y me apresure a salir. O eso intentaba. Cuando me descubrieron. Era la asistente de la directora.

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