Últimamente pasaba más tiempo en la habitación de Tom que en la mía. Pero a ninguno de los dos le molestaba en realidad.
Estábamos hablando... más bien, provocandonos. Acababa de salir de su mente luego de ver las fantasías que tenía conmigo. Si, conmigo.
Pero hubo algo que me descolocó. Me llamó Astoria. Astoria era una de las tantas chicas que tenían algún tipo de obsesión con él. Yo solo sé que desapareció por un tiempo y hace algunos días volvió. Y volvió con la intención de quedárselo solo para ella. ¿Como lo sabía? Se podría decir que tengo ojos en todos lados.—Que lindo nombre Astoria, pero no es el mio -Me levanté de la cama y me dirigí a la puerta para irme lo más rápido que podía de ahí-
¿Como pude ilusionarme? ¿Como pude llegar a pensar que podría tener una relación con el mismísimo Tom Riddle? Me sentía una imbécil, se me revolvió el estómago y lo único que quería, era salir de ahí y no volver nunca más.
—Andro no, de verdad que lo siento -Lo escucho decir mientras siento como venía hacia mi y me toma de la muñeca- De eso quería hablar contigo...
—¿De que Riddle? -me suelto de su agarre-¿De lo enamorado que estas de ella? ¿Vas a gritármelo a los cuatro vientos?
—¿Que coño dices Andrómeda? ¿Que cojones te pasa? No. No estoy enamorado de ella. Déjame que te explique.
Se pasó media hora explicándome que había pasado. Astoria lo había contactado, le pidió para hablar, ir a un café. Claramente, él aceptó.
Me contó como en todo el tiempo que estuvo con ella se sintió extraño, como ella lo miraba todo el tiempo y le pedía por favor que no se fuera. No hizo caso y se fue a los pocos minutos, me dijo que no le caía bien.Traté de entenderlo, aunque sentía como me hervía la sangre cada vez que el nombre de ella salía de sus labios o recordaba cosas de cuando eran pareja. Sé que quería decirme algo más, pero comenzó a trabarse, a arrastrar las palabras y si hay algo en lo que no soy experta, es en tener paciencia.
—Andrómeda, esto me está costando mucho. Yo...
—Merlín santo, Tom podrías decirlo de una buena vez? -Dije con la poca paciencia que me quedaba-
—Que yo no estoy acostumbrado a esto. Si una chica me duraba más de dos horas mucho era. No estoy acostumbrado a sentir esto, joder.
Me cruzo de brazos, totalmente impaciente. ¿Qué estaba tratando de decime? ¿Porqué le costaba tanto?
—Que me estás volviendo loco. Que yo era incapaz de sentir algo por alguien... Yo te quiero Andrómeda.
¿Qué acaba de decir? ¿Me estoy volviendo loca? No. Si... No, escuche bien. Dijo que me quería. Tom Riddle queriendo a alguien, nunca antes lo imaginé, y menos imaginé que sería a mi.
—Que acabas de decir?
—No... No lo sé... -Dice con la voz temblorosa-
—Necesito que seas lo más sincero posible. Es lo único que te pido.
Se había quedado mudo, no podía decir nada más. Realmente acababa de decirme que me quería. Estaba estallando de felicidad por dentro. Quería gritarlo a los cuatro vientos, pero tuve autocontrol. Hay algo que siempre digo y es qué vale más una acción, que mil palabras. Yo necesitaba algo que demostrase lo que acababa de decir.
—Vamos a hacer algo... Necesito hechos, necesito que demuestres que realmente lo sientes y no es una confusión. Voy a darte una semana.. Yo creo que es suficiente para que lo demuestres.
—Si, si, claro -Dice asintiendo repetidas veces, poniéndose más nervioso.
Lo miro fijamente y se me encoge el pecho cuando veo como una lágrima caía por su mejilla. Se había puesto muy nervioso, lo primero que hizo fue tomar un cigarro, cosa que encendió rápidamente y comenzó a dar pequeñas caladas. Me acerqué e intenté tranquilizarlo. No era muy buena con las palabras pero hice mi mejor intento.
Por suerte mi pequeño y gran esfuerzo funcionó. Apago su cigarro y me sonrió.—Gracias Andro... Te quedas a dormir?
Otra vez, sonreí como boba enamorada, no podía decirle que no después de lo que acababa de pasar.
Minutos después estábamos en su cama, los dos acostados en silencio. Escuchando el sonido de nuestras respiraciones. Me abraza y me mira a los ojos.—Tus ojos... vuelven a brillar.
—Te tengo al frente, quizás sea por eso.
Sonríe instantáneamente y me pega más a su cuerpo. Sentí que podía mirar horas esa sonrisa y nunca me aburriría.
—Agh, joder... -Me abraza con más fuerza sonriendo-
—Que cariñoso que estamos.
—Uy, perdón.
¿Se disculpo? Ok, suficiente, es mucho para mi.
—No pidas perdón, me gusta.
—Siempre serás una niña chiquita e inmadura. ¿Recuerdas bruja? -Dice acariciando mi pómulo-
—Si, lo recuerdo, ahora cállate. -Digo entre pequeñas risas-.
—Cállame.
¿Creen que lo dude? Obviamente que no, me tire encima suyo y lo besé. Ambos sonreímos en el beso. Oh... me enamoré.
ESTÁS LEYENDO
Entre los dos: Cartas de amor a Andrómeda
RomanceSi me preguntasen sobre que haría durante el resto de mi vida, yo siempre respondería escribir sobre tí. Solo sé y quiero escribir sobre tí.