²². Ven A Mí

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— Debemos dejar de hacer ésto — dijo el castaño de ojos mieles con la respiración agitada y aún desnudo sobre la cama del rizado.

— ¿Porqué? — interrogó el dueño de la cama —, ¿acaso el sexo ya no es lo suficientemente bueno?

El más bajo se giró para verlo directamente a los ojos, —claro que lo es — negó con la cabeza con una sonrisa, — pero me llamaste Joaquín.

Emilio se puso tieso en su posición, miró a su propio torso desnudo tratando de evitar el contacto visual con Matt creyendo que de esa forma el problema se iría, pero luego de algo de silencio supo que no sería así.

— Es que te pareces mucho a un amigo mío, — volvió a entrelazar miradas — te prometo que no volverá pasar.

— Emilio... — lo miró sintiendo pena —, es la tercera vez que pasa.

Se levantó de la cama sin importar que el hombre lo viera desnudo y comenzó a buscar sus pertenencias que se encontraban regadas por toda la habitación bajo la atenta mirada del rizado. Éste último se mordía el labio con vergüenza y frustración.

— En realidad no me importa que pienses en alguien más cuándo lo hacemos, — volvió a hablar el ojimiel mientras se vestía — después de todo dijimos que sólo sería sexo para los dos, pero no creo que ésto sea algo bueno para tí.

— ¿Qué quieres decir? — cuestionó acomodándose para poder recargar toda su espalda en la cabecera de su cama.

Recibió otra mirada de lástima, lo cuál enserio comenzaba a molestarlo.

— No creo que sea sano para tí usarme para reemplazar a ese tal Joaquín, — se encogió de hombros y procedió a colocarse sus zapatos — deberías volver con él si aún lo extrañas.

Emilio soltó un gran suspiro, — no es mi ex.

— Por favor dime que no es tu novio — dijo con genuina preocupación que desapareció cuándo el rizado negó con la cabeza —, ¿entonces es alguien que te gusta?

Al inició no hubo respuesta, sólo un silencio incómodo para el oji-café que no esperaba tener ésta clase de conversación después de tener sexo, ó nunca en realidad. Qué era lo que lo hacía pensar tanto en Joaquín cuándo éste claramente no estaba interesado en él.

Tal vez era la comida tan deliciosa que cocinaba ó el hecho de que era la única persona que se reía enserio de sus chistes, porque siendo honestos, ni siquiera su madre creía que era gracioso. Quizás era sólo porque le recordaba a los casos de abuso que recibía de vez en cuándo y sentía la responsabilidad moral de ayudarlo. Ó posiblemente eran esos hermosos ojos mieles. 

— Eso creo, — aceptó finalmente con una pequeña sonrisa que fué imitada por Matt.

— Entonces deberías decirle, — dijo antes de despedirse y salir del departamento por su propia cuenta.

Pero no es tan fácil, pensó Emilio, está casado y claramente loco por el hombre. Sonrió con amargura, recordando las palabras de su madre, se enamoraba por primera vez y era de un hombre casado. Lo peor del caso, es que  aunque fuera en contra de lo que siempre había creído, le gustaba el hecho de que fuera total y completamente devoto. Si tan sólo él pudiera ser ese alguien.


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Infieles // Adaptación Emiliaco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora