Monstruos

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Nadie me había hecho tanto daño como mis padres. Nunca. Nunca nadie me había hecho sentir tan inhumano. Tan escoria. Tan poco querido. Eso era yo. Era un monstruo.

Cada acción a tu alrededor desde que naces influye en ti. En tus decisiones a futuro, en tu persona adulta o tu niñito inocente. Eso es una realidad.
Los bebés no nacen odiando. Los bebés no nacen con prejuicios. Los bebés no nacen creyendo, sabiendo. Son criaturas sin punto de vista. Lo que le enseñes, el punto de vista que le impongas es el que tendrá.

A mí me enseñaron que era un monstruo. A mí me hablaron de odio, de repulsión, de miedo, incluso de terror. Y nunca lo llegué a entender. Nunca supe porque yo era malo y ellos eran buenos.

Por eso lo he dicho siempre. Los monstruos tienen historias detrás, historias manipulables. Solo lo más malo y feo tiene el poder convertirse en algo bueno y bonito. El más malo puede ser tan solo el más odiado, o el más manipulado.

Por eso, yo siempre he querido sentarme y ver ese coche arder.

Entre los dos: Cartas de amor a Andrómeda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora