²⁸. Los Buenos Tiempos

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Luego de desayunar con Alan, Joaquín fue a dar un paseo por el parque para despejar su mente hasta que se sintió con la fuerza suficiente de volver a casa. Esa mañana había tenido suerte de que Andrés ya se hubiera ido al trabajo, pero sabía que tarde ó temprano lo tendría que afrontar.




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Cuándo llegó a su casa, la encontró vacía por suerte, por lo que aprovechó para empacar su ropa y sus pertenencias más valiosas. Viviría con Alan por un tiempo.

Azul le había dicho que podría conseguir la casa y la mitad de todo lo que Andrés gana, estaba determinada a incluso dejarlo en la calle si se lo pedía, pero Joaquín sólo quería que todo terminara. Él no quería nada más de Andrés, sólo poder conservar su auto y que el hombre no pudiera acercarse a sus prontos dos restaurantes que tanto esfuerzo le habían costado.

Pronto pudo guardar en su auto dos maletas grandes junto con algunos objetos cómo su computadora portátil, sus libros y algunos de sus utensilios de cocina, podría irse y evitar otra incomoda conversación con el hombre, pero él no era así.

Decidió esperar a que éste llegara y mientras lo hacía, incluso le preparó comida para 1 semana, poniéndola en recipientes con instrucciones de calentado y guardándolas en el refrigerador, ya que sabía que sin él sólo comería comida rápida.

Ó quizás Nikol comenzaría a cocinar por él. 

— ¿Joaquín? — preguntó Andrés cuándo llegó a la casa alrededor de las 8 de la noche —. ¿Estás en casa, bebé?

— ¡En la cocina! — respondió nervioso, eso le recordaba a los buenos tiempos en que creía que estarían juntos para siempre.

El hombre dejó su maletín y colgó su sacó en el armario de la entrada antes de caminar a la cocina, cuándo entró al cuarto Joaquín se sorprendió de verlo tan feliz y radiante.

Se acercó a él, rodeó su cintura con sus brazos y lo levantó en el aire, abrazándolo cómo si fuera lo más valioso.

— Temí que no fueras a regresar después de nuestra pequeña pelea del otro día — habló con su cabeza contra el pecho del otro hombre —, pero quiero que sepas que no estoy enojado contigo por no volver a casa anoche, entiendo que estuvieras molesto.

— ¿Perdón? — se quedó sin palabras el ojimiel.

— Te perdono — lo puso de nuevo en el suelo y tomó su rostro con ambas manos, haciendo que ambos se vieran directamente a los ojos —. Ahora podemos trabajar en reparar nuestro matrimonio y volver a cómo todo era antes de que Del Olmo se metiera. Debes saber que todo lo malo que dijo de mí es porque quiere separarnos, pero yo sé que nuestro amor es tan grande que no lo vá a lograr.

Joaquín lo miró incrédulo por todo lo que estaba escuchando y por primera vez se dió cuenta de la manipulación emocional que sufrió por años.

— No fué culpa de Alan, fué tuya. Y no queda nada que reparar.

Infieles // Adaptación Emiliaco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora