²⁴. Al Fin

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— Sol, no es lo que tú crees — habló Joaquín siendo el primero en atreverse a decir palabra —, eso pasó mucho antes de que ustedes se conocieran. Incluso antes de que yo conociera a Andrés.

— Y aún así te pintó a tí en vez de a mí, — la rubia agachó la mirada con tristeza — lamento haberte pegado, sé que tú no eres el culpable aquí.

La chica le dedicó una última mirada llena de rencor al moreno antes de propinarle una cachetada aún más fuerte que la que recibió el castaño y se fué del lugar con su amiga siguiéndola de cerca, diciendo palabras de aliento y orgullo por la forma de salir del lugar.

Alan estuvo a punto de ir tras ella para darle una explicación, pero fué detenido por Andrés, quién con toda su ira acumulada le dió un puñetazo tan fuerte que lo mandó directo al piso, alertando a los otros dos hombres que seguían en la sala.

— ¡Andrés, detente! — gritó Joaquín interponiéndose entre ambos hombres —, ¡Ya escuchaste que sólo pasó una vez y fué mucho antes de que entraras a mi vida! ¡No significó nada para ninguno de los dos!

El rubio se disculpó antes de salir de la habitación con prisa diciendo que debía darles privacidad, pero no se fué lejos, se quedó en la entrada de esa sección para evitar que cualquier persona entrase para ver la incomoda escena y listo para intervenir si las cosas se ponían más feas.

— ¿Y porqué lo pintó sino significó nada para él? — preguntó Andrés furioso, deseaba volver a conectar su puño con el rostro de Alan, lo había querido por mucho tiempo.

— Justo por ésto, — contestó el moreno levantándose del suelo, tenía la boca teñida de rojo por la sangre que había salido del golpe — quería provocarte, que Joaquín viera la bestia que eres.

El ojimiel lo miró confundido, — ¿qué demonios, Alan? 

— Pregúntale qué hacía en mi casa, — miraba con odio al castaño más alto — porque fué algo bastante parecido a lo que ocurrió aquí.

Ahora fué el turno de Andrés de recibir la mirada miel de su esposo llena de confusión y tristeza, pero sobre todo, de decepción.

— ¿Fuiste a golpear a mi mejor amigo? — se acercó a su pareja con los brazos cruzados y la voz temblorosa —, ¿fué acaso por celos?

— ¡Algo mucho mejor todavía! — Gritó de nuevo Alan cómo loco al ver que el interrogado no planeaba responder en su defensa —, fué porque ví algo que él no quería.

El más bajo colocó su mano sobre el pecho de su esposo y lo vió directo a los ojos antes de hacer esa pregunta que le comía desde adentro. — ¿Qué vió?

Andrés miró los ojos mieles llenos de lágrimas de su esposo y supo más que nunca que había metido la pata hasta el fondo, y también sabía que después de ésto no habría vuelta atrás. Tendría mucha suerte si el ojimiel le dirige siquiera una mirada.

El ambiente se llenó de silencio mezclado con todas las emociones que flotaban en el aire; enojo, tristeza, decepción y alegría de parte de Alan.

— Su nombre es Nykol, — habló finalmente el hombre — la conocí hace cómo 1 año, la ví cantando en un bar y yo... me quedé prendado de ella. Tomamos una cerveza cuándo terminó su turno y al final de esa noche fuimos a su departamento.

>> Me sentí terrible toda esa semana porque no podía dejar de pensar que acababa de arruinar lo mejor que me había pasado en la vida, pero por algún motivo regresé cada fin de semana y la historia se repitió una y otra vez. — Estiró su mano para acariciar el cabello de Joaquín, pero éste se apartó de golpe, lágrimas caían sin control de sus ojos.

Infieles // Adaptación Emiliaco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora