Shhhhhh, silencio

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La noche del jueves me quedé en la sala común. Necesitaba estudiar. Tenía que aprobar.
Me senté en la sala común del edificio con todos los libros (que había robado) de la biblioteca.

A las 22:00 ya había conseguido hacer un resumen de todo para estudiar.

Unos tacones interrumpieron el silencio sepulcral del la habitación.

Levante los ojos y pestañeé. Deslicé los ojos por sus piernas hasta salivar con el contorneo de sus caderas.

-¿Que miras? -Dijo rebuscando algo en su bolso-.

-Miro a quien me molesta haciendo ruido.- Fui capaz de reaccionar-.

-No eres el único en tu existencia, acostúmbrate o comprate unos tapones para los oídos Tom. -Mi nombre fue como escupido de su boca y eso hizo que mi sangre empezase a hervir-.

-No eres la única aquí Andrómeda, algunos tenemos la intención de estudiar.

-¿Insinúas algo? -Me miró como si me fuese a matar-.

-Oh si, que deberías dejar de salir tanto de fiesta y ponerte a estudiar -Mordí la tapa del bolígrafo mirándola -. Pero claro, es mucho más fácil copiarse de los exámenes ajenos. Al menos deja de molestar como haces rutinariamente.

- Se ve que te duele que yo pueda sacar más nota que tú solo con mirar un poco a un chico de la clase y encima me divierto -Sacó un gloss labial de su bolso y se lo aplicó frente a mi-. Que tengas una buena noche Tom, con suerte sacarás tres puntos menos que yo en la nota final.

-Con suerte te perderé de vista más de tres noches seguidas. -Me levanté recogiendo todo y salí pitando de allí -.

No la soportaba, era horrible, era demasiado ego para un cuerpo tan pequeño como el de ella. Era insoportable, ella y sus tacones de aguja.

Entre los dos: Cartas de amor a Andrómeda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora