Instituto Frida Kahlo.Clase A. Sección tres. 1997.
—Luna Grace diecisiete años de nuevo ingreso. Escuché que viene de una familia muy religiosa, además de que su padrastro es extranjero, por lo tanto deben tener dinero.
La chica portaba un vestido blanco de seda que cubría muy bien sus hombros, pechos y brazos, le llegaba hasta por debajo de sus rodillas, calcetas del mismo color y zapatos negros charol. Su cabello negro estaba peinado en una gruesa trenza tirada hacía su derecha. No portaba aretes ni ningún otro accesorio de ese tipo. Sin embargo ella se veía tan…
Femenina.
Justo como mi madre quisiera que luciera. Lamentablemente para ella y para mí demás familia yo soy todo lo contrario a la nueva chica.
—¿Eris, estás escuchándome? —Rita, mi compañera de clase pregunto al notar que no prestaba atención a sus palabras.
—Si perdona —me gire para verla y le sonreí.
—No importa —respondió ella ya sin interés en el tema y se centro de nuevo en uno de sus libros.
De nuevo dirigí mi vista hacia donde aquella chica se encontraba y sin pena pero con mucha curiosidad me dedique a detallar detenidamente cada facción de su rostro. Su piel lucía saludable, joven en pocas palabras, no como la mía que era pálida y reseca, mi madre decía que eso se debía a qué no tomaba agua y tampoco comía saludable, odiaba las verduras sinceramente, así que no podía quejarme. Sus ojos eran grandes en un color café oscuro que hacía sobresaltar sus rizadas pestañas, sus labios eran finos y tenían una bonita forma de corazón, su color era rojo carmín al igual que sus mejillas, pero no sé trataba de algún maquillaje como el que utilizaban mis demás compañeras para darse color, este era real, de ella misma, de su belleza natural y pura. Era la primera vez que esté sentimiento se apoderaba de mi, y me sentí muy inferior ante ella al encontrar la palabra adecuada para esto que sentía. Se trataba nada más y nada menos que de la reconocida envidia. Tanto así que aposté a qué si a mi madre le hubieran dado la opción de elegir como hija entre ella y yo, sin duda mi madre la hubiera elegido a ella. Sí, era envidia, pero no de la mala, yo jamás le desearía el mal a alguien a quien no me ha dado motivos para hacerlo claro.
—Señorita, señorita Eris —apenas escuché.
La profesora ya se encontraba sentada en su escritorio y desde allí mencionaba mi nombre. No se cuánto tiempo había pasado, mucho menos en qué instante la clase había comenzado. Trague grueso al percatarme que tenía toda su atención y que no parecía complacida al mencionar mi nombre. Los demás compañeros también me observaban, incluso la nueva.
—Bien señorita Eris ya que claramente no ha estado prestando atención a mi clase por estar muy distraída observando a su nueva compañera, le informo que será la encargada de enseñarle el instituto a la señorita Luna Grace, así como también tendrá el deber de incluirla en algunos de los talleres, su labor será hacerla sentir cómoda en su nuevo instituto. Cómo todos sabemos el cambio escolar suele ser todo un lío así que pórtense bien con su nueva compañera —la profesora concluyó.
No deseaba hacer eso, no me emocionaba para nada la idea. Es decir, yo no era la persona más sociable del instituto ni siquiera de la clase, así que entablar conversación con la nueva seria todo un reto. Y no por que fuera tímida si no porque mi personalidad no se topaba con hacer amigos así de la nada, simplemente no me apetecía hacerlo. Si bien llegaban, y si no, pues no tenía problema con tener solo dos amigas como máximo. Si es que podría llamarlas amigas porque nuestra relación de supuesta amistad se limitaba solo al instituto, no eran la típica amistad con la que te paseabas por el instituto tomadas del brazo mientras se contaban sus más íntimos secretos y se animaban a declararse al chico que les gustará, y después de terminar con las clases ya fuera del instituto acudían a pasear por el parque y después a comprar ropa y accesorios. No, nada de eso. Nuestras conversaciones se limitaban a cosas relacionadas a las tareas, profesores, y alumnos. Nunca había tenía la conexión de querer contarle algo de mis problemas personales a ninguna de ellas. Hasta ahora me relación de “amistad” me agrada tal y como estaba. Y este sería el mismo caso con la chica nueva. No planeaba volverme su mejor e íntima amiga. Ni siquiera planeaba hablarle, si no fuera por pedido de la profesora, prácticamente esto era por obligación.
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NO LEAN MI DIARIO
Ficção AdolescenteSe supone que un diario es únicamente para ti, por lo tanto nadie más debe leerlo. Eso pensaba cuando empecé a escribir en el, pero ahora que no sabía que rumbo iba a tomar mi vida quise que alguien mas lo leyera. Y esa persona elegida fue ella.Quer...