Capítulo 6 El salón abandonado.

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Esa noche después de haber descubierto secretos y de más, nos despedimos y cada quien se fue a su casa. Insistí en acompañarla a casa como si yo fuera un poco más adulta que ella, pero no estuvo de acuerdo y termino yéndose sola. Estaba preocupada de que algo malo pudiera sucederle en el camino así que se me ocurrió darle el número telefónico de mi casa para que cuando llegara a su casa me avisará que había llegado a salvo. En eso quedó formalmente.

Al llegar a mi casa por suerte mis padres no se percataron de mi ausencia. Esa noche me la pasé pendiente al teléfono hasta que el sueño me venció. La llamada no llego y me temí lo peor, no podía hacer nada al respecto estaba imposibilitada, si salía a buscarla ni siquiera sabía porque rumbo empezar. Esa noche apenas y logré dormir unas cuantas horas por la preocupación, solo esperaba que amaneciera para ir a buscarla.

Al siguiente día pedí tanto encontrármela sentada en la butaca de la escuela y que nada malo le hubiese pasado, y así fue. Al entrar al aula, como de costumbre allí estaba ella. Quise enfrentarla pero no pude porque al momento de entrar el profesor ya se encontraba dentro apunto de empezar a dar su clase, no me percate de que se me había hecho tarde debido a que no pude dormir bien la noche anterior pensando en que algo malo le había sucedido. Le pase por un lado y solo le dedique una mirada de desconcierto, ella en cambio prácticamente me ignoro. Eso me molestó, su actitud era de lo más grosera. Cómo era posible que ni siquiera se tomará la molestia de notar mi presencia y menos de decirme que estaba bien cuando la noche anterior yo la había pasado muy mal imaginando lo peor.

Sin olvidar que debíamos entregar el trabajo en equipo. Pasamos al frente. Al terminar de revisar el trabajo el profesor nos felicitó por haber hecho una excelente investigación. Me alegre por eso pero sinceramente aún seguía molesta con ella. Tenía muchas ganas de reclamarle. Ella parecía estar como si nada hubiera pasado la noche anterior, como si nuestros labios no se hubieran rozado, como si no hubiera existido el deseo de besarnos.

BESARNOS.

Recalque esa palabra en mi mente. Me encontraba un poco aturdida por aceptar tal suceso.

—Al parecer a ustedes les fue mejor que a nosotras —Alaina mencionó haciendo un ridículo puchero con esos labios rojos perfectamente delineados. Debía aceptar que se veía sensual.

Dicen que un buen labial rojo siempre hace a la sensualidad. Eso lo había escuchado de mi madre cuando intentaba convencerme de empezar a usar maquillaje y ropa más formal.

—¿Tan mal les fue? —pregunte frunciendo el ceño.  

—Mas o menos —dijo Rita sin mucho interés.

—Por lo menos cumplimos y eso cuenta —Alaina se encogió de hombros. Y después en un tono discreto añadió—. La verdad es que la fiesta nos distrajo un poco de nuestras responsabilidades y no logramos completar debidamente la investigación —confesó con cierto pesar en su tono de voz.

—Distracción —complete con obviedad.

—Si exacto. Pero valió la pena —Alaina dijo en un tono travieso y le dedico una mirada de cómplice a Rita.

Por mi parte me límite a sonreír sin prestar mucha atención a su complicidad. Que de seguro tenía que ver con chicos y alcohol.

—¿Y que tal tu tarde con la nueva? —me soltó Rita un tanto interesada. 

—Solo nos limitamos a trabajar en la investigación —le respondí con simpleza mientras hacía garabatos en mi libreta. Sí, los garabatos en el cuaderno eran como un método de relajación para mí.

Lo cierto era que lo que menos habíamos tenido esa tarde eran limitaciones. Ella cruzó la línea y yo me sentí valiente a hacerlo también. Quise sonreír al recordar eso, pero no podía arriesgarme así que me aguante las ganas. Cuando me gire para ver a la entrada del aula me encontré con esos ojos que ya había detallado en mi mente, la chica había estado observándome durante ese tiempo.

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